¿Es posible que las mujeres que integran las derechas sean feministas? Es imposible, al menos en la ‘extrema derecha 2.0’, como ha llamado el historiador Steven Forti a la ola de partidos políticos y personajes ultranacionalistas, antiderechos, que en sus redes sociales reproducen discursos de odio contra mujeres y poblaciones diversas. Los gobiernos de Hungría y Polonia, el avance del partido Vox en España, la elección de Giorgia Meloni en Italia cerraron el cerco de esta derecha en Europa. Con Meloni, nos preguntamos qué papel cumplen las mujeres en el avance de esta nueva agenda de ultra derecha.
La polémica lista de “Sí” y “No” que proclamó en Madrid, en una reunión del partido español Vox, resume la agenda de Meloni y el partido neofascista que fundó: “Sí a la identidad sexual, no a la ideología de género. Sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista. Sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva”. El tono, el contenido, el planteamiento de un discurso de odio como una opinión, son rasgos en común de la extrema derecha que “se enmarca en un clima cultural global”, según Forti.
Aunque el panorama es distinto actualmente en América Latina, donde se están levantando gobiernos progresistas con líderes como Petro, Boric, Fernández y más recientemente Lula, la oposición de una derecha herida y en proceso de reinvención parece estar nutrida de figuras parecidas a Meloni. En el caso de nuestro país, de hecho, María Fernanda Cabal, senadora del Centro Democrático y quizá la líder más visible de la ultraderecha colombiana, ya ha sido llamada la ‘Meloni colombiana’.
Pero ‘la Cabal’ no es la única mujer que representa la agenda y los intereses de la derecha post uribista en Colombia. Como ella, hay más líderes políticas que demuestran una consigna repetida: el liderazgo político de una mujer no necesariamente significa un avance para nuestros derechos. Mucho menos si esa mujer defiende un orden conservador y patriarcal, así como las concepciones más tradicionales –y neoliberales– de la familia, la vida, la libertad y la autonomía corporal. Algunas de ellas tienen agendas y un capital electoral que crece por su cuenta. Otras encarnan la instrumentalización por parte de proyectos políticos masculinos. En algunos casos han sido blanco de violencia política, pero también la han ejercido.
¿Quiénes son y qué rol clave están jugando las políticas que integran esta nueva derecha opositora? Para responder a esto y entender por qué debemos estar atentas a su avance, hicimos una selección de políticas que representan características profundas de esta derecha a la que adscriben. Aquí sus perfiles:
María Fernanda Cabal: discursos de odio y teorías de conspiración
“La Cabal ya venía con una tradición política larga, por su esposo, el presidente de Fedegán, y los vínculos de su familia con sectores empresariales en Cali y el Valle”, explica Patricia Alzate, doctora en estudios políticos y profesora de la Universidad del Valle.
María Fernanda Cabal Molina viene de una familia tradicional de Buga, antigua dueña del ingenio Pichichí sobre el que pesan denuncias de explotación laboral. La hoy senadora empezó a trabajar en el sector público en 2006, cuando llegó a la Fiscalía General de la Nación como directora de asuntos internacionales. Luego fue representante a la Cámara por su partido actual, el Centro Democrático, en 2014. Fue senadora del mismo partido en 2018. Su esposo es José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán. Ella misma fundó Fundagán, el brazo social del gremio ganadero.
“La figura de María Fernanda Cabal se vuelve importante en el inicio del Centro Democrático, en 2013, un momento delicado en el contexto colombiano por el avance de los Diálogos de Paz en La Habana”, dice Patricia Alzate. “Fue un contexto de campaña fuerte por el ‘No’ en el plebiscito. Un momento en el que tienen fuerza las fake news en las redes sociales. Y ella fue una figura muy estratégica para el partido por su discurso y su carácter, que rápidamente conectaron con los medios, a pesar de la falta de argumentación razonada”, agrega Patricia para explicar su ascenso político.
En esa época Cabal encabezó la lista a la Cámara del Centro Democrático. Desde entonces ha estado en el foco mediático, junto a Paloma Valencia, del mismo partido. Tienen en común la tradición familiar en la vida política: Cabal desde la élite económica, Valencia por ser nieta de Guillermo León Valencia, ex presidente conservador del Frente Nacional.
“Son mujeres con formas muy diferentes de hacer política. Creo que Paloma es más reflexiva y fuerte intelectualmente, mientras que María Fernanda es efectiva en su discurso, en redes sociales. Muy efectiva para incendiar y capturar las emociones de un público”, dice Ana Paula Castro, abogada y consultora en temas de participación política de mujeres. De ahí que Paloma Valencia se pueda considerar desmarcada de la nueva derecha.
“Paloma se desmarca claramente de los discursos del odio, que son tan fuertes en Cabal”, opina Patricia, quien agrega un par de aspectos más en común entre ambas: surgen en el escenario de desprestigio de hombres clave en el Centro Democrático que terminaron encarcelados y han sido blanco de violencia política misógina.
A pesar de los puntos en común, es Cabal quien tiene mayor resonancia y se perfila como la sucesora de Álvaro Uribe. ¿Por qué? “En redes el discurso es facilista, mediático, de frases simples. Allí se ha trasladado el escenario del debate político. Tú eres más efectiva si eres popular, no por un ejercicio de ideas, crítico. Es un nivel de debate caracterizado por la baja intelectualidad”, explica Ana Paula.
María Fernanda Cabal despliega esta estrategia y la combina con lenguajes de odio. Por un lado, ataca los derechos sexuales y reproductivos de mujeres y personas LGBTIQ+. “Es una de las claras representantes de las narrativas del odio, la estigmatización y discriminación en Colombia”, dice Patricia. También, por su filiación con Fedegán, ataca derechos de poblaciones minoritarias en cuanto a acceso a la tierra.
Y va más allá: es fiel creyente de la teoría de conspiración globalista. “La agenda globalista de la ONU es un hecho. Causas como la ideología de género, la promoción del aborto sin límite de tiempo; las reformas a las instituciones castrenses hasta dejarlas ‘castradas’, son los objetivos a lograr dentro de un modelo de sociedad que impone la dictadura de las minorías, bajo la excusa de la inclusión social”, escribió en su sitio web en 2020.
En las pasadas elecciones legislativas fue la segunda congresista mujer más votada de la historia del país, después de Gilma Jiménez, con un capital electoral de más de 120 mil votos. Hizo campaña con temas como el porte legal de armas, un debate electoral en países como Estados Unidos o Brasil.
Sobre la capitalización de su discurso de cara al escenario electoral de 2026, Patricia y Ana Paula coinciden en que está ganando fuerza y no obedece a la instrumentalización. Ana Paula explica que Cabal ha desarrollado un liderazgo propio, pero que optar por una candidatura dependerá de las voluntades dentro de su partido.
Por otro lado, Patricia opina que los giros de izquierda a derecha son comunes en la región y que el crecimiento político-electoral de Cabal estará muy vinculado a las satisfacciones y decepciones que genere el gobierno de Petro. “Además, tiene un contrapeso importante en el trabajo que han hecho Francia Márquez y un sector de mujeres políticas feministas que, de largo aliento, vienen defendiendo unas luchas que cruzan la construcción de paz, los derechos sexuales y reproductivos”.
María del Rosario Guerra y Sara Castellanos: agenda antiderechos y vínculos religiosos
Estas dos mujeres tienen en común que ya no hacen parte del ente legislativo, pero siguen moviendo sus fichas políticas por fuera. ‘Charo’ Guerra, del Centro Democrático, se apartó de las elecciones legislativas pasadas. Sara Castellanos, en cambio, creyó que había sido elegida, pero luego de un reconteo perdió su curul en Senado. Ambas siguen incidiendo a través de dos referendos antiaborto que buscan “tumbar” la sentencia C-055 de la Corte, con la cual se despenalizó el aborto hasta las primeras 24 semanas de gestación.
Charo fue senadora del CD en el periodo legislativo pasado e integró la llamada ‘Bancada Pro Vida’. Esta fue creada en 2020 por senadores y representantes a la cámara, entre elles Milla Patricia Romero y Paola Holguín del mismo Partido. El 10 de mayo, este grupo de congresistas inscribió un comité promotor del ‘referendo pro vida’ ante la Registraduría.
“El referendo buscará modificar la Constitución en tres puntos concretos: protección constitucional de los colombianos que están por nacer, defensa de la vida desde la concepción y garantía de objeción de conciencia”, declaró la bancada.
En el caso de Sara Castellanos, iba a ser la senadora más joven, con menos de 30 años. Es hija del pastor César Castellanos y la ex senadora de Cambio Radical Emma Claudia Castellanos, fundadores de la iglesia Misión Carismática Internacional. El medio Vorágine denunció que esta iglesia estaba pidiendo a los fieles asegurar 25 votos semanales para la candidatura de Sara, quien fue concejala de Bogotá y ahora se encarga de recoger firmas para el otro referendo antiaborto del país, el referendo por la vida.
“Hace parte de una tendencia mundial. Las ultraderechas potenciadas en Europa están echando mano de otros discursos. Han encontrado otros nichos para identificarse de forma efectiva. Vuelven a hablar de Dios, familia y patria”, afirma Ana Paula.
Aunque Guerra y Castellanos no hacen parte del escenario electoral por ahora, siguen teniendo el respaldo de sus plataformas políticas. En el caso de Sara, también una de las iglesias evangélicas más concurridas del país. Ariel Ávila define a Misión Carismática Internacional como una secta que mueve candidaturas políticas desde hace tiempo, entre ellas la del hoy senador Miguel Uribe a la alcaldía de Bogotá en 2019.
Ávila explica que la combinación política y religión es un modelo que se basa en cuatro principios. Primero: separar moralmente a los miembros de la secta de quienes no profesan su culto. Segundo: favorecer en el poder solo a otros miembros de la secta con puestos y contratos. Tercero: sacar máximo provecho a la moral conservadora colombiana para ganar votos. Y cuarto, anular la capacidad crítica de les creyentes.
“Los discursos de muchas de estas mujeres son los que yo estoy escuchando aquí alrededor. Es lo que piensan familiares, vecinos”, dice Patricia. “Nuestra cultura política ha estado marcada por la religión y esa raíz es sólida”, concluye.
Yenica Acosta y Paola Holguín: sumisión y maquinaria en territorios
Las nuevas derechas no dejan sus viejos vicios machistas. “Hay figuras de menor envergadura que la Cabal, mujeres del Centro Democrático que explícitamente muestran una relación de subordinación y obediencia con Álvaro Uribe Vélez y que pertenecen más al ámbito regional. En esos casos sí podríamos hablar de instrumentalización”, afirma Patricia.
Si bien Yenica Acosta no es un nombre muy sonado, su caso ejemplifica lo que es ser una mujer que ocupa el lugar de un hombre en la política, desde posturas también patriarcales. Yenica es representante a la cámara por Amazonas y una de las fundadoras del Centro Democrático en ese departamento. Pertenece a la Bancada Provida desde el periodo legislativo pasado.
Es hija del ex gobernador Félix Acosta, condenado por corrupción. Los Acosta son uno de los clanes políticos del Amazonas y tras su condena, como cacique, Félix impulsó la llegada de su hija odontóloga al Congreso.
En un departamento con más de 22 pueblos indígenas, queda la duda sobre el nivel de representación que tienen con sucesores de caciques montados por maquinaria. Desde su curul, Yenica es opositora activa de las medidas del nuevo gobierno, como la reforma tributaria, y ha hecho de la defensa de la vida desde la concepción una bandera.
Por su parte, Paola Holguín pasó de ser periodista y profesora en una universidad de Medellín a asesora del gobierno Uribe desde 2003. Escribió una biografía, Uribe de carne y hueso, en la que intentó exponer el lado no autoritario del ex mandatario. En 2018 llegó al senado por el Centro Democrático, entre esa nueva camada de políticos como Iván Duque, que parecían representar un relevo generacional. Uribe, también electo, sentó a Holguín a su derecha para susurrarle consejos en las plenarias.
Como Cabal, Paola Holguín fue activista por el ‘No’ en el plebiscito. Y aunque parezca increíble, su posición se consideraba más fuerte. Tras la firma del Acuerdo Final, Holguín declaró que no iba a saludar a los firmantes que llegaron al Senado porque “ellos no tienen derecho de estar ahí”. Algunos congresistas definen su pensamiento como “calcado” de Uribe.
La obediencia, la lealtad y la sacralización de la figura de Álvaro Uribe son patrones comunes entre las mujeres del CD en regiones, quienes presumen de ser sus escuderas. “Las derechas han venido perdiendo voto femenino en el mundo. Por eso están buscando liderazgos de mujeres que no amenacen sus proyectos políticos”, explica Ana Paula.
Juanita Cataño: populismo enardecido y apología a las violencias basadas en género
Juanita Cataño es una tuitera juiciosa y reactiva. Además, le gusta vociferar en auditorios y calles. Antes de dedicarse de lleno a esa tarea, fue diputada del Valle por el Centro Democrático y candidata a la Cámara de Representantes en 2022, por Cambio Radical. En ese intento se quemó, entre otras razones, por ser la que más criminalizó la protesta social en Cali, epicentro del Paro y la represión policial en 2021. Aunque su carrera política está en pausa, Cataño es una de las grandes representantes de la extrema derecha en el país.
Si Cabal encarna los discursos de odio, lo de Juanita es apología a la violencia. Además de llamar ‘toma guerrillera’ al Paro Nacional, puso en la mira a jóvenes marchantes artistas, como el músico Álvaro Herrera, detenido ilegalmente en Cali el 28 de mayo de 2021.
“Los discursos de odio movilizan emociones. Son un problema que no estamos tomando en serio”, dice Ana Pula. Para Patricia, este ejercicio sistemático de las derechas solo legitima otras formas de violencia. “En medio de la mutabilidad de nuestro conflicto, los discursos que criminalizan a la izquierda terminan siendo combustible para el asesinato de líderes y lideresas social, así como de ex combatientes. Y eso no ha cesado”, opina.
Juanita Cataño ha excedido los límites declarándole la guerra incluso a movimientos de mujeres y feministas. Su último ataque es una muestra de la misoginia que la atraviesa. Tras cuestionar la denuncia pública de Hilary Castro, la menor abusada sexualmente en una estación de Transmilenio el 31 de octubre, tildó de terroristas a las mujeres que salieron a manifestarse al día siguiente y atizó la revictimización con comentarios como este:
Aunque, según Patricia Alzate, Cataño es una figura local menor y está estancada, en este punto nos preguntamos cuáles son los riesgos reales para las mujeres y personas diversas ante una eventual escalada de la extrema derecha 2.0, en la que, como vimos, no hay posibles aliadas.
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Esperen la segunda entrega de Mujeres en las nuevas derechas antiderechos, en la que hablaremos de periodistas, columnistas e influencers.
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