Todo arrancó con esta publicidad. Apareció entre las historias de Instagram de una mujer ubicada en Medellín. Con más rabia que extrañeza, esta preguntó en su Twitter si otras mujeres también veían esas invitaciones en su Instagram. Muchas respondieron que sí, otras identificaron el perfil de la publicidad. Así, el ruido sobre el señor ‘@Caseyredbeard’ fue creciendo en Twitter durante el fin de semana pasado.
Lo que empezó como una pregunta terminó destapando una red de hombres estadounidenses que estarían aprovechando el descontrol y la abundancia del delito de turismo sexual, el trabajo sexual y la trata de mujeres y menores con fines de explotación sexual en Medellín para patrocinar fiestas clandestinas en apartamentos lujosos. Otros extranjeros, sus clientes, pagarían hasta 600 dólares, casi tres millones de pesos, para asistir a estas fiestas con un objetivo: conocer muchas mujeres con un perfil muy específico garantizado por los organizadores.
Los dos nombres más visibles detrás de estas fiestas son Patrick Red y Casey Brown, más conocido en redes sociales como ‘Casey Redbeard’, ‘Casey Barbarroja’ o ‘Señor Bigotes’. Ambos hacen publicidad abierta en sus cuentas de Instagram, TikTok y Facebook sobre estas fiestas. Incluso pagan por publicidad en Instagram, como la que vio esta mujer, para invitar a jóvenes de Medellín. Les aseguran DJ, comida y transporte gratis a las que asistan.
‘Gringo parties’, las llaman en sus videos e historias. La promesa es que, a cambio de sus dólares, los clientes van a poder conocer y ligar en estos eventos con muchas mujeres paisas ‘jóvenes’, ‘elegantes’ y ‘atractivas’ que no son ‘prostitutas, modelos webcam o de Onlyfans’, entre otras especificaciones.
Aunque aseguran que no son proxenetas, y que sus fiestas son un espacio seguro donde no hay presión para tener sexo, en MANIFIESTA pudimos conocer en exclusiva los casos de al menos dos menores de edad que habrían sido captadas para estas fiestas y habrían sido víctimas de explotación sexual comercial de menores por Casey y su grupo. Asimismo, pudimos determinar, según estos testimonios, que varias mujeres asistentes a estas fiestas habrían recibido comisiones de dinero por captar y llevar a otras más jóvenes a estos eventos.
Este es solo un caso, de muchos, que ilustra la problemática relacionada con explotación sexual que atraviesa Medellín, sin un control aparente. A esta situación se suma el agravante de hombres extranjeros que vienen atraídos por el turismo sexual y todo lo que engloba, y hasta hacen negocio de esto. ¿Cómo operaba esta red y por qué hasta ahora se están tomando acciones al respecto? ¿Cómo han respondido las autoridades locales? ¿Qué se espera en el caso de Casey y Patrick?
Todas las fuentes que consultamos quisieron dar su testimonio de manera anónima o con su nombre cambiado, pues el miedo frente a lo que podría hacer esta red es real. Algunas de ellas ya han visto afectadas sus redes sociales, han sido víctimas de amenazas anónimas y están acompañadas de las autoridades competentes. En MANIFIESTA garantizamos la protección de su testimonio, pues esto debe primar por encima de la historia. Esto fue lo que nos contaron.
Un PH en Provenza
Una fila enorme de carros se agolpa frente a la portería de un edificio lujoso en el barrio Provenza, en Medellín. El trancón, o ‘taco’, que bloquea el acceso a la zona, es una imagen atípica para un barrio tradicional y un edificio habitado en su mayoría por personas mayores. Es sábado, cerca de la medianoche, y los carros siguen llegando. De ellos se bajan decenas de mujeres muy jóvenes y atractivas. Todas van para la misma fiesta en un PentHouse del edificio.
La fuente anónima que habló con nosotras pudo contar hasta 30 de ellas solo en la portería, y solo tres hombres. “Había un tipo que tenía como un fajo de billetes (…), no me consta que le estuviera dando plata a ellas, pero sí al de la plataforma (Uber, Didi)”, recuerda.
El portero del edificio le contó a esta fuente que “En un apartamento (el penthouse) que habían vendido recientemente, máximo 15 días, habían hecho una fiesta para conocer chicas”. Así se lo explicó el nuevo dueño del apartamento al portero. Y le dijo que iba a entrar mucha comida y que iba a ingresar personal de seguridad privada. “Escoltas, entonces pues había gente armada. La policía vino y creo que lo único que revisó fue que las armas tuvieran el debido permiso, el salvoconducto. Sí lo tenían porque no hubo ningún problema y todo siguió”. Según esta fuente, y lo que le confirmó el portero, hubo 80 personas aproximadamente en la fiesta. La gran mayoría mujeres.
El organizador era Casey Brown. La inauguración del penthouse fue con una de las fiestas que suelen organizar con su socio Patrick Red. Las publicitan en sus cuentas de Instagram Facebook y TikTok, que ahora están cerradas o privadas. Su negocio consiste en venderle a hombres extranjeros la ‘experiencia de Medellín’ que muchos de ellos buscan cuando vienen a esta ciudad: salir de fiesta, consumir alcohol y otras sustancias, y ligar y tener sexo con la mayor cantidad de mujeres posible.
El ofrecimiento de esa ansiada experiencia se ha multiplicado con los años en Medellín. El Parque Lleras, el Parque de El Poblado, y algunas zonas del centro son escenario central de esos ofrecimientos, a plena luz del día o en la madrugada, la hora ya dejó de importar. Los postes sirven de vallas para pegar invitaciones coloridas a fiestas, encuentros y clubes, todas traducidas al inglés. Mujeres que habitan la ciudad denuncian que salir solas es un riesgo. El el ofrecimiento de dólares a cambio de sexo es una probabilidad cuando salen.
En esta ciudad, habitada, gentrificada y sexualizada por extranjeros, Casey, Patrick, y otros socios tuvieron una idea de negocio ‘redonda’. “Ellos ofrecen como una mentoría, una especie de coaching. En lo que ellos se enfocan es en hacerle mentoría a hombres, además de su vida laboral, de negocios, su dinero, para conseguir mujeres”. Así lo afirma Ana*, quien ahondó en las diferentes páginas web que tenían estos hombres, ahora cerradas.
En una de estas, Casey Beard ofrece el ‘Medellín Immersion Program (el programa de inmersión en Medellín)’, un programa de coaching especial ‘despiadadamente’ efectivo para salir con mujeres colombianas ‘sexies’ y ‘femeninas’. “Dentro de este mensaje que ellos comunican expresan ciertas características que tienen las mujeres colombianas que no tienen las mujeres norteamericanas”, explica Ana. “Invitan a los extranjeros a que vengan acá porque las mujeres colombianas son más sumisas, más femeninas, son de mente abierta”.
Con esta publicidad, Beard y Red ofrecen un acompañamiento de una semana para “Enseñarte todo lo que debes aprender para construir una vida amorosa increíble en Medellín, Colombia”. Dentro de los aprendizajes garantizados está la construcción de un ‘harem’ de mujeres, el manejo de Instagram para atraer y lograr que ellas envíen mensajes primero. También mantenerse seguro en Medellín, conquistar mujeres colombianas, conseguir visa y entrar a redes de hombres ‘de alto valor’, entre otros. La semana de coaching vale 5.000 dólares, casi 24 millones de pesos.
También ofrecen servicios más pequeños. Cenas privadas por 250 dólares (más de un millón de pesos) en las cuales aseguran una proporción de 15-20 mujeres y 7-8 hombres. Fiestas grandes en penthouses y fincas por 300 dólares (casi un millón y medio de pesos). Con un radio de 3 mujeres para un hombre. Y viajes hasta por 600 dólares con ‘actividades divertidas para el fin de semana’.
Ana vio cómo en sus páginas Casey promocionaba a ‘las novias’ latinas y colombianas como mujeres que se prestaban fácilmente para hacer orgías y tríos. “Impresionante la forma en la que promocionan el estereotipo de la mujer colombiana que se tiene en el extranjero. Lo preocupante es que (…) yo creo que para estar una involucrada con esto, seguramente debe tener algún grado de vulnerabilidad”.
La fiesta en el PH de Provenza duró hasta la medianoche ese día. No hubo escándalo más allá de la multitud, no hubo música alta, no hubo mucho más. Nuestra fuente asegura haber visto chicas que parecían menores ingresando al edificio. “Es muy doloroso llegar y ver a unas niñitas que yo dije: ‘Dios mío, qué es esto… Me daban era ganas de llorar. Es que qué le habrán dicho a la mamá… unas niñas, en una fiesta, en el Poblado”.
¿Una red de extranjeros explotando sexualmente a menores?
A través de una organización que quiere mantenerse anónima y que trabaja con estos casos, en MANIFIESTA pudimos conocer dos testimonios de menores de edad que fueron captadas por estas fiestas de Beard, Red y sus socios. Una de ellas fue rescatada por esta organización de un contexto de explotación sexual ejercida por otro hombre extranjero. Al dar su testimonio, la menor relató las violencias de las que se consideró víctima. Entre estas, refirió que ‘su amigo Casey’ la había invitado a sus famosas fiestas y la había explotado sexualmente de manera previa.
La organización conoció este testimonio hace meses. Gracias al ruido reciente en redes y medios, pudieron acceder a otro testimonio que denuncia lo mismo. Esta organización asegura que actualmente la Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional, DIPRO, la cual se encarga de estas denuncias, ya abrió un caso contra esta red.
Según esta fuente, se lograron bloquear los pasaportes de varios implicados con ayuda de la embajada americana, incluido Casey. En el caso de Patrick Red, se pudo establecer que la noche del pasado lunes huyó a Cancún: “Casualmente escribieron en sus redes sociales y Facebook que nos vemos en Cancún, que ahora la fiesta es en Cancún”. La organización afirma que ya se inició una investigación contra esta red por los delitos de “Turismo sexual, inducción a la prostitución, proxenetismo y por ende explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes”.
¿Cómo operan de manera impune redes como las de Casey? Para esta organización una estrategia que les funciona muy bien es el voz a voz. “Una de ellas decía que si llevaba más jovencitas (a la fiesta) le daban más comisión. Sí, es como un voz a voz de que captan unas y las que captan deben captar unas más pequeñas”. Esta organización pudo establecer que las mujeres que asisten a estas fiestas sí reciben dinero, no solo van como invitadas. No pudimos establecer si todas las asistentes reciben comisión, o solo algunas.
En MANIFIESTA también nos contactamos con otra fuente anónima que afirma haber recibido información sobre cómo Casey contrataba para sus fiestas a mujeres de La Isla. Este es un club de striptease famoso en Medellín.
La organización hace énfasis en la importancia de organismos civiles para restablecer los derechos de estas víctimas y para lograr su testimonio: “Si ellas no se sienten seguras, porque el Estado no les va a dar seguridad ni las va a proteger, entonces no van a testificar. En cambio mientras que nosotros velemos porque ellas se sientan seguras, pues pueden dar su testimonio”.
Una problemática desatendida por falta de voluntad política
El caso de Casey Beard y Patrick Red es tan solo uno, de los muchos que abundan no solo en Medellín, sino en todo el país, afirma esta organización: “Tenemos personas que vienen a explotarlas. Redes que vienen a pasar fiestas y explotarlas, a conseguir niños pequeños. Incluso que vienen a recoger material sexual de niños desde los 20 meses de nacidos que abusan y explotan sexualmente. Y la mayoría son extranjeros”.
A pesar de que no existen cifras totalmente consolidadas sobre la situación de explotación sexual en Medellín, y también existe mucho subregistro, según cifras de la Alcaldía, se atendieron 157 casos de menores de edad víctimas de explotación sexual entre enero y noviembre de 2022. El año antepasado se atendieron cerca de 100 casos. Sin embargo, los registros reales probablemente son muchos más. Asimismo, según medios como El Colombiano, entes como la Personería advierten que los esfuerzos de la Alcaldía ‘arrojan resultados paupérrimos’.
Para esta organización no existe la voluntad política de la Alcaldía frente a la problemática. “Hace 8 meses tuvimos otro caso mediático, porque ellos se mueven a partir de los casos mediáticos, y lo primero que hicieron fue generar un toque de queda para los menores de edad (…) ¿Dónde está realmente la intervención en el asunto? Los depredadores, los pedófilos, los explotadores siguen en la calle. Entonces ya el delito no se daba en la calle sino al interior de hostales, de Airbnbs. Lo que hicieron fue trasladar el problema”.
Asimismo, denuncia que la Alcaldía ni siquiera reconoce los conceptos y hasta habla de ‘trata de blancas’. También afirman que en otra época la Alcaldía ofreció 100 millones de pesos de recompensa ante estos casos y empezaron a llegar denuncias falsas.
“Hay un asunto muy importante y es el debate que genera este tipo de actuaciones versus el tema de la autonomía”, explica Dora Saldarriaga, concejala de Medellín por el movimiento político feminista Estamos Listas. “Es importante saber si alguien fue en plena autonomía y habría que discutir de la autonomía, ahí no hay ningún problema”. Dora cuenta que Estamos Listas ha puesto la atención en los estereotipos cosificadores que los extranjeros han creado alrededor de los cuerpos de las mujeres de Medellín.
Ante las denuncias en Twitter de este caso específico, el alcalde Daniel Quintero se pronunció de manera breve en esta red social pidiendo investigar. No ha mencionado mucho más al respecto.
Para Dora, lo que tiene que hacer la institucionalidad no es prohibir un ‘asunto aparentemente privado’, sino “la relación que puede generarse con todo el tema de los estereotipos (…) y la relación de estos espacios con delitos propiamente, como la trata, la explotación y la desaparición de mujeres”. La concejala menciona que el primer obstáculo para lograr esto es la falta de articulación. “Yo hoy le hacía una pregunta a la Subsecretaría de Turismo: ¿Cuál es el enfoque que ellas tiene con perspectiva de género para la marca de ciudad? Estoy esperando respuesta (…) “. En Estamos Listas han concluido sobre este tema que “No existe una política de ciudad para intervenir el asunto y no necesariamente todo tendría que ser punitivo”.
Mientras la institucionalidad decide articularse, “Aquí en Medellín el asunto está cada vez más grave”, asegura la fuente que atestiguó la fiesta en el PH. “No soy ninguna culicagada, pero me da física pereza salir a Provenza sin un grupo grande de amigos y salir en plan de niñas no soy capaz. Siempre va a haber un grupito casi siempre de extranjeros que están detrás, como tratando de caerle a uno de una manera que no es cómoda”. Las fiestas de Casey son solo un caso de los muchos que siguen operando en Medellín de forma impune.
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