Un hombre intenta asesinar a su pareja, huye, se esconde, es capturado y ante los cargos se declara inocente. Sus argumentos para declarar su inocencia son las razones por las cuales la violencia contra las mujeres sigue viva. ¿Qué rol juegan los medios en todo esto?
¿La razón? El periódico El Tiempo publicó ayer una entrevista con el abogado defensor de Camilo Parra, el hombre que intentó asesinar a Ángela Ferro con un hacha el pasado 16 de octubre en el barrio El Redil, de Bogotá. Ángela sobrevivió a las heridas que le causó quien en ese momento era la pareja de la que se estaba separando por diferentes tipos de abuso dentro de la relación. El feminicida en potencia huyó del lugar, cambió su aspecto físico para ocultarse y se escondió en una finca en Fusagasugá, en donde fue capturado esta semana.
En la entrevista, que parece casi un decálogo patriarcal minuciosamente armado con los argumentos que usan los hombres misóginos que violentan a las mujeres, el abogado del agresor, quien se declaró inocente al imputarle el delito de feminicidio agravado en modalidad de tentativa, utilizó el argumento del consumo de alcohol como causante del crimen. Esto generó horas y horas (y horas) de tuits donde hombres y mujeres relataban con detalle lo que hacían borrachxs, y terminaban su tuit con “pero no cojo a hachazos a mi pareja”.
Más allá de la dinámica tuitera, que está bien lejos de ser reivindicativa de lo que ha vivido Ángela en los últimos días y es más bien revictimizante y despolitizante de la carga simbólica que implica un feminicidio o una tentativa, inquietan las respuestas dadas por el abogado, e inquieta más que un medio de comunicación publique estos argumentos sin un contraste sólido con perspectiva de género.
El abogado del agresor, César Augusto Londoño, de Londoño & Asociados, Abogados Consultores, comenzó afirmando que Camilo se “encuentra muy afligido” como un argumento que se repite mucho al momento de defender este tipo de crímenes. Apelar a la lástima, al pesar y a la búsqueda de empatía por el victimario, es una de las primeras cosas que intentan hacer los hombres que agreden a las mujeres. En muchos casos de agresión, incluso de intento de feminicidio, muchas mujeres no denuncian o quieren luego retirar la denuncia porque sienten mucho pesar o culpa por lo que está enfrentando su agresor. Esto como resultado de un ciclo interminable de manipulación emocional, donde el hombre siempre busca la manera de hacer sentir culpable a la mujer cuando es agredida, a través de argumentos como el del señor Londoño.
La máxima de este tipo de defensas para generar lástima o culpa es la del suicidio, tal y como dijo también el abogado, quien asegura que el agresor está “con tendencias suicidas porque él es consciente de que cometió un grave error en un estado de alicoramiento no propio de él”. El argumento del suicidio, o amenazar con suicidarse, o inlcuso hacerlo, siempre busca el objetivo de poner la carga de la agresión y de toda la situación en la víctima: es tu culpa que te haya agredido y es tu culpa que me quiera matar. Y frente a esto hay algo que debe permanecer siempre claro: nunca es culpa de las mujeres.
Este último argumento mezcla varias defensas que son también muy utilizadas en los casos de agresión contra nosotras. Está primero el del arrepentimiento, que unido con el argumento de la aflicción, de la lástima, busca que la víctima le crea al agresor, es un argumento que ofrece una promesa de no repetición: sé que te pegue, sé que intenté asesinarte, pero me siento muy arrepentido y nunca más lo voy a volver a hacer. En los casos de violencia intrafamiliar o agresiones de pareja infligidas a la mujer, es muy común que este arrepentimiento y esta promesa venga acompañada de regalos, buenos tratos y cambios positivos de comportamiento en el agresor. Esto dura algunos días y el ciclo de violencias inicia nuevamente. En el caso de Camilo, Londoño dice que el agresor siente un “profundo dolor y arrepentimiento”, como si ese argumento paliara de alguna forma su culpabilidad en un intento de feminicidio.
El otro argumento es el del consumo de alcohol, que fue el que causó el juego tuitero desde ayer. Este es quizá el párrafo más problemático de la entrevista pues, aparte de que Londoño anuda el consumo de alcohol, no habitual en el agresor según él, a la tentativa de feminicidio, la redacción del párrafo menciona una infidelidad que presuntamente cometió Ángela, como si fuera una sumatoria que no tiene pierde: estoy borracho, además me pusiste los cachos. Entonces, puedo intentar asesinarte.
Aparte de la entrevista de El Tiempo.
El alcohol es un argumento muy peligroso en este tipo de agresiones y tentativas, porque intenta disfrazar de aislado lo que es sistemático y estructural. La violencia de género, la misoginia, los abusos psicológicos, físicos y sexuales en contra de las mujeres no son provocados por el alcohol en casos aislados, y si bien el alcohol puede exacerbar estas agresiones en algunos casos, la violencia contra las mujeres es el resultado de una narrativa social que no solo sigue permeada de todo tipo de violencias contra nosotras, sino que las sigue normalizando y en muchos casos hasta celebrando. El entramado que compone las violencias basadas en género es complejo, y es amplio, y está presente en la vida diaria, todo-el-tiempo. Muchas mujeres entendemos esto, por eso las combatimos cada día a pesar de que nos sigan llamando exageradas.
No es exageración, es que entendemos que las manifestaciones más crueles de violencia en nuestra contra están enraizadas en esta cotidianidad, y que eso tiene que cambiar.
A todos estos argumentos, Londoño le sumó uno que también es una típica defensa de los agresores de mujeres: la carta religiosa. En Colombia la religión ha sido usada muchas veces como una manera de no reconocer crímenes y delitos: ‘Yo soy muy creyente en Dios, nunca me robaría esa plata’. Acá sucede lo mismo. Según los medios, Camilo es cristiano y su abogado resalta esto como algo que le limpia el nombre a su defendido. Ante esto solo una respuesta: ni el cristianismo, ni el catolicismo, ni ninguna otra religión evita que seas un feminicida. El doblemoralismo que te puede ofrecer una religión nunca va a excusarte de tu agresión contra una mujer.
Causa preocupación, e indignación, que El Tiempo presentara esta entrevista sin un contraste concreto a lo largo del texto. Sus intentos de contrastar la manera en la que defiende Londoño a su representado son pobres, mínimos, y evidencian sobre todo una carencia visible de enfoque de género en su contenido. Toda persona que comete un delito tiene derecho a defenderse, pero reproducir desde los medios de comunicación argumentos de defensa que normalmente son utilizados en este tipo de casos sin un debido contraste ni una visión crítica con enfoque de género es peligroso, pues ayuda a seguir justificando la violencia de género, la cual no tiene excusa bajo ningún motivo, y también sigue reproduciendo y reforzando estereotipos que debemos combatir para hacerle frente a estas violencias.
Es en estos casos, y en los cubrimientos de estos casos, cuando más se siente la necesidad de contar con medios de comunicación y con redacciones que tengan perspectiva feminista, o al menos nociones básicas sobre cómo cubrir sin revictimizar y sin ayudar a seguir fortaleciendo esta sociedad patriarcal. Y siguen preguntando: “¿Pero los medios feministas para qué?” Bueno, para esto. Para que los casos como el de Ángela Ferro sean cubiertos sin revictimizar, sin cargarle la culpa a la víctima y sin justificar una tentativa de feminicidio Ni estar borracho, ni tener celos, ni creer en Dios, ni estar en un estado de ira justifica el asesinato de una mujer, y todo el ciclo de violencias que viene antes de esto.
Pronta recuperación para Ángela y mucha fuerza. Acá, desde los medios, desde las redes, desde la justicia, hay mujeres feministas que la estamos apoyando y que estamos exigiendo reparación y no repetición para ella y su familia.
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