Acoso sexual en la Policía del Guaviare: 10 denuncias en Fiscalía contra el coronel Rafael Heras Santana

En el Departamento de Policía del Guaviare, nueve mujeres de distintos rangos denunciaron penalmente por acoso sexual al coronel Rafael Heras Santana, quien fue su comandante este año. La décima denunciante es una civil. La teniente coronel Lirza Barrera, quien intentó visibilizar estas presuntas violencias, asegura que vivió represalias y hoy está fuera de la institución.

La primera vez que Lirza Barrera*, ex subcomandante del Departamento de Policía del Guaviare, se sintió incómoda con los comentarios del coronel retirado Rafael Heras, cuenta, fue en diciembre de 2022. Heras acababa de ser nombrado comandante de ese departamento y Lirza, siendo segunda al mando en el grado de teniente coronel, lo acompañó a presentarse ante los medios de San José del Guaviare. Mientras esperaban una entrevista, Heras le preguntó por su vida personal de forma invasiva: “Dijo: ‘Pero usted está soltera. Yo también estoy soltero. Usted soltera, yo soltero, aquí en este departamento…’”, relata la exoficial, quien le respondió que no estaba interesada en tener nada con nadie.

Al mes siguiente, enero de 2023, Lirza debía coordinar el traslado de una persona detenida desde San José hasta Calamar, un municipio del Guaviare con presencia de disidencias de las FARC. Le advirtió a Heras que no podría ir y regresar esa misma noche por el riesgo en carretera. Él le preguntó que cómo así. “Pensé que me iba a decir ‘¿Cómo así y la seguridad?’”. Pero lo que le preguntó frente a tres oficiales, cuenta ella, fue con quién iba a dormir. “Él siguió insistiendo: yo me voy con usted, yo duermo con usted, porque quién la va cuidar’. Se enfocó fue en dónde iba a dormir yo”, relata. “Siguió diciendo: ‘porque usted puede dormir conmigo hasta desnuda, seguro que yo no le voy a hacer absolutamente nada’”.

Lirza se enteró ese mismo enero que otras subalternas, y una civil, habrían recibido por parte de Heras comentarios que constituirían presunto acoso sexual verbal y abuso de poder. Ellas describen que estos iban desde preguntas sobre su vida íntima e insinuaciones sexuales, hasta presiones para tener relaciones sentimentales. Con esta información y cumpliendo con su deber de superior, Lirza denunció penalmente al excomandante el seis de febrero de 2023. También reportó su conducta a la encargada de la Estrategia integral de protección a la mujer, familia y género de la Policía, EMFAG. 

Según la ex subcomandante, a raíz de visibilizar estas denuncias le iniciaron una investigación disciplinaria en marzo y la llamaron a calificar servicios en agosto, es decir que la retiraron de la institución cuando estaba próxima a ascender al grado de coronel. Actualmente solo hay 20 mujeres coroneles en Colombia, frente a 116 hombres, según el Observatorio del Direccionamiento del Talento Humano de la Policía.

Hoy Lirza, con 27 años de servicio y 34 condecoraciones, está fuera de la institución. La denuncia penal no ha avanzado, a pesar de que hay 10 presuntas víctimas de Heras. El coronel se retiró voluntariamente de la institución en abril de 2023 y hoy sigue abierto el proceso disciplinario en su contra, a cargo de la Procuraduría, por los presuntos hechos. Las denunciantes que continúan vinculadas a la Policía consideran que están a la deriva, con afectaciones en su salud mental, sin atención psicosocial garantizada y en un ambiente laboral hostil.

El del Guaviare no es un caso aislado en la Policía Nacional. Denuncias públicas y penales similares en otros departamentos de Policía del país evidencian las vulneraciones a las que están expuestas las mujeres vinculadas, sin importar su grado. En MANIFIESTA conocimos las 10 denuncias contra Rafael Heras, radicadas de manera unificada en la Fiscalía y hablamos con cinco de las presuntas víctimas. 

Hacer carrera como Policía en medio de la misoginia

“Uno a veces trata de justificar, pero realmente hay cosas que uno ve que pasan con otras personas y uno dice que no es normal”

Victoria*, patrullera.

No es la primera vez que Victoria* sufre acoso sexual en la Policía. Como mujer indígena de la etnia wanano, afirma que también ha vivido misoginia y discriminación de compañeros y superiores. El episodio más reciente, afirma, fue con el coronel Heras en una formación con varios funcionarios presentes. Cuenta que Heras le pidió hablar en su lengua indígena. “Yo pregunté: ‘no sé si alguno desee que diga una palabra en especial’. Como no dijeron nada, yo misma inicié”. Se presentó, les explicó cómo saludar y despedirse. “Mi coronel [Heras] interviene para preguntar cómo se dice ‘me vengo’”. Recuerda que varios compañeros se rieron, pero algunas oficiales expresaron gestos de incomodidad, al igual que ella. “Uno respeta el tema de rango, pero si lo hace él, ¿de ahí para abajo qué se espera?”. 

Esta fue la única vez que Victoria vivió algo así con Heras. Pero dice haber vivido más violencias en la institución a la que le ha dedicado cuatro años de su vida. “Duré dos años en una base con solo hombres [en una vereda de San José del Guaviare] (…) Una vez salí de la base para un curso y [compañeros] me escribieron que mis panties olían rico”. Victoria recuerda que recibió mensajes así los tres meses que duró el curso.

“Uno a veces trata de justificar, pero realmente hay cosas que uno ve que pasan con otras personas y uno dice que no es normal”, dice la patrullera para explicar por qué decidió denunciar penalmente al excomandante Heras junto a Lirza y ocho mujeres más.

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Ana* logra ver a su familia pocos días al mes, pues trabaja y vive en el comando, ubicado en San José. Antes de la llegada de Heras, todas dormían sin asegurar las puertas de sus habitaciones. Coinciden en que quien precedió a Heras, el coronel Ángel Galvis Ballén, siempre garantizó su seguridad. Pero la conducta de Heras generó temor y desconfianza en las oficiales que vivían allí. Cerrar las puertas con seguro, explica, fue una medida para protegerse no solo de situaciones posibles con Heras, sino de cualquier violencia basada en género que pudieran cometer sus compañeros, pues sabían que si sucedía, no tendrían respaldo del comandante para poner las respectivas denuncias.

“Siempre preguntaba por mi vida personal, haciendo referencia a mi situación sentimental con mi pareja, que es una relación a distancia, preguntando de manera continua que qué hacía con esa persona que estaba lejos”, cuenta Ana. También recuerda un episodio concreto durante un programa radial en la emisora Radio Policía Guaviare sobre “Temas de operatividad y preventivos”. Antes de grabar el programa, “Mi coronel [Heras] ingresó [a la cabina] y me preguntó si yo sabía utilizar condones, que si tenía condones, que él me los podía regalar, y sacó una tirilla de condones”, cuenta. Cuando Ana y su compañero de programa le dijeron que iban a grabar, recuerda que Heras guardó la tirilla.

Las preguntas por su vida privada habrían cesado cuando el coronel salió a vacaciones, en febrero. Luego de ese periodo no volvió al comando. Se retiró voluntariamente en abril de 2023. Al comunicarnos con Rafael Heras, aclaró que luego de volver de vacaciones estuvo trabajando en un encargo en la Subdirección General, en Bogotá, hasta su retiro.

“Llegar otro día a trabajar con este señor y esperar a ver qué me dice hoy”

“En esa situación ya no quería trabajar con él y ya no aguantaba (…) Eran situaciones que me estaban afectando psicológicamente (…) Yo lloraba, decía: ‘Dios mío, llegar otro día a trabajar con este señor y esperar a ver qué me dice hoy’”.

Estela*, patrullera.

Ana cuenta que su horario en el comando se extiende hasta que el comandante se vaya. Con Heras, relata que “uno no se podía quedar solo en la oficina porque daba esa inseguridad, no se podía trabajar tranquilamente”. Ante la angustia que empezó a sentir, consultó a su familia y pareja, quienes le recomendaron que se retirara o pidiera traslado.

Por su parte, Estela* cuenta que cuando trabajó con Heras casi pide el traslado. “Me insistía que si tenía pareja, que quién era mi pareja, que por qué no tenía”. Esta asegura que en sus seis años como policía “Nunca había evidenciado ninguna conducta como hasta el momento con ese señor coronel”. Esta cuenta que Heras le ordenaba tareas adicionales: “Me ordena que le lleve el almuerzo a la habitación. Él dormía en las instalaciones (…) le digo que yo voy pero que tengo que ir con un funcionario, con el escolta”. Recuerda que se sintió incómoda e insegura con la orden. “Ingresé a la habitación con el escolta. Él [Heras] estaba acostado en la cama sin guerrera, sin camisa y con el pantalón desabrochado. Algo totalmente incómodo”. 

Estela recuerda que las miradas de Heras eran invasivas e incómodas. “En esa situación ya no quería trabajar con él y ya no aguantaba (…) Eran situaciones que me estaban afectando psicológicamente (…) Yo lloraba, decía: ‘Dios mío, llegar otro día a trabajar con este señor y esperar a ver qué me dice hoy’”. Esta asegura que las conductas de Heras duraron hasta que salió a vacaciones, previo a su retiro voluntario. “Me dijo que si me iba con él a Barranquilla”, su ciudad de origen. “Obviamente no era por un tema laboral porque él estaba como a dos días de salir a vacaciones”. 

Estela cuenta que ahora ella y sus compañeras están más tranquilas, pero que ninguna ha tenido acompañamiento psicosocial para tramitar las afectaciones del acoso sexual. La ex subcomandante Lirza solicitó atención médica para las denunciantes ante la Regional de Aseguramiento en Salud de Villavicencio, pues las presuntas víctimas no se sentían a gusto siendo atendidas por profesionales del mismo departamento. Sin embargo, no se les garantizaron las consultas.

“Algunos oficiales la posición que tomaron no fue de respaldo, sino de crítica: de que no se les puede decir nada (…) Como si las culpables hubiésemos sido nosotras por haber informado”

Ana*, subteniente.
Solicitud de atención médica a la Regional de Aseguramiento en Salud de Villavicencio, con fecha de marzo de 2023.

Victoria dice que nunca la atendieron en Villavicencio, y cuando la atendieron en San José temió que lo que hablara en consulta se filtrara. Estela afirma que solo recibió atención psicológica una vez, en Villavicencio, pero que luego de esa consulta no ha habido otro tipo de apoyo. Al contrario, ahora en el comando “siempre se reciben señalamientos de que nosotras nos hicimos las víctimas, de que no nos pueden hablar porque todo con nosotras es el tema de acoso”.

A la afectación emocional se suma un ambiente laboral hostil después de la denuncia. “Algunos oficiales la posición que tomaron no fue de respaldo, sino de crítica: de que no se les puede decir nada (…) Como si las culpables hubiésemos sido nosotras por haber informado”, agrega Ana.

Dentro y fuera del comando

A lo anterior se suman otros testimonios contenidos en la denuncia colectiva radicada en febrero en la Fiscalía. Por un lado, el de una subintendente quien cuenta que Heras le decía que su esposo, oficial de la policía, era un “perro”, y que una vez le preguntó si este la apretaba “suave o duro”. En otra oportunidad, según ella, Heras le dijo que sus gafas la hacían ver como ‘gatúbela’, así que decidió cambiarlas para no recibir comentarios de ese tipo. Por otro lado, el caso de una patrullera de 20 años que llevaba seis meses en la Policía, a quien Heras habría presionado para que tuvieran una relación sentimental. La mujer cuenta que el nivel de insistencia a través de mensajes y llamadas fue tal, que le dijo que sí para que el presunto acoso cesara. Luego pidió el retiro voluntario.

Las conductas de Heras no se habrían quedado en el comando. Beatriz*, funcionaria pública de un municipio del Guaviare, dice haber sido víctima de acoso sexual por parte de él. “Las conductas empezaron en enero. Me decía cosas como ‘quédate conmigo’, ‘vamos a compartir’, ‘yo te pago todo’”, cuenta ella. Heras también le habría preguntado por su vida íntima. “Para mí el choque más grande es que pretendía compartir tiempo con mi hijo”. Su cargo exigía un contacto directo con el comandante. “Cuando empieza este tema de las llamadas: que cuando vienes, que te envío una camioneta, que quédate esta noche en San José, en ese momento corté mi asistencia a reuniones (…) Siempre sacaba una excusa”, recuerda. “El simple hecho de tener que verlo me causaba cierto temor, cierto desagrado”.

Beatriz dice que al hablar con otras presuntas víctimas en la Policía entendió que no era algo aislado y decidió sumar su denuncia. Asegura que la afectación psicológica y laboral por la situación se sostuvo meses después del retiro del excomandante. Beatriz, abogada de profesión, añade que la justicia las tiene en el olvido. “El proceso de investigación ha sido muy lento. Dada la magnitud, considero que debería ser más ágil”, comenta.

Las consecuencias de denunciar

Según datos del Observatorio del Direccionamiento de Talento Humano de la Policía, hasta octubre de 2023 en Colombia había 20 mujeres coroneles y 116 hombres. Antes de que la llamaran a calificar servicios, el pasado 30 de agosto, Lirza Barrera esperaba su ascenso a ese grado. Asegura que si no hubiera denunciado, hoy sería coronel.

El cuatro de febrero, Lirza dio a conocer las denuncias a la teniente coronel Carolina Cáceres, Jefe de la EMFAG quien informó al brigadier general Tito Yesid Castellanos, Jefe Nacional del Servicio de Policía y Subdirector de la institución hasta el pasado octubre, cuando fue llamado a calificar servicios. Lirza le insistió a Castellanos sobre las conductas de Heras a través de una comunicación oficial, el 17 de marzo. Como Jefe del Servicio de Policía su tarea era poner en marcha la estrategia, a cargo de esta dependencia.

Primera página del informe enviado por Lirza Barrera a Tito Yesid Castellanos el 17 de marzo.

Paralelo al reporte interno, el seis de febrero Lirza y siete mujeres más denunciaron a Heras ante la Fiscalía. Luego se unieron dos más. En esas fechas, recuerda la teniente coronel en retiro, en el comando hubo personal dictando charlas sobre violencias basadas en género, por la supuesta activación de la EMFAG. Para ella, estas charlas y una consulta psicológica para algunas de las denunciantes fueron las únicas medidas adoptadas por la institución.

Lirza cuenta que Heras la llamó el 6 de febrero, cuestionando la presencia de la EMFAG en el Comando. En una segunda llamada ese mismo día “Me dijo: ‘Umm, y a usted ya la evalúan, ¿no?’”, hablando de la evaluación de ascenso. En un informe con fecha 12 de febrero, seis días después de la denuncia, Heras reportó irregularidades en el departamento. Lirza dice que ese informe, entre otras cosas, cita a un subintendente que asegura que ella tenía un complot, “donde formamos a 40 patrulleras para que todas hablaran mal del coronel Heras”.

“El coronel trabajó muchos años en la Inspección General de la Policía, que maneja la parte disciplinaria de todos nosotros”, explica Lirza, y asegura que, al enterarse de la denuncia, Heras puso una queja sobre ella en la Dirección de la Policía. “Ellos permitieron que a mí el Subinspector de la Policía (…) me aperturara investigación disciplinaria”.

A raíz de estos señalamientos, el 13 de marzo, Lirza solicitó  a través de su abogado poder preferente a la Procuraduría para el proceso. Este “Se da por varias situaciones: uno, que la persona investigada siente que el investigador está del lado de la persona que pone la denuncia; dos, que siente que no hay garantías”, explica ella, quien quería que el proceso pasara de la Inspección General de la Policía a la Procuraduría, que aceptó la solicitud.

Ese mismo día la nombraron comandante del departamento, mediante la resolución número 0906. Esto le hizo pensar a Lirza que sí la iban a ascender a Coronel. Pero el 29 de marzo la Subdirección de la Policía le ordenó salir de vacaciones. Finalmente la llamaron a calificar servicios el 30 de agosto. En septiembre, Lirza presentó una acción de tutela para que se protegieran sus derechos dentro de la institución, pero el fallo no resultó a su favor.

Fragmento de la resolución 0906 del 13 de marzo de 2023, en la que se nombra comandante a Lirza.

EMFAG: ¿una estrategia de papel?

Aunque las mujeres pueden hacer carrera en la Policía colombiana desde 1977, las brechas siguen siendo abismales en todos los grados. Actualmente en el país hay 5.508 oficiales hombres y 1.747 mujeres, según datos del Observatorio del Direccionamiento de Talento Humano de la Policía. Adicional a la brecha de participación y representación, casos como este y otros similares cubiertos en medios revelan que la violencia basada en género es un obstáculo común para sus carreras y que la Policía no es un espacio seguro para ellas. “La ruta nunca se activó (…) Se inventan unas actividades para la defensa de la mujer, pero la defensa de la mujer de qué manera y cómo. Eso no es cierto, no lo cumplen, a mí me dejaron tirada y a mis muchachas también”, dice Lirza sobre la estrategia.

La EMFAG está a cargo de la Jefatura Nacional del Servicio de Policía y tiene una implementación externa e interna: ante la ciudadanía y dentro de la institución. Surge de la Política Pública de Equidad de Género de 2013 y, según lo que dice la Jefe de la estrategia, Carolina Cáceres en esta entrevista, “está orientada a contribuir en la prevención y atención de las manifestaciones de violencia contra la mujer y demás violencias basadas en género”. 

Consultamos a la coronel Carolina Cáceres, jefe de la EMFAG, por el funcionamiento de la misma, las medidas que se tomaron en el caso del Guaviare y la atención psicosocial que las presuntas víctimas cuestionan. Las preguntas fueron remitidas por correo electrónico el 17 de noviembre. A pesar de nuestra insistencia posterior, hasta el cierre del texto no obtuvimos respuesta de su parte.

Por otro lado, nos comunicamos con el actual comandante del Departamento de Policía del Guaviare, coronel Alexander Obando, quien, vía WhatsApp, respondió que el coronel Heras está retirado, que el caso lo están manejando en Bogotá y que no se pronunciará sobre el tema. El coronel Obando remitió a este medio a comunicaciones estratégicas de la Policía, oficina que no respondió nuestras preguntas.

“¿Cuál es la sensación que queda?: Ni se le ocurra denunciar, porque usted va a terminar echada o pidiendo el retiro”, dice Lirza, por su experiencia y por otras que conoce, que también involucran a comandantes de departamento. Sin embargo, aclara que era su deber como superior.

Por ejemplo, en 2018 se conoció el caso de la patrullera Ana Milena Cruz, que denunció presunto acoso sexual por parte del excomandante del Departamento de Policía del Huila, Óscar Efraín Pinzón Moreno. La denuncia llegó a la Dirección General de la Policía, pero según medios, hubo omisiones y retaliaciones, como intentar trasladar a Cruz a un municipio remoto. A inicios de ese año, en Quindío, el comandante del departamento, Ricardo Suárez Laguna, también fue denunciado penalmente por la exoficial Natalia Andrea Ramírez, quien terminó pidiendo su retiro de la institución. 

Todas las denunciantes con las que hablamos concluyen que, de no haber denunciado, la situación hubiera seguido o escalado. Sus relatos y los casos citados en otras zonas del país, en los cuales se hicieron las respectivas denuncias internas y en Fiscalía, dejan abierta la pregunta: ¿Qué tan segura es esta institución para las mujeres policías? 

Contactamos a Rafael Heras Santana, quien prefirió hacer una declaración general sobre las 10 denuncias en su contra, antes que responder las preguntas específicas del medio. “Dentro de esas acusaciones, indican que se trata de una situación de presunto acoso sexual solo, en algunos casos, por el simple hecho de que el suscrito le haya preguntado a la segunda comandante del departamento del Guaviare, que era la teniente coronel Lirza, en su momento, si era casada, si tenía novio, si tenía hijos, dónde vivía. Siendo que los comandantes de departamento de las distintas unidades policiales necesariamente deben precaver por el bienestar de su personal”, aseguró Heras. 

Por otro lado, afirmó que “ella [Lirza] quiso generar alguna situación que la resaltara a ella y de pronto armó todo eso, porque yo sé que eso es una estratagema”, para referirse a las denuncias. “Considero que son una serie de patrañas y montajes”, añadió.

*La teniente coronel Lirza Barrera solicitó que utilicemos su nombre real en esta nota periodística. El resto de nombres fueron cambiados por petición de las presuntas víctimas.

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