Esta investigación transfronteriza entre cuatro periodistas de Colombia, Brasil y Ecuador revela, a través de tres historias y de diversos análisis de datos, cómo operan los ataques de los discursos de odio: sus estrategias y narrativas digitales comunes, con las cuales atacan a mujeres y personas LGBTIQ+.
¿Qué tienen en común una religiosa afro feminista a la que llaman ‘demonio’ en Brasil, una niña trans que sufre discriminación en su colegio en Colombia, y una mujer trans encerrada en una llamada ‘clínica de conversión’ contra su voluntad en Ecuador? La respuesta común que une estas tres historias es la proliferación de los discursos de odio contra mujeres y población LGBTIQ+. Un concepto que avanzó en los últimos años en América Latina. Es una forma de discriminación sistemática, en línea y fuera de ella, con una afectación palpable y profunda en la vida de personas reales, como las historias de esta serie de reportajes.
Entidades como las Naciones Unidas definen los discursos de odio como “un discurso ofensivo dirigido a un grupo de individuos. Se basa en características inherentes como raza, religión o género, y puede poner en peligro la paz social”. Para la Unesco, los discursos de odio pueden “crear estereotipos, estigmatizar y utilizar un lenguaje despectivo”.
El uso creciente de este concepto en los últimos años, sobre todo gracias a las redes sociales como vehículo principal en aumento, ha hecho que el imaginario colectivo extienda el significado de discurso de odio a contenidos ofensivos. Esto ha generado un debate sobre cómo combatirlo sin que eso signifique limitar o prohibir la libertad de expresión. Así lo dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, en 2019.
Las redes sociales también han hecho que la desinformación y su rápida difusión en línea sea una de las principales herramientas para expandir y afianzar discursos de odio. La desinformación no tiene una sola definición. Va más allá de ser información inexacta: busca engañar y se difunde con el objetivo de causar afectaciones concretas. Organizaciones que defienden la libertad de prensa, como la FLIP Colombia, afirman que las estrategias de desinformación y el volumen de discursos de odio “generan riesgos especialmente contra mujeres, personas trans y otras identidades de la diversidad de género y sexual. Comunidades afro e indígenas que se encuentran sobreexpuestas a violencia y acoso en redes”.
Estrategias comunes identificadas en los tres países
Este trabajo periodístico ha identificado las estrategias y narrativas comunes de discriminación contra esas poblaciones y sus derechos fundamentales en Brasil, Colombia y Ecuador.
En redes sociales, los perfiles representativos de grupos que expanden el odio recurren a las siguientes narrativas: infancias como ‘víctimas de sexualización’ o ‘adoctrinamiento’. Sobre todo contra la ‘ideología de género’. Tabmbién el uso de hashtags como #ConMisHijosNoTeMetas.
Asimismo, figuras públicas y asociaciones religiosas que se oponen abiertamente a los derechos para mujeres o personas LGBTIQ+ atribuyen a la “ideología de género” la responsabilidad por dichos avances.
Por otra parte, las narrativas digitales, por ejemplo, equiparan el aborto a la muerte, al asesinato o al genocidio. Esto incita a la prohibición de la interrupción del embarazo. Las figuras constantes son los padres de familia o la familia para construir estos discursos de odio.
Otro de los puntos relevantes en esta serie de reportajes es que en el caso de Colombia y Brasil es constante la autoidentificación de dichos grupos con ser “gente de bien”. Esto genera una otredad con la gente que “no es de bien”, la gente “diferente” al padrón heteronormativo que defienden.
A partir de nueve perfiles en las tres historias, comprobamos la presencia de material pedagógico contra el aborto y basado en preceptos cristianos.
Existe una estrategia transversal y fundamental de los discursos de odio digitales en los tres países: la desinformación constante para deslegitimar derechos como el aborto. Esto a partir de información falsa y del ataque a los derechos de poblaciones diversas.
La ideología de género: un avance contra derechos
En cada uno de los países analizados, la ideología de género tiene su propia historia. En Brasil, el doctor en sociología e investigador, Rogério Junqueira, afirma que ese concepto se opone a la legalización del aborto y del matrimonio igualitario. Además, que criminaliza la homotransfobia. Se sustenta en una idea de “familia natural”, heterosexual, que estaría siendo amenazada. Pero no todas las personas pertenecientes a grupos religiosos se alinean con esta visión. En el caso de Simony dos Anjos, mujer evangélica brasileña, una de las protagonistas de nuestras historias, su apoyo al derecho a abortar le ha significado acusaciones y agresiones infundadas que la han llevado a replegarse de la vida pública.
En Ecuador, la ideología de género tomó fuerza en la década de 2010. Diez años después, en 2020, ese concepto creció de la mano de sectores antiderechos, sumado a la desinformación que difundieron. Esto hizo que el órgano legislativo ecuatoriano vetara el Código Orgánico de Salud que prohibía las terapias para modificar la orientación sexual o identidad de género. Como consecuencia, Karlina, una mujer trans, cuya historia contamos aquí, terminó recluida a la fuerza en una ‘clínica conversión’ en 2021. La respuesta del empoderamiento de defensores de personas LGBTIQ+ y las propuestas gubernamentales que apoyan estos derechos, fortalecieron grupos contrarios que han aglutinado a católicos, evangélicos y actores seculares.
Colombia vivió una batalla frontal contra los derechos de las mujeres y la diversidad de sexo y género en 2016, durante la campaña del plebiscito por la paz. Se le preguntó a la población si aceptaba o no los acuerdos de paz de La Habana entre el gobierno y las ex Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Evangélicos, cristianos y pentecostales fueron importantes fuerzas de campaña contra estos acuerdos. ¿Su bandera? La ideología de género. “Ya no será (…) impuesta a nuestros hijos, mediante una cartilla, sino que estará en la Constitución. El Gobierno y las Farc pretenden que la ideología de género quede como norma constitucional”. Esto afirmaban conservadores como el ex procurador Alejandro Ordóñez. Esta visión sigue permeando en los colegios del país, oponiéndose a la educación integral en sexualidad. También fortaleciendo la discriminación contra niñas trans como Luna, la historia que contamos, quien vivió violencias en su colegio por su identidad de género.
Descubre cómo avanzaron estos discursos de odio, afectando las vidas de Luna, Simony y Karlina. Esta investigación transfronteriza fue realizada entre cuatro periodistas de tres países. Fue posible gracias al Consorcio para Apoyar al Periodismo Independiente en la Región, CAPIR, y el Institute for War and Peace Reporting, IWPR. Los mentores de esta investigación fueron: Martin Slipczuk, Patricia Curiel y Fernanda Aguirre. La edición quedó a cargo de Soledad Dominguez. El diseño quedó a cargo de Ana Rodríguez.
Esta publicación fue difundida a través de los medios: AzMina de Brasil, MANIFIESTA y Andariegas de Colombia y Edición Cientonce de Ecuador. Fue realizada gracias al apoyo del Consorcio para Apoyar el Periodismo Regional en América Latina (CAPIR) liderado por el Institute for War and Peace Reporting (IWPR).