Dani Alves: cinco preguntas sobre un caso… ¿Diferente?

Un mes después de la inmensa alegría que sintió este lado del mundo por el triunfo de la Selección Argentina en el mundial de Qatar 2022, el fútbol vive uno de los episodios más lamentables de su historia reciente: el futbolista brasilero-español Dani Alves habría violado a una joven de 23 años en una discoteca de Barcelona. 

El 20 de enero Alves fue detenido en la ciudad por una acusación de agresión sexual contra una mujer ocurrida el 30 de diciembre en la discoteca Sutton. La víctima iba acompañada de una amiga y una familiar. Unos hombres mexicanos las invitaron al VIP. Ahí estaba Alves, de 39 años. El ahora exjugador del Barcelona conversó con ellas y se acercó a la víctima. Esta cuenta que le susurró algo en portugués y la llevó al baño del VIP, ella no sabía que había detrás de la puerta. Quiso salir, pero él no la dejó. La empezó a llamar “mi putita”; se sentó en la taza del baño y agachó a la mujer, obligándola a hacerle sexo oral, pero ella se resistió. Luego la habría golpeado y violado. La víctima intentó huir tras la agresión pero Dani le dijo que él salía primero. El dos de enero, con Alves fuera del país, la víctima ratificó su denuncia en el juzgado. 

No es la primera vez que recaen acusaciones de este tipo sobre futbolistas. Los casos abundan:  Robinho (condenado por la justicia italiana de violar en grupo a una mujer), Cristiano Ronaldo,  Santi Mina, Benjamin Mendy e incluso Neymar han protagonizado titulares por acusaciones relacionadas con violencia sexual y otras violencias basadas en género que han sido acalladas con acuerdos monetarios,  la evasión de la justicia o la conclusión o vencimiento de términos “a falta de pruebas”.  

Mejor dicho, la violencia sexual por parte de los jugadores de fútbol no es una novedad. Por eso el mundo se ha extrañado de ver a Dani Alves privado de su libertad tan pronto. Los primeros días de este caso han sido la excepción a una regla de inacción e impunidad que se maneja en el mundo futbolístico. Casi siempre los jugadores se han salido con la suya cuando se trata de estas denuncias. ¿Por qué en el caso de Alves ha sido diferente? A continuación, algunas preguntas sobre este a modo de reflexión.  

1. ¿Por qué en este caso los protocolos si funcionaron? 

Algo sorpresivo de este caso fue la existencia de un protocolo de violencia sexual en una discoteca, algo casi inexistente en nuestro país. También la eficiencia de las autoridades. Tras la agresión, el futbolista fue a la barra del lugar por un último trago y no volvió al VIP donde estaba su amigo Bruno, quién se mostró dispuesto a colaborar en la investigación. La víctima se fue del lugar con su prima. A la salida se encontraron con un portero con el que habían hablado antes. Al verla tan mal este preguntó “¿Qué pasa? ¿Mal de amores?”, y ahí se supo lo que había pasado. 

Inmediatamente se activó el protocolo de protección a la víctima. Esta fue llevada a una sala, llamaron a la policía catalana, pero Dani ya se había ido. Ester García López, abogada de la víctima dijo a medios que la unidad de delitos sexuales de Barcelona actúo de inmediato y la víctima salió en ambulancia de Sutton a la Unidad central de Agresiones Sexuales. Esta efectividad es atípica cuando se trata de casos de violencia sexual. Generalemente no existen protocolos que guíen, hay demoras en los procesos y las autoridades entran a cuestionar el relato de la víctima, haciéndola dudar sobre si denunciar o no, perdiendo así pruebas en el camino.

2. ¿Si hay tantas pruebas, por qué tanta gente se resiste a creer que el futbolista haya violado a una mujer? 

Según exámenes practicados a la víctima en el Hospital Clínic, esta presentaba lesiones por una agresión sexual violenta. Además sus declaraciones concuerdan, contrario a las de Alves. 

En redes sociales hay gente que se pregunta “¿Qué necesidad tiene Dani de violar a una mujer?”. Es decir, para un sector de quienes siguen el caso, existen hombres que si tienen la necesidad de violar, y que esa necesidad está atada a qué tanto talento, exito y dinero tenga un hombre. El que no entonces podría necesitar violar, según esa mentalidad. ¿Cómo una víctima podría obtener justicia con una sociedad que piensa así? 

3. ¿Cuántas pruebas se necesitan y a qué nivel de revictimización se debe llegar para que la sociedad les crea a las víctimas? 

Los protocolos efectivos y la celeridad de las autoridades no son la única diferencia de este caso. También hay un gran número de pruebas que demuestran la violación: videos de cámaras de seguridad, el informe clínico, el vestido de la víctima, un video de ella grabado por error por un policía. Todo esto sumado a las contradicciones en el relato de Alves. Aún así, mucha gente no cree que el futbolista haya violado a la mujer. Aunque esté en la cárcel por esas pruebas.

Es común que cuando los medios registran estos casos, muchas personas, en especial hombres, pregunten dónde están las pruebas. Y aún teniéndolas en frente, como en este caso, muchos salen a hacer chistes de mal gusto, comparando la agresión con el caso Clinton- Lewinsky o a defender a Alves por encima de todo, alegando su inocencia ”hasta que la justicia demuestre lo contrario”. Las pruebas que tanto piden no son suficientes para los mismos que siempre preguntan por ellas. Comentarios así en las redes solo invalidan el testimonio de las víctimas y las culpabilizan por su propio abuso. Todo esto no solo revictimiza a la denunciante, también hace que otras mujeres en situaciones similares duden sobre si denunciar o no a sus abusadores. 

4. ¿Por qué el estado del presunto victimario importa más que el de la víctima? 

Alrededor del mundo, ha sido noticia el estado emocional de Alves, incluso por encima del de la víctima. Titulares como “Dani Alves, ‘hundido y sin comer’: así está en prisión el futbolista más ganador” o “El tormentoso futuro de Dani Alves: más de un año para el juicio, tiene muy difícil salir bajo fianza y se enfrenta a una dura pena de prisión”, le dan mayor importancia a Alves y tratan de generar empatía con su estado actual, poniendo en segundo plano el delito.

A esto se suman declaraciones como las de su hermano, quien dice que a Dani Alves le “tendieron una trampa”. También las de su esposa Joana Sanz que días antes de eliminar las fotos con el jugador en su cuenta de Instagram había dicho “He visto muchas veces cómo mujeres se acercan al reservado, atrevidas, a intentar algo con mi marido en mi cara. Si lo hacen en mi presencia, no me quiero imaginar cuando yo no estoy”. Esta narrativa sitúa a Alves como el “talentoso jugador, amigo, hermano y esposo” antes que la causa de su captura, algo que seguramente usará la defensa a su favor. 

5. ¿Por qué hemos llegado al punto en el que una víctima renuncia a la indemnización por miedo a ser juzgada de “oportunista”, con tal de que le crean? 

Ahora parece que las víctimas tienen que renunciar a la reparación económica que les corresponde para que les crean y así evitar ser revictimizadas. Pero tener que actuar como ‘una víctima perfecta’ ya es una revictimización. Según el diario El País, en el caso de la víctima esta renunció a la indemnización porque quiere que Alves pague por lo que hizo con cárcel. 

Una reacción común cuando una mujer denuncia a un poderoso es creer que esta quiere dinero o “fama”, ¿Quién se inventaría algo así para obtener alguna de las dos? Aparte de renunciar a la indemnización, esta mujer tiene un relato absolutamente conectado. En medio del trauma que le ha podido significar lo que vivió esa noche, ella ha tenido que pensar con ‘cabeza fría’ sobre cuál sería la mejor forma de obtener justicia: renunciando a un derecho que le corresponde y manteniéndose firme en su relato. ¡Qué horror! 

Aun cuando este es un “caso ejemplar”, como dice Ester García López, o nos parezca un poco diferente, que no te crean cuando eres mujer y denuncias siempre es una posibilidad. En especial cuando el presunto perpetrador es un hombre poderoso y admirado por su talento: incredulidad, revictimización, cubrimiento de la prensa basado en el sufrimiento del victimario por ser responsabilizado sobre sus acciones, y otras. Lo primero que debería ser diferente de este caso, y del resto de casos que involucran víctimas de violencia sexual, es que le creamos a quienes denuncian. Solo falta esperar cómo actúa la justicia y se desarrolla el caso.

***

Sigue a Lilo en Twitter. Y sigue a MANIFIESTA en Instagram y Twitter.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

También te puede gustar