Este #25N volvimos a resistir juntas en las calles

Una nueva marcha conmemorando el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer volvió a dejar el mensaje claro en este año de pandemia: todas somos un rostro colectivo y no vamos a retroceder ni un centímetro con la lucha por una vida libre de violencias. Crónica sobre la movilización en Bogotá.

La primera conciencia que una adquiere como mujer feminista cuando pisa la calle un 25 de noviembre es que no estamos todas.

Siempre nos faltan muchas en la calle ese día. Lo sabemos. Primero nos faltan las que fueron asesinadas por algún feminicida que probablemente sigue impune. ¿Cuántas mujeres víctimas de feminicidio nos hicieron falta este 25 de noviembre que acaba de pasar? La cifra, ese número que siempre tiende enterrar al olvido a historias de vida, varía de fuente a fuente, de conteo a conteo y parece que nadie se pone de acuerdo mientras los feminicidios en el país no se detienen.

Luego nos faltan muchas otras: las mujeres que tienen que sostener un hogar con sus labores diarias, sin ningún tipo de corresponsabilidad ni apoyo, las que están viviendo en sus propias casas el infierno de la violencia doméstica, con todos los abusos, miedos y privaciones que eso implica. Nos faltan también las mujeres que deben atravesar cada día una jornada laboral inflexible para sostenerse, las mujeres que no pueden movilizarse, las mujeres cuya salud física o mental no les permite salir de casa y este año también nos hicieron falta las que tomaron la decisión de no exponerse o no exponer a algún contagio en medio de esta pandemia que ha traído consigo tantas violencias para nosotras.

Esa conciencia colectiva e implícita no fue diferente este #25N, que en Bogotá inició bien temprano en la mañana. El primer destino de las actividades programadas en la ciudad fue en el centro de Bogotá en el monumento de La Pola a las nueve de la mañana, que estaba intervenida para la conmemoración con pintas y pañoletas verdes y moradas. Luego de esperar un largo rato, con unas pocas de nosotras rodeadas por mujeres policías, empezó el grito del útero, organizado por el grupo Les Antipas, que le apuestan al cuidado y la pedagogía del cuerpo como primer territorio. Su ejercicio en este lugar consistía en sanar, colectiva y radicalmente. Fue el acto de ‘cosernos entre nosotras’ cómo contó Laura, una de sus integrantes. 

A través de la pintura corporal, las ofrendas de agradecimiento al río Vicachá que corre por el centro de Bogotá, la escritura de mensajes relacionados con esta fecha y una cartografía basada en los cuerpos para sanar, Les Antipas pudieron reapropiarse del eje ambiental de la ciudad durante toda la mañana, para poder sanar junto con el territorio los dolores inscritos en los cuerpos de las mujeres que llegaron a participar. 

Pintura corporal liderada por Les Antipas en La Pola. Foto por Victoria Holguín.

Muchas mujeres en colectivas, de manera individual e inscritas a diferentes organizaciones de la sociedad civil, se organizaron durante semanas previas con actividades, actos simbólicos, intervenciones artísticas y discursivas para este día, cómo es costumbre. Y este es el segundo año que la articulación #SomosUnRostroColectivo ha sido facilitadora y unificadora de la movilización feminista en Bogotá y el enlace entre actividades, ahora en todo el país. Esta gestión colectiva, que desde el pasado #25N empezó a cobijarnos a todas, tuvo mucho más alcance nacional este 2020. Por eso se decidió empezar a movilizar previamente en redes y en medios esta fecha como un #EstallidoFeministaNacional, que este año demostró estar cada vez más unificado y fortalecido con cada marcha feminista que tiene lugar en el país.

A las 10 AM, en frente de la Jurisdicción Especial para la Paz también estaba empezando el 25 de noviembre. Un plantón pequeño empezaba a rodear una caravana de mujeres víctimas del conflicto armado que venían desde distintos territorios para presentar sus denuncias relacionadas con violencia sexual en el conflicto armado colombiano. La lideresa Yolanda Perea, desde Chocó, encabezó el acto más visible del plantón: extender la colcha de la campaña ‘Arrópame con tu esperanza’ que usa el tejido y el cosido como herramienta de incidencia y visibilización de la violencia sexual ejercida dentro del conflicto armado.

Somos el grito de las que ya no están. Mensaje de mujeres en frente de la JEP. Foto por Jimena Madero Ramírez.

Esta forma de violencia dentro de la guerra en Colombia sigue en la impunidad en más del 90% de los 627 procesos penales. La gran mayoría se encuentran apenas iniciando la investigación sobre lo sucedido. Por su parte, mujeres víctimas del conflicto armado, organizaciones de la sociedad civil e incluso desde adentro de la JEP le siguen exigiendo a la Sala de Reconocimiento de Verdad que se abra un macro caso sobre esta forma de violencia ejercida sobre las mujeres en el conflicto.

Mientras la tarde llegaba y la lluvia empezaba a apaciguar el ritmo diario del corazón del centro de Bogotá, las mujeres empezaban a llegar a la Plaza de Bolívar cubiertas con ponchos y debajo de sombrillas, para participar y presenciar las actividades que iban a dividirse la jornada de la tarde este 25 de noviembre. Resguardarse momentáneamente de la lluvia, y luego llegar a ver casi un centenar de mujeres que ya se agolpaban cantando, era buen augurio del aforo de la marcha de la tarde, que tenía la variable de estar en medio de una pandemia, como todo ahora.

Siluetazo por las mujeres en la Plaza de Bolívar. Foto por Victoria Holguín.

La plaza recibía a las mujeres que iban llegando con una pancarta en forma de tira que se extendía a lo ancho de la plaza. Enlistados en esta tira, estaban los nombres de las mujeres que no nos acompañaban por culpa de la violencia feminicida. Según la Fundación Feminicidios Colombia, en lo que va del año por lo menos 187 mujeres han sido víctimas de feminicidio en el país. Otra actividad que estaba conmemorando la ausencia de estas mujeres era el siluetazo, en la que mujeres y niñas dibujaban con pintura violeta figuras de mujeres plasmadas en el piso de la plaza. Al fondo de esta, la colcha de la campaña Arrópame con tu esperanza se extendía de lado a lado, exhibiendo la historia del conflicto armado, la esperanza de la paz y el devenir a través de miles de tejidos de mujeres colombianas.

La tarde iba avanzando en medio de arengas, cánticos, mujeres que seguían llegando para unirse al Estallido Feminista Nacional en Bogotá. El cielo abría, las mujeres de derechos humanos que se organizaron desde la articulación Somos Un Rostro Colectivo se repartían el cuidado de las mujeres en la plaza e iban haciendo anuncios sobre la realización de diferentes actividades, y las más de 20 fotógrafas que también se articularon en disposición de este #25N iban registrando cada momento con sus lentes, encargándose de que sean las mujeres las que fotografíen a mujeres en estas marchas, y no los hombres, como usualmente pasa.

Luego de ver actos artísticos como el de las mujeres del Movice, que mezclaron baile, movimiento y canto, de ensayar una y otra vez la ‘Canción sin miedo’ de Vivir Quintana con la letra adaptada para visibilizar la resistencia de las mujeres colombianas o de escuchar las historias de dolor y de sanación de muchas de nosotras en un micrófono abierto dispuesto para quienes quisieran contarnos algo de ellas mismas, estábamos listas para ir a batir nuestros pañuelos en frente de la Corte Constitucional en un nuevo clamor a favor del aborto legal, y luego salir juntas a marchar. 

Por fin, luego de ocho meses de pandemia tras el #8M, nos volvíamos a encontrar.

Rodeando la plaza, la Corte se empezó a inundar de una marea incontenible de color verde y morado que brotaba de nuestras manos, mientras saltábamos ondeando nuestros pañuelos. ‘¡Hay que abortar, hay que abortar este sistema patriarcal!’ era la voz estruendosa que acompañaban nuestros saltos, mientras varias filas de Policía custodiaban la entrada a la Corte. Contenidas en la medida de una cuadra, parecía que el Estallido Feminista Nacional en Bogotá estaba listo para tomarse las calles este 25 de noviembre.

Siluetazo verde y morado en frente de la Corte Constitucional. Foto por Jimena Madero Ramírez.

La primera parada de la marcha en la capital era Medicina Legal, un lugar simbólico para las mujeres víctimas de violencia sexual, de violencia doméstica, para las víctimas de feminicidio. Según el último reporte de cifras de Medicina Legal, 19.966 mujeres han reportado violencia de pareja. Según Xinia Navarro, secretaria de Integración Social en Bogotá, hasta octubre se habían recibido 25.083 denuncias por violencia intrafamiliar. Más del 73% de estas denuncias fueron puestas por mujeres. También en lo que va del año, Medicina Legal ha realizado 12.850 exámenes para comprobar delitos sexuales en contra de mujeres. ¿Cuántas de estas denuncias siguen sin avanzar? ¿Cuántos de estos procesos legales siguen en la impunidad?

Marcando el paso por el ritmo de las batucadas, más de mil mujeres empezábamos a rodear la sede de Medicina Legal ubicada en la Calle 7A con Carrera 12A, guiadas por las organizadoras de logística de la articulación Somos Un Rostro Colectivo. Muy pronto, los tambores presentes emularon el beat base para empezar a cantar juntas ‘Un violador en tu camino’, la famosa intervención de las Tesis que recorrió el mundo el año pasado, más o menos por estas fechas. Mientras todas cantaban a gritos detrás de sus tapabocas “Y la culpa no era mía ni dónde estaba ni cómo vestía”, la Policía volvía a hacerse en fila para custodiar otra de las instituciones estatales, poniéndose en posición con sus escudos, mientras algunas mujeres partidarias de la acción directa en las marchas le rayaban sus escudos con cuatro letras bien claras: A.C.A.B (All Cops Are Bastards).

La marcha avanzando por la ciudad de Bogotá. Foto por Jimena Madero Ramírez.
Contra el Estado terrorista: autonomía feminista. Foto por Cosas que no tienen estética.

Volvimos a tomar las vías principales para llegar a la segunda parada, la sede de la Red Comunitaria Trans, para encontrarnos con nuestras compañeras trans. Entramos por la Calle 19 repitiendo en coro “a las mujeres trans, ¡las queremos vivas!”. Según cifras de la Red Comunitaria Trans, al menos 30 personas trans han sido asesinadas en lo que va de este año. La violencia transfeminicida se ha recrudecido los últimos meses en el Caribe colombiano, cómo pudimos contar en este texto.

La Red Comunitaria Trans nos recibió con una tarima instalada donde sonaba perreo, varixs líderes de la red hacían de maestrxs de ceremonias mientras una mujer traducía en lenguaje de señas para las asistentes que lo necesitaran. En frente de la tarima una comparsa ataviada de verde neón y negro hacía del asfalto su pista de baile, coordinadxs en una coreografía que les contorsionaba de lado a lado. A su alrededor, unas iluminaciones en colores neón les volvían el centro del público asistente. La comparsa era en realidad el nuevo colectivo de TOLOPOSUNGO, abreviación para TOdos LOs POlicías Son UNa GOnorr*a. Danny, una de las fundadoras de la Red Comunitaria Trans anunciaba la existencia de este nuevo colectivo en la tarima, mientras exigía a gritos la abolición de la Policía. Lxs agentes que estaban custodiando la marcha y el ingreso de las asistentes a esa cuadra permanecían inmóviles. Atrás de la tarima un cartel que rezaba grande ‘Las luchas trans son feministas’.

Las luchas trans son feministas. Foto por Victoria Holguín.

Luego de una intervención artística perreadora de Ángel, quien cantaba que las mujeres trans eran hechas de polvo de estrellas, se subió a la tarima Big Emma, una mujer trans activista y rapera de Medellín, quien en julio de este año protagonizó un hecho de violencia policial en su contra, cuando policías de Medellín la expulsaron del metro, alegando que estaba drogada y que se había saltado el torniquete. Big Emma desmintió las acusaciones, una jueza le dio la razón a ella y obligó a la Policía a ofrecer disculpas públicas. 

Con temas como ‘Puta o peluquera’, la artista fue ovacionada en tarima por las marchantes, mientras alentaba con el mismo mensaje que tenía el cartel detrás suyo: las luchas trans son luchas feministas. La organización, la autogestión, la inclusión de todas las diversidades, el respeto del espacio de una zona que habitan y donde tejen redes las trabajadoras sexuales fue lo que más resaltó de esta segunda parada. Luego de casi dos años de cierta tensión en marchas feministas pasadas, las compañeras trans hicieron parte de la movilización y fueron integradas a la marcha en su propio espacio, de forma amorosa y reemplazando la solemnidad de una fecha conmemorativa por la música, el baile, los discursos y consignas y la celebración de nuestras vidas y nuestras maneras diversas de resistir. 

Luego de un buen rato congregadas en el barrio Santa Fe, empezamos a movernos hacia el destino final de la marcha en Bogotá: la Plaza de la Hoja. Allá, parte de la logística integrada por mujeres de la articulación Somos Un Rostro Colectivo nos tenía preparada una tarima con actos musicales preparados, una pequeña feria de emprendimientos de mujeres para la venta y algunas plataformas para mujeres que quisieran patinar durante el plantón en esta plaza. Cuando rodeábamos el centro comercial Calima, hubo un enfrentamiento al inicio de la marcha entre organizadoras y el bloque feminista radical, que se integró a la marcha desde ese punto, luego de haber convocado una concentración independiente en el Parque Nacional. La versión de los hechos que más se difundió en redes sociales al otro día, es que una de las gestoras de derechos humanos de la articulación le echó pintura al cartel de una de las integrantes del bloque radical que acababa de integrarse a la marcha.

Alrededor, varias mujeres ejercían acción directa haciendo pintas en buses de Transmilenio, en la vía y en la entrada del centro comercial, mientras eran intervenidas por las gestoras de convivencia del Distrito que acompañaban la marcha. En ese momento el Esmad se atravesó al inicio de la movilización, dejando dividido al bloque radical con policías y gestoras de convivencia arriba del puente, y al resto de la marcha abajo. El momento de tensión se disolvió rápidamente, dejando el sinsabor de que hubo una agresión entre mujeres en el día de la eliminación de las violencias en contra de las mujeres. 

Así como luchamos juntas ante la violencia que ejercen los hombres en nuestra contra, la exclusión, de lado y lado, también es violencia ejercida por nosotras mismas.

El bloque feminista radical uniéndose a la marcha. Foto por Cosas Que no Tienen Estética.

La Plaza de la hoja se iba calentando cerca de las nueve de la noche con los ánimos de las marchantes que iban llegando. Arriba de la tarima, algunas maestras de ceremonia de la articulación organizadora avivaban el parche dándonos la bienvenida, recordándoles a los hombres que se atrevieron a marchar ese día que la prioridad del espacio era para nosotras y hablando del agradecimiento que sentíamos de que las mujeres de este espacio nos acogieran otro año consecutivo en esta plaza.

Rap, chirimías y cantos activistas musicalizaron el rato en la plaza mientras todas aguardaban uno de los momentos más esperados de la marcha: que el trapo con el mensaje de Somos Un Rostro Colectivo nuevamente se descolgara de lo más alto de la plaza. El momento se repitió, tal como el año pasado, mientras todas veíamos desde abajo cómo nos cobijaba nuevamente esa consigna que sigue creciendo por todo el territorio nacional. Mientras sonaba al unísono “cantamos sin miedo, pedimos justicia, gritamos por cada desaparecida, que resuene fuerte ‘¡Nos queremos vivas!’ ¡Que caiga con fuerza el feminicida!” todas recordábamos nuevamente que no estábamos completas esa noche, que nos faltaban muchas a nuestro lado. 

Pero por ellas, por las ausentes, estábamos todas juntas allí. A pesar de la pandemia, a pesar del frío, a pesar de la lluvia, caminamos, cantamos, bailamos, saltamos y nos congregamos en cada plaza con ellas al lado. La movilización del #25N en medio de un año pandémico, con consecuencias tan nefastas para las mujeres de este país, demostró que los movimientos feministas y de mujeres están más vivos que nunca y que ante la pandemia de violencias: ¡Juntas resistimos! 

Esa noche el mensaje fue claro: no estamos dispuestas a retroceder debido a la pandemia sobre el terreno ganado. Ni ahora, ni nunca más. El camino a seguir es hacia adelante, luchando en todos los espacios por la reivindicación de los derechos que aún nos faltan. Ni la movilización del pasado #21N, ni la conmemoración de otras fechas relacionadas con el Paro Nacional, ni el resto de movilizaciones que se han convocado durante los últimos meses han dejado tan claro un mensaje como los movimientos feministas en el país. Y esto es probablemente gracias a la organización y la gestión de mujeres que le apuestan año tras año a crecer de manera horizontal, como una ola expansiva, por todo el territorio nacional. ¡Colombia entera será toda feminista!

¡Las calles son nuestras! Foto por Jimena Madero Ramírez.
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