El proyecto ‘Co-creando la Paz’, de ONU Mujeres y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), inició luego del estallido social para reconocer la importancia de que las mujeres participen en la construcción de paz en sus comunidades y territorios. Desde abril, en articulación con Extituto y universidades públicas, su componente formativo se puso en marcha con mujeres de Nariño y Cauca.
El estallido social de 2021 evidenció, entre muchos reclamos de les jóvenes, la necesidad de brindar herramientas teóricas y prácticas a las mujeres constructoras de paz y defensoras de la vida. Pues fueron ellas quienes desde esquemas de derechos humanos, ollas comunitarias y vocerías en sus comunas, sostuvieron la movilización y tendieron puentes de diálogo. El Paro también mostró la urgencia de hablar sobre autocuidado y autoprotección en medio de una labor que no nos enseñan a las mujeres: la de liderar procesos y alzar la voz.
Para Lina de la Cruz, actual gobernadora del cabildo indígena de Aranda, a las afueras de Pasto, el camino de su actual liderazgo debe llevar a lo que ella llama el empoderamiento de la mujer indígena. Su comunidad quillacinga está conformada por 35 familias y las mujeres son mayoría. “En Nariño son muy pocas las gobernadoras indígenas”, dice Lina y explica que aún cuando ellas ocupan lugares de liderazgo, rara vez tienen voz y voto. Por ello considera que los procesos formativos son transformadores de realidades.
En abril de este año, Lina se unió a ‘Co-creando la Paz’, un proyecto liderado por ONU Mujeres y la Organización Internacional para las Migraciones, financiado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz, e implementado en articulación con Extituto de Política Abierta, la Defensoría del Pueblo y universidades públicas del país. ¿Cuál era el objetivo de ‘Co-creando’? A través de tres componentes, buscaba promover medidas de protección y autocuidado con perspectiva interseccional, apoyar iniciativas de paz a nivel técnico y financiero, y fortalecer las capacidades para la participación e incidencia de mujeres jóvenes en toda su diversidad.
“‘Co-creando’ es un proyecto amplio, que presentan en un inicio ONU Mujeres y OIM, después del estallido social. Se enfoca en el fortalecimiento de la participación, puntualmente, de mujeres jóvenes”, resume Liliana Amórtegui, coordinadora del tercer componente de este, a cargo de Extituto. Nos explica que su tarea inició el pasado febrero y finalizó en junio, y se concentró en comunidades de Ricaurte y Pasto, en Nariño, y Santander de Quilichao y Popayán, en Cauca. Allí, su objetivo era llegar a mujeres indígenas y afrodescendientes.
En MANIFIESTA hablamos con algunas participantes sobre el desarrollo del proceso y su impacto, según el contexto de cada comunidad.
Co-creación del proceso formativo
Un aprendizaje que muchos proyectos con apuestas similares podrían tomar de ‘Co-creando la Paz’ es el de involucrar a sus participantes desde el diseño, es decir, desde el momento mismo de pensar los contenidos formativos. ¿Qué implica esto? Que el conocimiento que se construirá no sea una imposición y pueda tener impacto, considerando que surge de necesidades identificadas por la misma comunidad.
“La etapa de creación la hicimos con aproximadamente 103 mujeres en Cauca y 97 en Nariño”, cuenta Liliana. Explica que los espacios de co-creación fueron pequeños y se concentraron en indagar las inquietudes de las futuras participantes frente a tres temas que luego se convertirían en módulos: participación ciudadana, construcción de paz y comunicación para la incidencia.
Luego vendría un proceso extenso de articulación con universidades públicas para que los módulos estuvieran debidamente certificados por alguna institución. Ese siempre fue un objetivo del proyecto. “Porque esto simbólicamente tiene un impacto (…) Por ejemplo, en Ricaurte (Nariño) para muchas mujeres era su primera aproximación con la universidad y esto les llamaba mucho la atención”, explica Liliana. Ya articuladas con el departamento de antropología de la Universidad del Cauca, y con el departamento de sociología y el observatorio de género de la Universidad de Nariño, el equipo de Extituto, en colaboración con las instituciones, tomó los insumos de los espacios de co-creación para adaptarlos a los requisitos de la certificación académica, a partir de metodologías participativas y no limitadas a las charlas magistrales.
La meta de ‘Co-creando la Paz’ era la formación de 400 mujeres en los municipios mencionados. Para ello, desde abril, las participantes se dividieron en grupos y empezaron a reunirse en jornadas completas para cumplir con las 21 horas exigidas para la certificación.
Formación y juntanza
“Escuchamos nuestras necesidades, nuestras problemáticas, ya que como mujeres indígenas resaltamos que persisten esas dinámicas patriarcales en las que nosotras apenas estamos haciendo ese fortalecimiento y ese empoderamiento”, cuenta Lina de la Cruz. “Con cada actividad y proceso vamos inculcándole a nuestras jóvenes que sí se puede hacer esa transformación (…) Que no debemos quedarnos calladas, que debemos hacer cumplir nuestros derechos”.
¿Qué incluyó cada módulo del proceso formativo? Liliana Amórtegui nos explica que el de participación ciudadana se concentró en mecanismos de participación y acciones judiciales, como derechos de petición, tutelas, acciones de grupo. “En este módulo también hablamos de la estructura del Estado (…) Incluimos ese enfoque étnico con las mujeres indígenas escuchando cuál es la estructura al interior de sus cabildos. Cuando hablamos de la rama judicial, por ejemplo, ellas hacían la comparación y decían ‘para nosotras la justicia es de esta forma’”, explica la coordinadora del proyecto.
Por otro lado, el módulo de construcción de paz estuvo dedicado al rol de las mujeres en los diferentes puntos del Acuerdo Final. El último módulo, comunicación para la incidencia, se enfocó, desde distintas metodologías, en alentar la palabra de las mujeres en espacios públicos y en el manejo de redes sociales. Liliana explica que paralelo al curso, el proyecto contempló encuentros y componentes sobre violencias basadas en género y autocuidado, en alianza con organizaciones como SISMA Mujer y el Ministerio Público en cabeza de la Defensoría del Pueblo.
“Hubo un proceso que nos enseñó cómo debemos quitar el miedo a hablar en público (…) cómo mostrar seguridad y confianza en lo que sabemos y tenemos por decir”, resume Lina. “Sobre el autocuidado también hubo un enfoque muy interesante porque fue personal y jurídico. La Defensoría del Pueblo nos habló de las rutas de atención, qué se debe hacer si se llega a presentar cualquier violencia basada en género, qué debemos exigir”, concluye la gobernadora.
Liliana Amórtegui aclara que aunque ‘Co-creando la Paz’ estaba dirigido a mujeres de dos municipios por departamento, en el Cauca su equipo de trabajo comprendió que se debía ampliar esta noción, porque las dinámicas organizativas involucraban mujeres de todo el departamento que confluían en esos dos territorios. “Hicimos los talleres en Santander de Quilichao y Popayán, pero transportando a mujeres provenientes de 24 municipios, sobre todo del Norte del Cauca”, explica. “Cuando hicimos la entrega de certificados, ellas estaban muy contentas porque la cooperación internacional y el Estado tampoco llegan mucho a municipios del Norte del Cauca, y ellas se sienten estigmatización por las dinámicas del conflicto”, cuenta Liliana.
Para Neli Garcés, integrante del resguardo La Calera, del municipio de Miranda, Cauca, ‘Co-creando’ fue la oportunidad para enfocar su colectivo rural indígena diverso. Ella aclara que no es lo mismo ser una persona de orientación sexual diversa en la ciudad, que serlo en los territorios rurales. Por ello celebra que el proceso formativo se ampliara a mujeres por fuera de Popayán y Santander de Quilichao. “‘Co-creando nos dio herramientas que uno muchas veces conoce, pero las ve por encima y no las lleva a la práctica”, opina Neli. Ella resalta la apuesta por la interculturalidad y el fortalecimiento de los liderazgos para ‘creerse’ lo que están haciendo.
“Hicimos una lluvia de ideas sobre los temas que teníamos que fortalecer más (…) Uno de los temas que yo propuse era cómo la tecnología llevaba a la innovación”. Este se abordó en el módulo de comunicación. Neli agrega que la metodología permitió poner en contexto temas como las violencias. “¿Cómo vamos a hablar de las violencias? No es decir, ‘vamos a hablar de tal ley’, es que primero miremos qué parte de esas violencias se están invisibilizando, a qué actores no están llegando estas discusiones”, concluye la lideresa, dejando claro que la co-construcción es una garantía para que los procesos de formación impacten y dejen aprendizajes replicables entre las mujeres que le apuestan a la paz.
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