‘En la Tierra somos fugazmente grandiosos’: migrar, crecer, escribir

Siempre cargo libros en el bolso. Es casi un agüero y una forma de asegurarme de que esté donde esté voy a tener una vía de escape. En este newsletter quiero leer fragmentos en voz alta y contarles de los libros que llegan a mis manos semana a semana, así como de los momentos y lugares en los que me siento a leerlos. Spoiler: SIEMPRE serán libros escritos por mujeres y personas LGBTIQ+.

Para cerrar, una sección motivada por una curiosidad casi infantil. ‘Historia breve de cosas útiles’ está dedicada a entender de dónde vienen algunos artefactos de nuestra cotidianidad que supusieron revoluciones feministas. En otras palabras, cosas que son un poema.

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El libro que saqué a pasear esta semana: ‘En la Tierra somos fugazmente grandiosos’ de Ocean Vuong

Mi novio me prestó su Kindle y ahora amanezco con ella al lado. A él no le va a gustar ese detalle, me pidió cuidarla bien (perdón, A.). Pero es que el libro que estoy leyendo en el aparato habla de un niño, su mamá y su abuela. Mis tres debilidades.

Tiene una escena que me puso a llorar tres páginas seguidas y que quiero compartirles en este audio. Aquí el resumen: el niño, un vietnamita en Estados Unidos, iba en el bus del colegio, miraba por la ventana e imaginaba cosas que solo un futuro escritor podría. Otro niño, un rubio con corte de hongo, le estrelló la cabeza contra el vidrio. Otro niño le dio una bofetada. Los demás lo acosaron diciendo que no sabía hablar. Cuando todo terminó, el niño vietnamita se miró los pies, las zapatillas con suelas centelleantes que le había regalado su mamá y pensó que eran “las ambulancias más pequeñas del mundo, rumbo a ninguna parte”.

‘En la Tierra somos fugazmente grandiosos’ (2019) es una carta extensa de Ocean Vuong, el niño hecho autor queer, a su mamá que no sabe leer. 

La noche después de la golpiza en el bus, cuenta Ocean, ella le preguntó “¿Qué clase de chico permite que le hagan eso?”. Cuando no pudo responder y empezó a llorar, ella lo sacudió, le dio la tercera bofetada del día y luego le dijo que no podía defenderlo. “Yo no sé inglés para ayudarte. No puedo decirles nada para pararles”. 

Hace mucho tiempo no leía algo tan lacerante: un niño con la cara reventada mirando sus zapatillas de ambulancia y una madre mucho más asustada que él, incapaz de defenderlo.

A esta historia familiar la atraviesan la migración, la orientación sexual diversa, la crisis de opioides en Estados Unidos, el 9/11, todo bajo la sombrilla de una estructura narrativa asiática llamada ‘kishōtenkets’ que se caracteriza por carecer de picos dramáticos: “sin héroes o villanos (…) sin escape a otro lugar”. Personajes que encuentran dicha donde están, explica el autor.

Hace mucho no recomendaba un libro con este nivel de certeza.

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