Feminismos y libertad de prensa: dos luchas que no pueden ser excluyentes

La nota publicada por Noticias Uno durante el fin de semana abrió un debate vivo del que queremos participar: ¿Insistir en la exigencia de que los medios de comunicación envíen mujeres periodistas a cubrir marchas y espacios feministas no mixtos debe ser considerado una agresión a la prensa? 

Foto: Jimena Madero Ramírez.

“COMBATIENDO LA VIOLENCIA CON VIOLENCIA” – se lee en la nota que hizo Noticias Uno el pasado 16 de enero sobre el plantón en Medicina Legal del día anterior, donde decenas de mujeres y colectivas feministas se reunieron con carteles, arengas y algo de acción directa contra las instalaciones y los escudos de la Policía a clamar justicia y a manifestar su rechazo en contra de al menos 15 feminicidios registrados en lo que va del año.

“Frente a los errores de Medicina Legal en la identificación de las víctimas de feminicidio, varios colectivos de mujeres programaron una manifestación justificada por las cifras, en las que ellas mismas agredieron a la prensa”. La periodista abre la nota con esta frase, en donde aparecen mujeres que representan al colectivo Mujeres Indígenas Nasa Hilando Pensamiento y a la Comisión de Género del Partido FARC concediendo entrevistas al medio para explicar los motivos del plantón.

No es lo mismo que un grupo de ultraderecha restrinja medios para mantener la imposición de una postura hegemónica, a las exigencias de un movimiento político que quiere sentirse seguro en sus propios espacios.

Y luego de hablar del feminicidio de María Camila Núñez en Montelíbano, Córdoba, uno de los más recientes del país, el enfoque de la nota da un giro: “paradójicamente los grupos de las feministas que protestaban contra la violencia se tornaron violentas con algunos de los medios de comunicación a los que exigieron retirarse y no grabar por tener en su equipo periodístico a hombres camarógrafos”. El video muestra que las mujeres del plantón le exigen al camarógrafo que se retire con frases como “desde hace rato se les dijo que manden mujeres, cuál es la quejadera” o “te estamos diciendo de buena forma”. También le hacen una amenaza: “La verdad si no te vas te voy a rayar el lente de la cámara”.

La nota cierra diciendo que ‘las agresoras de la prensa no cedieron’, refiriéndose a las mujeres feministas del plantón que se reunieron para exigir por las, al menos, 15 víctimas de feminicidio en enero, quienes se ven claramente molestas por la presencia de un hombre camarógrafo en un espacio feminista no mixto.

El cubrimiento, que fue bien criticado en redes sociales durante el fin de semana, nos lleva a un lugar de conversación que es constante entre las mujeres feministas que estamos en medios, al igual que en MANIFIESTA: cómo lograr un mejor cubrimiento de las marchas feministas y sobre todo de espacios que se enuncian como no mixtos o separatistas, es decir, donde solo tienen cabida las mujeres. La nota de Noticias Uno también plantea una pregunta que se discutió bastante en la opinión pública, sobre todo entre mujeres feministas y el gremio periodístico: ¿Insistir en la exigencia de que los medios de comunicación envíen mujeres periodistas a cubrir marchas y espacios feministas no mixtos debe ser considerado una agresión a la prensa?

Para Noticias Uno, y para quienes defendieron su nota sí lo es. Sobre todo por la amenaza de rayarle el lente al camarógrafo si no se retiraba. Se entiende que en un país donde la prensa es constantemente amenazada y agredida (Según la Fundación para la Libertad de Prensa de Colombia el año pasado 632 personas fueron víctimas de agresión a la prensa) , esta amenaza sea criticada por uno de los noticieros que quizá más haya tenido que defender su independencia. Se entiende también que en redes se plantee una discusión compleja sobre el ejercicio del oficio: “Excluir a los hombres del ejercicio de la prensa en causas feministas es complejo”, tuiteó por ejemplo Diana Salinas, periodista, feminista y cofundadora del medio independiente Cuestión Pública. “Imaginen ustedes que cada poderoso eligiera el medio que sí puede cubrir o no sus actos”. Restringir a parte del equipo periodístico en razón de su género o su ideología, así como han hecho Trump o Uribe, plantea un debate sobre si esto genera de alguna manera un cerco para el registro periodístico de estas movilizaciones. Sin embargo, las motivaciones de cada sector no pueden ponerse en el mismo cesto. No es lo mismo que un grupo de ultraderecha restrinja medios para mantener la imposición de una postura hegemónica, a las exigencias de un movimiento político que quiere sentirse seguro en sus propios espacios.

https://twitter.com/DianaSalinasP/status/1350955340960051202?s=20

Por otro lado inquieta la manera en que la nota, a través de títulos como “combatiendo la violencia con violencia”, intenta equiparar la reacción aparentemente violenta de las mujeres, con la violencia de los feminicidas contra la que se estaban manifestando. Inquieta también que a las asistentes las tilden de ‘agresoras de la prensa’, cuando es evidente que el equipo de Noticias Uno pudo obtener todo el material necesario para su nota, y cuando ninguna agresión se llevó a cabo finalmente. Según algunas mujeres que estuvieron apoyando con la logística del espacio, el enfrentamiento se generó cuando algunas asistentes se negaron a responder entrevistas de Noticias Uno y una chica les pidió que no la grabaran.

La organización de los espacios feministas no mixtos es cada vez más común en el país y la región y tiene varias razones de ser. Primero, a nivel logístico, apela a la seguridad de las mujeres asistentes, pues muchas de ellas se han encontrado con el hombre que las agredió o abusó de ellas posando de ‘aliado’ en estos espacios, por poner solo un ejemplo. También apunta a generar espacios donde se asegure totalmente el protagonismo de las mujeres que marchan, y no tengamos a hombres apropiándose de los espacios creados por nosotras mismas. Muchas consideramos que los hombres pueden y deben ser aliados de esta lucha que nos toca a todxs (hay muchas otras que no), pero también entendemos que hay otra cantidad de espacios y de acciones para que puedan serlo. 

La exigencia no cambia a nivel periodístico: las marchantes piden que las movilizaciones feministas sean registradas por mujeres periodistas, fotoreporteras y camarógrafas con una perspectiva de género al menos básica, esto para evitar una estigmatización de la movilización social feminista, como suele pasar con todos los tipos de protesta social en este país. Pero aparte de esto se busca evitar un cubrimiento que pueda llegar a, por ejemplo, sexualizar los cuerpos y actos de las marchantes, o en general un registro que tergiverse las verdaderas motivaciones del espacio creado.

Sobre todo: estos espacios no mixtos que se extienden a los equipos periodísticos buscan también que las mujeres que trabajamos en medios tengamos un espacio garantizado para poder hacer un cubrimiento que en cualquier otro contexto estaría en su mayoría realizado por hombres. Hombres reporteros, hombres fotógrafos, hombres camarógrafos, editores, y así sucesivamente. El periodismo, como muchos otros campos, no está exento de machismo y baja participación de las mujeres: según la Fundación para la Libertad de Prensa FLIP, más del 70% de las periodistas cree que existe una agencia diferenciada por estereotipos de género al interior de las redacciones.

Es decir, estos espacios no mixtos también están buscando reivindicar campos de acción para nosotras, las mujeres que trabajamos en los medios. Que una mujer participe en estos cubrimientos no garantiza un cubrimiento feminista, ni mucho menos, pero garantizarle un espacio a una mujer para que pueda hacer de manera plena su cubrimiento es una apuesta de los movimientos feministas por un cambio: apostarle a la participación paritaria en un campo (otro más) donde los hombres siguen siendo mayoría. 

Decir que no hay suficientes mujeres camarógrafas no es un argumento. Decir que las mujeres no podemos cargar los equipos de video mucho menos. Decir que el cambio debe darse pero que debemos ser pacientes y esperar tampoco sirve. Ya hemos esperado suficiente.

Noticias Uno, como tantos otros medios, pasa por alto las exigencias de este espacio no mixto y envía a la periodista, Sara Sepulveda, y a un camarógrafo al plantón, a pesar de que, cómo se puede escuchar en la nota, se le había pedido antes al medio que enviaran un equipo conformado por mujeres. Y aunque el medio pudo hacer sus entrevistas y sacar varias tomas, termina presentando un enfoque que podría estar estigmatizando a las mujeres feministas que asistieron al plantón como personas que prohíben el ejercicio de la prensa, cuando lo único que se exige es que dejen a las mujeres de los equipos hacer estos trabajos de cubrimiento.

La exigencia sin embargo no debería ir directamente al camarógrafo y la amenaza de rayarle el lente quizá no era la manera de hacer el pedido, pues él probablemente no tiene el poder de tomar la decisión. Pero la dirección de Noticias Uno, y de otros medios de comunicación sí pueden tomarla. ¿Qué tanto nos cuesta a los medios poder entender estas exigencias, la importancia de tener espacios seguros y garantistas para las asistentes y enviar mujeres periodistas a estos espacios? Y en caso de no contar con mujeres en estos equipos, ¿qué estamos esperando para empezar con el cambio desde nuestros equipos? 

Decir que no hay suficientes mujeres camarógrafas no es un argumento. Decir que las mujeres no podemos cargar los equipos de video mucho menos. Decir que el cambio debe darse pero que debemos ser pacientes y esperar tampoco sirve. Ya hemos esperado suficiente. En MANIFIESTA hemos logrado hacer periodismo casi en un 100% por mujeres camarógrafas, productoras, directoras de arte, editoras de video, entre muchas otras. No ha sido difícil encontrarlas, ni contar con su trabajo en el medio. Qué tal respondiéramos así para la lucha por la paridad en la política… ¿Porque en este caso si puede ser una justificación? 

Ante las críticas Cecilia Orozco, directora de Noticias Uno, respondió en Twitter: “Ningún medio como @NoticiasUno ha denunciado tanto las violencias contra las mujeres. Incluso, tenemos una sección permanente para hacerlo. No renunciaremos a ello por un incidente en que nuestra periodista y su camarógrafo fueron agredidos por quienes NO representan el feminismo”. Nadie está pidiendo que paren de hacer ese trabajo importante, ni nadie está criticando el periodismo necesario que hace Noticias Uno, en donde muchas veces señalan la negligencia de las instituciones ante las violencias basadas en género. Lo que se está criticando es la imposibilidad de ser receptivxs, e intentar entender el lugar desde donde vienen estas exigencias, en vez de zanjar la discusión diciendo que un medio de comunicación, o la dirección de un medio de comunicación, decide lo que sí representa y lo que no representa un movimiento social diverso, popular, fluctuante y masivo. ¿No es esto también poner un cerco mediático en lo que se registra como feminismo y lo que no?

Si queremos hablar de agresión preguntémosles a nuestras compañeras fotógrafas y fotoperiodistas ¿Cuántas veces sus colegas hombres las han minimizado cuando cubren las marchas, cuántas veces las han empujado para conseguir una mejor foto, cuántas veces han acaparado con sus cámaras el espacio creado por mujeres feministas? ¿Qué pasa también con la manera violenta en la que varios medios siguen retratando a las mujeres feministas, o la manera revictimizante en la que registran los feminicidios?

El periodismo feminista viene de ese mismo lugar. Un lugar de hartazgo, de exigencias y de organización, en el que nos hemos juntado para crear nuestros propios medios, nuestras propias redes de cubrimiento, nuestro propio registro periodístico donde sí nos sintamos representadas. No hubo mejor ejemplo de esto que el #25N pasado, donde decenas de fotógrafas se organizaron para cubrir la movilización con la articulación Somos Un Rostro Colectivo, quienes en la organización tenían acordado darles prelación a esta red de fotógrafas.

La cuestionable nota de Noticias Uno logró abrir aún más un debate que quizá tiene mucho por recorrer, y muchos puntos de vista para ser explicados y escuchados. Pero esta discusión no nos puede desviar del foco original del plantón: al menos 15 mujeres han sido asesinadas por ser mujeres en lo que va del año. Y las mujeres feministas queremos respuestas, porque estamos cansadas de la impunidad y de la negligencia. Estamos cansadas de esperar, precisamente. Ante esta emergencia que se está repitiendo en 2021, lo demás de la discusión, por ahora, es secundario. Esto es lo único que nos debe importar: a las mujeres nos están matando en este país, y nada está pasando para cambiar ese hecho.

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