Esta mañana de lunes en Bogotá, aproximadamente 8.000 indígenas mingueros y mingueras entre paeces, guambianos, totoroes, nasas, awás, coconucos y yanaconas se levantaron con el sol. La Alcaldía de Bogotá instaló a la población minguera en el Palacio de los Deportes a su llegada durante la tarde de domingo, luego de un recibimiento masivo en Soacha.
Para las ocho de la mañana, entre hileras interminables de carpas de colores, plásticos negros que servían de cubierta contra el frío, banderas y carteles alusivos a la vida, al territorio, la naturaleza, y miles de cabecitas que sobresalían entre los campamentos que se dividían por territorios y pueblos, ya se veían correr los desayunos, la aplicación de los protocolos de desinfección, las duchas colectivas afuera del Coliseo y la organización masiva de la guardia indígena para salir a las nueve de la mañana en una jornada multitudinaria hacia la Plaza de Bolívar.
Caldono ha sido el territorio en el que los pueblos indígenas le han pedido cuentas al Gobierno Nacional.
Bogotá era el destino final de la Minga indígena de suroccidente, que inició el pasado nueve de octubre en El Pital, corregimiento del municipio de Caldono, Cauca, un territorio que lxs indígenas consideran como un espacio propicio para el diálogo. Luego de una asamblea en la que participaron cerca de 3.000 mingueros y mingueras para delegar varias comisiones, se definió una ruta de 600 kilómetros para la Minga, que pasó por Cali Armenia, Ibagué, Fusagasugá, Soacha y finalmente Bogotá. A lo largo de su recorrido se unieron casi 5.000 indígenas más.
Caldono ha sido el territorio en el que los pueblos indígenas le han pedido cuentas al Gobierno Nacional. Hace más de un año, en abril de 2019, la Minga citó al presidente Iván Duque para tener un debate público acerca las exigencias de cerca de 126 comunidades indígenas que se centraban, esa vez, en la ejecución del plan de desarrollo, el presupuesto destinado por la entonces ministra del Interior Nancy Patricia Gutiérrez de 843.000 millones de pesos que serían invertidos en educación, salud y proyectos productivos de dos departamentos: Cauca y Nariño.
Este año, la Minga se convocó por el aumento de la violencia en los territorios ancestrales, por la amenaza inminente al derecho de vivir en paz y por las multinacionales que se niegan a salir de esos territorios. Una vez más, lxs indígenas citaron al presidente a un debate público. La presidencia exigía como condición que el debate se hiciera a puerta cerrada, pero eso simplemente iba en contra de la esencia de la minga: un diálogo público con la comunidad. Sin embargo, la negativa no solo se dio por el espacio en el que se realizaría, sino porque desde la Fiscalía General de la Nación, en cabeza de Francisco Barbosa, señalaron y estigmatizaron a la Minga. La Fiscalía afirmó que la minga podría estar infiltrada por grupos ilegales y que además había un plan terrorista para asesinar a Iván Duque. Así, el presidente, efectivamente, sí llegó a Caldono, pero se dirigió a un centro lúdico, un lugar a puerta cerrada a solo 200 metros de la plaza principal, donde lxs líderes indígenas y la comunidad lo esperaban para dialogar. La ausencia del presidente se hizo viral tanto en redes sociales como en medios de comunicación: la imagen de una silla vacía ante los pueblos indígenas decepcionados.
Como no pudieron dialogar con el presidente, la Minga decidió movilizar a lxs 8.000 mingueros hasta Bogotá. Si Duque no va a la montaña, la montaña viene a Duque. Las exigencias, como mencionamos, no distaban mucho de los años anteriores, pero tenían una petición fundamental: el respeto y la garantía del derecho a la vida. Según datos de Indepaz, durante la presidencia de Iván Duque 167 líderes indígenas han sido asesinadxs. Por si fuera poco, de las 67 masacres que van en este 2020, nueve ocurrieron en Cauca, nueve en Nariño y tres en Valle del Cauca. Departamentos en los que se encuentran ubicados la mayoría de resguardos indígenas que se movilizaron en esta Minga. Adicional a eso, esta Minga exige el respeto por sus territorios, la salida de multinacionales que le apuestan a proyectos de megaminería que, afirman, están contaminando y explotando su tierra, la salida de grupos armados ilegales, el cumplimiento de los acuerdos de paz y el fortalecimiento de la democracia. Así lo explicaban varios de ellos durante la mañana mientras se alistaban, en medio del voleo que significa miles de personas preparándose para una marcha en la capital.
Durante la presidencia de Iván Duque, 167 líderes indígenas han sido asesinadxs.
“La Minga salió por la vida y el territorio. Con la pandemia nos encerraron y quisieron seguirnos matando”, afirma convencida Daniela Cardona León, cacica del pueblo Nasa en el territorio de Jumbo, Valle del Cauca. Minutos antes de salir a marchar, la voz de Daniela, que hace parte de la ORIVAC, Organización Regional Indígena del Valle del Cauca, se anteponía al ruido masivo de la mañana, mientras enumeraba con rapidez cuáles fueron los motivos para convocar a la Minga y qué problemáticas agudizó la pandemia para su comunidad. “Creció el número de muertes de líderes y lideresas tanto indígenas como campesinos, afros. Por eso esta Minga es social y popular, para que todas estas organizaciones se junten y luchemos por lo mismo”.
La Minga empezó a tomarse la vía pública. La marcha hacia la Plaza de Bolívar estaba empezando. Con Johana*, periodista indígena awá y miembro del CRIC, Consejo Regional Indígena del Cauca, empezamos a caminar hacia la salida del Palacio de los Deportes, siguiendo a las distintas delegaciones de indígenas y a la guardia que empezaba a rodear a lxs marchantes para cuidarlxs. “Dentro de los pueblos originarios, la Minga tiene un sentido bien amplio. Incluso desde lo espiritual. Dentro de la Minga está la música, está la danza, la cocina, el diálogo…” Johana resaltaba la importancia de la Minga como práctica y lucha colectiva, mientras esperábamos la señal para empezar a caminar. “La Minga es social y comunitaria por eso mismo, porque permite que todos los sectores nos juntemos a hablar, a dialogar sobre lo que está pasando, que son las problemáticas tan complicadas como los asesinatos, las masacres, la entrada de las multinacionales a los territorios, que están violando los sitios sagrados…sobre todo con la megaminería y con los monocultivos, por ejemplo, en el norte del Cauca con Incauca”.
Empezamos a avanzar. Tomamos la carrera 30 lentamente mientras la pregunta apuntaba hacia el plan a seguir de la Minga: ¿Qué iba a pasar si el presidente lxs dejaba plantadxs, incluso después de movilizarse hasta Bogotá y esperarlo en la Plaza de Bolívar? Johana reiteró que el objetivo principal de la Minga no era precisamente llegar a hablar con Iván Duque, pues esta forma de resistencia y las exigencias de los pueblos lo sobrepasan, van más allá de él: “Yo creo que la Minga no tendría que haber tenido ese fin. El Gobierno no va a dar solución a todas las problemáticas que se tienen. Lo más importante de la Minga son esas vivencias que permiten que los sectores sociales hoy tengamos un espacio para compartir lo que nos duele e incluso las resistencias que se están dando en los territorios”, explicó, mientras mantenía el paso de la marcha. “Lo más fuerte de la Minga es que el país está viendo que hay una esperanza a la cual se pueden unir”.
Lo que mencionaba Johana recalcó las palabras que Daniela mencionó antes de salir a marchar, rechazando al Gobierno Nacional: “Esto también es sobre motivar a los colombianos a que salgan, a que digan: yo también necesito defender mis derechos. Si él (el presidente) no va, nosotros vamos a continuar aquí en Bogotá porque igual este es nuestro territorio también”.
La llegada de los 8.000 mingueros y mingueras en plena pandemia ha generado todo tipo de rechazos y cuestionamientos por parte de diferentes sectores políticos, incluido el de funcionarixs del Gobierno. Antes de su llegada a Bogotá, el Centro Democrático solicitó una tutela con el objetivo de impedir la llegada y la estadía de la Minga en la capital. Sin embargo, el juez no solo falló en contra de esta tutela, sino que le ordenó al Ministerio del Interior apoyar a la Alcaldía de la ciudad con medidas de protección para evitar el contagio entre lxs manifestantes. Entre estas medidas se incluyen “la entrega de tapabocas y disposición de lavamanos y gel antibacterial”. Asimismo, la decisión del juez también obligó a conformar una mesa técnica de trabajo para que tanto el Gobierno Nacional como el Distrital coordinen la manera de proteger el derecho a la protesta social. La Alcaldía empezaría desde hoy esa mesa de trabajo.
«Si él (el presidente) no va, nosotros vamos a continuar aquí en Bogotá porque igual este es nuestro territorio también”.
Seguimos el camino que tenía la siguiente ruta trazada: la NQS hacia el sur hasta la calle 26 para luego subir por la Carrera Décima hasta la Calle 19 hacia la Plaza de Bolívar. En la caminata pudimos hablar con otras tres mujeres indígenas de distintos territorios que, al igual que Daniela y Johana, venían viajando con la Minga desde Cauca, Valle del Cauca y Nariño para demostrarle a lxs colombianxs que su lucha por la vida nos incluye a todxs: blancxs, mestizxs, afros, raizales, palenquerxs, gitanxs y campesinxs.
Nos detuvimos un momento al frente del cubo amarillo de Colsubsidio, a la altura de la calle 53 con carrera 30. Allí empezamos a caminar con Lina Marcela Niquinás, indígena del territorio ancestral de López Adentro, ubicado al norte del departamento del Cauca, mientras reafirmaba la verdadera intención de la Minga en Bogotá: “A nosotros no nos importa mucho si el Gobierno quiere o no quiere dialogar con nosotros” aseguraba mientras mantenía el paso de la marcha, que parecía crecer a cada paso. “Nosotros sabemos cuáles son los derechos que tenemos y cuáles nos han vulnerado y nos siguen vulnerando. Ahora queremos decirle al pueblo colombiano lo que está pasando con nosotros y en nuestro territorio”.
A lo que más le teme Lina es a que después de la Minga y de la movilización masiva, las cosas sigan igual en sus territorios: “Lo que más me preocupa es que después de todo esto no pase nada, que sigan asesinando líderes y lideresas, que sigan vulnerando los derechos en cuanto al territorio, pero pues nosotros no perdemos la esperanza y seguimos en pie de lucha”. Una de las preocupaciones relacionadas con el territorio es la aspersión aérea con glifosato. El Espectador documentó la semana pasada que en las zonas de El Tambo y El Naya están gran parte de los cultivos ilícitos de ese departamento, algo que preocupa a la comunidad por la intención del Gobierno de retomar esta forma de erradicación de cultivos ilícitos.
Según datos oficiales de la Fundación Feminicidios Colombia, en el Valle del Cauca, se ha registrado la mayor cifra de feminicidios en lo que va del 2020: al menos 30 casos.
Detrás de Lina, siguiendo el paso lento pero seguro de la movilización, estaba Yurani Elizabeth Canacuán, indígena del resguardo Nasa Cerro Tijeras, ubicado en el municipio de Suárez, norte del Cauca. Mientras sostenía una bandera roja y verde, colores simbólicos del CRIC, Yurani hablaba de la Minga alzando la voz por encima de su tapabocas: “Las mujeres de la Minga nos movilizamos porque para el pueblo Nasa la mujer es la vida, es la persona que educa a sus hijos dentro de casa. Somos las orientadoras y por ende estamos acompañando”. Yurani, quien hace parte de ACIM, la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, explica que la Minga es el mecanismo de resistencia que han implementado los territorios indígenas en el país, y es consciente de que las mujeres indígenas tienen sus propias exigencias dentro de esta. “En este momento la dignidad, el no maltrato a la mujer es lo que exigimos, menos victimización por parte de todos”. Según datos oficiales de la Fundación Feminicidios Colombia, en el Valle del Cauca, se ha registrado la mayor cifra de feminicidios en lo que va del 2020: al menos 30 casos.
Las mujeres como Lina no solo están exigiendo dentro de este espacio de resistencia el cese de la violencia contra mujeres y niñas, sino que piden espacios de participación política, como también explicó Daniela al inicio de la jornada. “Ha sido un tema de la lucha de las mujeres para que se nos abran espacios. No solamente las indígenas, sino en general a las mujeres, para que nos dejen de estigmatizar y nos dejen de ver como débiles”. Para Daniela, solo hace falta revisar la historia para darse cuenta que la mujer está a la cabeza: “Sin la mujer no hay vida, porque sin la mujer no habría ni paz, no habría familia, no habría nada”
Llegando a la altura de la calle 45 con Carrera 30, nos encontramos con Juliana Güetio, una mujer indígena Páez del Resguardo La Concepción, de Santander de Quilichao en el Cauca. Sobre su chaleco azul de la guardia indígena sobresalían los collares y los aretes tejidos que tenía puestos, de colores amarillo verde y rojo, brillantes por el sol de mediodía. Mientras caminaba con el resto de la Minga, Juliana explicaba que dentro de sus pueblos originarios, las mujeres son concebidas como tejedoras de vida. “Defender la vida porque somos productoras de ella y debemos defenderla. Como amas de casa, como líderes de los territorios debemos cuidar de lo que es nuestro. Esa es nuestra lucha y nuestra función como mujer”. Para Juliana, la mayor problemática que enfrenta su territorio es precisamente la violencia contra la mujer. “Es algo que se ha presentado mucho y contra lo que luchamos, contra los ideales que tienen muchas mujeres sobre el maltrato o lo que se considera que es correcto y no es más que un acto de violencia”.
Juliana y su grupo volvían a perderse entre la masa inmensa que era la Minga, que desde arriba, desde los puentes peatonlaes parecían un ejército de hormiguitas azules, verdes y rojas. La marcha seguía avanzando y creciendo entre consignas típicas como “Guardia, Guardia, Fuerza, Fuerza”, lemas que componen el himno de la Guardia Indígena, y entre cantos propios hacia la vida y hacia sus territorios.
Cerca de la 1:30PM, la Minga entró a la Plaza de Bolívar. Entre danza y música le recordaron al presidente Iván Duque, hacia las cuatro de la tarde, que la invitación seguía en pie para continuar los diálogos sobre la situación en los distintos resguardos de los territorios que hicieron parte de esta Minga. El domingo varias organizaciones sociales que componen la Minga se reunieron con la Defensoría del Pueblo y funcionarios del Gobierno, en donde líderes indígenas como Darío Tote aseguraron que Duque tenía plazo hasta ayer al mediodía para dar una respuesta clara sobre el encuentro que exigen no solo organizaciones indígenas, sino también las organizaciones campesinas y afro. Por su parte, el presidente no asistió ayer a la Plaza, y respondió a la Minga que “nadie puede argumentar que se requieren aglomeraciones para ser escuchado”, refiriéndose al riesgo de contagio por la multitud convocada. Duque, quien afirmó que su gobierno está trabajando para un plan de desarrollo con “un capítulo específico para las minorías”, argumentó que “no puede ser un momento para que sea la política, los intereses electorales o electoreros, o simplemente los antagonismos los que traten de fracturar el espíritu de recuperación”.
Ayer en la tarde, a través de un tuit, el Alto Comisionado para La Paz anunció que hoy viajaría a Totoró, Cauca, donde tenía una cita con la Minga indígena. Según esta fuente, serán nueve visitas a los territorios indígenas como resultado de lo acordado el cinco de octubre de este año. No queda claro por qué precisamente en este momento el Comisionado decide viajar hasta estos territorios cuando la Minga indígena se encuentra en la capital desde ayer y tocó la puerta del Estado en Bogotá.
Ante la estigmatización de medios de comunicación como Semana que desvió la lupa de las denuncias graves y los reclamos legítimos de la Minga hacia una supuesta infiltración por parte de grupos ilegales como el ELN, las mujeres indígenas responden que “esta es una manera de demostrarle al Gobierno que no todo es violencia y que lo estamos haciendo de una manera responsable y de la mejor manera. Han dicho que hay que respetar las movilizaciones y que no se pueden estigmatizar y eso es lo que estamos buscando, que no nos sigan estigmatizando y demostrar que sí nos podemos movilizar de manera pacífica”, concluye Juliana.
Tanto ella, como las demás mujeres dejan en claro que la Minga es un acto político más grande que cualquier gobierno, que cualquier presidente. La Minga es un acto colectivo de los pueblos indígenas, y que año tras año se fortalece como símbolo de dignidad. Este año vuelven a exigirle al gobierno, al Estado, a la sociedad lo básico que debería garantizarse a cualquier ciudadanx: la protección de la vida y la protección de los territorios que cada quien habita y las garantías democráticas para habitar cada uno de esos territorios.
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