«Para ti hermanito de calle, marchas y sueños, que eres inspiración, semilla de luz y fuerza en los devenires de la calle y la vida«.
Todo sucedió un miércoles 24 de febrero del año 2021, el día de la brutalidad policial. Ese día, en 1999 (bajo el Gobierno de Andrés Pastrana, se creó el Esmad, una institución de carácter transitorio que se terminó especializando en reprimir la protesta social. Cansados de contar muertos, cansados de la violencia homicida, decidimos salir una vez más a la calle y movilizarnos a favor de la vida y la memoria de los 34 jóvenes que murieron a manos del Esmad durante los primeros 20 años de esta institución.
El punto de encuentro fue la Universidad Pedagógica, ubicada en la calle 72, en Bogotá. Allí nos encapuchamos y elevamos nuestros gritos pidiendo el desmonte del Esmad. El ambiente era tenso. Quizá estábamos viviendo la crónica de una tragedia anunciada, por el estigma que tiene la capucha en un país que no le brinda garantías a los liderazgos con rostro.
A pesar de las amenazas, no dejamos de acudir a esa cita con el destino. Antes de salir nos miramos a los ojos y nos abrazamos. Luego este grupo de soñadorxs tomó sus escudos con el fin de proteger a los manifestantes del abuso policial.
La marcha de ese día fue una de las primeras de 2021, un año que será recordado por el gran estallido social que nos volcó a las calles. Marchamos con decisión, con alegría, con fuerza. Marchamos por los olvidados, ultrajados y asesinados. Yo tenía mi megáfono en la mano, con el que nombraba a los hermanxs que ya no están y perduran en nuestra memoria colectiva. Tú estabas a mi lado, con tu escudo. Paradójicamente eras el único con gafas de protección.
En esa marcha fuiste mi compañero y caminamos juntos por las calles de Bogotá. Desde el comienzo fue una marcha tensa, el Esmad nos escoltó todo el camino y había orden de intervención ante cualquier incidente. Quisieron encerrarnos varias veces pero no lo lograron. Nuestro objetivo era llegar a la avenida Dilan Cruz, en la 19 con cuarta, donde el oficial del Esmad Manuel Cubillos lo asesinó durante el paro de 2019. En cada desvío por las grandes avenidas y en cada pausa entre arengas, nos mirábamos a los ojos, que son el rostro de quienes usamos la capucha. Las miradas nos llenaban de fuerza para seguir en la primera línea, defendiendo la vida, el territorio y la protesta social.
Pensamos que íbamos a cumplir nuestro objetivo de proteger, y que luego íbamos a celebrar que nadie salió herido. Pero no fue así. Llegando a la calle 23 , entre las carreras Séptima y Novena, el Esmad dispersó la movilización y nos separaron. El sonido de las aturdidores inundó el espacio y todo se hizo confusión y caos.
No vi cuando un agente del Esmad alzó su arma. Tampoco vi cómo, con sevicia, te disparó al ojo izquierdo. Sé que no te caíste al suelo a pesar del dolor. Sé que corriste a buscar a alguien que te ayudara. Nos dispersaron a todos, nadie sabía qué pasó. Luego recibimos una llamada: nos decían que te habían disparado y que necesitabas una ambulancia, la cual nunca llegó. Tú mismo convenciste a un taxista de llevarte a la Fundación Santa Fe para salvar tu ojo.
Ese 24 de febrero salimos a marchar para que no existiera más Esmad y terminaste convirtiéndote en la primera pérdida ocular de 2021. Según un informe de Amnistía internacional, Temblores ONG y PAIIS registró que al menos 103 personas fueron víctimas de lesiones oculares del 28 de abril al 20 de julio, en el marco del Paro Nacional. “Entre las personas que sufren este tipo de traumas hay dos comunes denominadores: la impunidad y la falta de atención integral, tanto de salud como psicosocial”. Esto declaró a medios el año pasado Érika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
Somos la generación que abrió los ojos y a la que el Estado se los cerró a punta de violencia. Lo que te paso a ti no es un caso aislado. Al contrario, es una práctica que tiene la finalidad de herir, marcar y estigmatizar de forma definitiva a los que salimos a las calles y desalentar a los que quieren apoyar las demandas de la movilización social. Salir a protestar es estar dispuesto a ser víctima de cualquier abuso. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su visita a Colombia durante junio de 2021,“Se utilizaron armamentos antidisturbios de manera indiscriminada, dirigidos directamente hacia la cabeza y el tórax de las personas manifestantes. Generando un alto número de personas heridas, con lesiones oculares y fallecidas”.
Este tipo de prácticas hace que ejercer nuestro derecho a la protesta social se convierta en algo más: en una cuestión de vida o muerte. Porque en este país los manifestantes no somos tratados como ciudadanos, sino como enemigos que deben ser castigados y exterminados.
Hoy, 24 de febrero de 2022, recordamos a las víctimas de la brutalidad policial y yo recuerdo el primer aniversario de tu pérdida ocular, mi Gareth. Quizá ahora, más que antes, los movimientos sociales exigen el desmonte definitivo del Esmad, y que existan garantías para la protesta social. Basta de apuntar sus armas directamente a nuestros cuerpos, basta de violarnos en sus CAI, de asesinarnos en las calles y justificar nuestras muertes con su estigma. Nada justifica sus agresiones.
Aquellos que te dispararon no imaginaron que te ibas a aferrar a la vida con más fuerza. Que, como dice Andrés Caicedo, uno de tus autores favoritos “Te armarías de sueños para no perder la vista” y nos mostraste el camino a aquellos que no lo vemos claramente. Tu voz sigue exigiendo que cese la violencia por parte de la Fuerza Pública, en especial del Esmad, mientras sigues creando, filmando, escribiendo y cantando como el artista en resistencia que eres. Tu sensibilidad, amor, fuerza e inteligencia sigue siendo chispa de inspiración en esta oscura noche, donde se avecina un nuevo amanecer.
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