Aún no sabemos si habrá Liga Femenina este semestre en Colombia

Cuando el himno nacional sonó en el estadio Pascual Guerrero de Cali, el pasado 9 de julio, todas las jugadoras de la Selección Colombia Femenina levantaron sus manos empuñadas. Era su debut en la Copa América 2022. “Las niñas de Colombia, las jugadoras de la Selección, con las manos arriba en señal de triunfo, en señal de ‘aquí estamos representando nuestro país’”, narró el comentarista deportivo Javier Fernández en la transmisión. 

Sus puños arriba no eran señal de victoria, sino de protesta. Un día antes de que arrancara la novena edición de la Copa América Femenina en nuestro país, la División Mayor del Fútbol Colombiano, Dimayor, anunció que no iba a haber Liga Profesional Femenina de Fútbol Colombiana, luego de tener una asamblea extraordinaria. El comunicado no da detalles. Solo pide a la Federación Colombiana de Fútbol, la cual rige las leyes del deporte en el país, “Realizar una competencia femenina (aficionada) para el segundo semestre del 2022, considerando los elementos discutidos en la reunión”.

Esos elementos los discutió en medios el presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, este fin de semana. Entre ellos, el hecho de que supuestamente entre ocho y nueve equipos habrían expresado interés en participar de la Liga. Jaramillo les exigió voluntad a los clubes, a pesar de que la Dimayor ya había prometido la Liga para el segundo semestre. 

La protesta en la cancha rindió sus frutos. Según indicó el periodista Francisco Hernando Bolívar, Jaramillo se reunió con Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y el Ministro del Deporte, Guillermo Herrera, quienes le exigieron que hubiera Liga. Pero casi una semana después del anuncio de la Dimayor, y con dos triunfos de nuestra selección en la Copa América, aún no hay respuesta sobre si se realizará. 

¿Por qué el torneo profesional de nuestras futbolistas colombianas es algo que tiene que negociarse y lucharse cada año? Hablamos con el director de la Dimayor, y sus respuestas no dan un panorama alentador.

El apoyo está pero la plata no

Lo que nos dijo Jaramillo es diferente a lo que se registró en los últimos días sobre ocho equipos suscritos. “Hay apenas cuatro equipos confirmados: América, Millonarios, Cali y Cortuluá. Se necesitan por lo menos ocho. Hasta el momento no sabemos si se puede hacer Liga”. Lo más preocupante es que el tiempo está en contra. El torneo se tendría que organizar y jugar en máximo tres meses, porque vienen campeonatos internacionales, entre ellos la Copa Libertadores Femenina, en la que están clasificados el América y el Cali. 

Según Jaramillo, los clubes tienen responsabilidad en la posible cancelación. Explica que hay algunos que económicamente no pueden sostener una nómina de mujeres. “Todo el mundo habla de fútbol femenino, pero los estadios están vacíos”, dice. 

La reflexión de Jaramillo es cuestionable si consideramos que, el pasado 8 de julio hubo por lo menos 20.000 personas apoyando a las ‘Superpoderosas’ en el Pascual. Y que en la Liga pasada, ese mismo estadio logró récord de asistencia para la final Cali-América de mujeres: más de 37.000 personas se congregaron para ver el partido del pasado cuatro de junio. Si el apoyo está, y las jugadoras están, ¿Qué pasa con la financiación?

Aparte de lo que deberían aportar los clubes, la Liga ya cuenta con un apoyo económico base por parte del Ministerio del Deporte. El ministro Guillermo Herrera, por su parte, ha declarado apoyo rotundo al torneo. Este Ministerio inyectó 4.200 millones de pesos para la realización de las dos Ligas anuales de 2022. En la primera, que finalizó el pasado junio, se invirtieron 3.000. Es decir que hay 1.200 millones adicionales para la del segundo semestre. 

Sin embargo, según Jaramillo, esa plata “Se va en gastos logísticos: juzgamiento, vuelos y hoteles. Para mí ha sido fundamental mantener los estándares para las niñas, y que se puedan alojar en los mejores hoteles, como sus compañeros hombres”. En otros medios, Jaramillo aseguró que el problema es el poco interés de inversión para patrocinar la Liga. “Tenemos los recursos para hacerlo, pero hay clubes que no pueden participar por el tema financiero”, ha dicho. Jaramillo también dijo en W Radio que “No hay retorno de inversión. Los que han invertido en la Liga por patrocinios no han tenido un retorno de inversión fácil”.

La lucha por la continuidad del torneo no es nueva. Desde su creación en 2017, cada año es una prueba. Además de la incertidumbre de cada semestre, la duración del torneo ha sido siempre de menos de cuatro meses, la cual se ha reducido cada año, al punto de durar menos de dos meses en 2021. En contraste,  los campeonatos masculinos van de febrero a junio y de agosto a diciembre, sin inconvenientes. ¿A qué se debe esta brecha evidente?

Los estadios podrían llenarse

Myriam Ordoñez, del colectivo Futbola, que reivindica los derechos de las mujeres futboleras, lo describe como una improvisación: “El año pasado se comprometieron a crear una segunda Liga para este año 2022 y por un montón de razones, que aún no son claras para quienes estamos por fuera de ese entorno, toman la decisión de que la Liga no va”. Es normal dudar si desde su origen la Liga tiende a reducirse en lugar de crecer.

“Siempre nos han dicho que la Liga femenina no es económicamente sostenible, que no tiene patrocinadores ni es llamativa para la hinchada, que no hay recursos dentro de los clubes para sostener un equipo femenino. Pero nosotras agrupamos eso dentro de un concepto: falta de voluntad por parte de los administrativos para promover el fútbol femenino”, analiza Myriam.

A la falta de voluntad de los entes administrativos se suman factores como la necesidad de que más empresas privadas se sumen a las marcas que ya patrocinan el torneo, a políticas públicas que prioricen la profesionalización y el desarrollo de los equipos femeninos en el país, y el aprovechamiento del recurso público: en 2020, el Ministerio inyectó 1.500 millones de pesos a la Liga, de los cuales la Dimayor y la Federación devolvieron más de 500.

Ante el argumento financiero de Jaramillo, algunos directivos de clubes han declarado que no están obligados a participar, menos sin fechas y condiciones claras: “Hay muchos equipos que no están obligados a nada. Hoy no estoy obligado a participar, pero sí obligado a sacar un buen equipo, no un equipo solo por competir”, comentó Eduardo Méndez, presidente del Santa Fe, a El Espectador. Méndez se refiere a la contratación de las jugadoras, que termina cuando acaba cada Liga y no se pueden gestionar en tiempo récord (la última Liga finalizó en junio), sin tener claridad sobre cuándo comenzaría la próxima.

A la larga es la Dimayor, con 36 clubes profesionales inscritos, la encargada de organizar, administrar y reglamentar los campeonatos del fútbol profesional. Por ende es necesario que se articule, no solo con los clubes con el tiempo necesario, sino con los entes públicos y privados dispuestos a financiar la Liga, así como convencer a aquellos que se rehúsan y crear estrategias que en lugar de socavar la Liga año tras año, la potencien. 

Las que aman el fútbol son las más afectadas

En medio de la incertidumbre, las afectadas son las futbolistas, mujeres que en muchos espacios aún son llamadas “niñas”. Lucía* tiene 24 años. Hace cinco inició su carrera como profesional en el Fortaleza CEIF y debutó en la primera Liga Femenina, en 2017.

“En mi llegada al Fortaleza me abrieron las puertas en su primer proceso femenino. Ellos decidieron creerle, apostarle al fútbol femenino, y ahí me dieron la oportunidad de mi vida. Fue una experiencia increíble pasar del fútbol aficionado al fútbol profesional”, nos contó.

Llegó a la primera Liga con la misma ilusión: “Cuando me dieron la noticia no llevaba ni un año de haber salido del colegio, fue algo genial poder pensar en aspirar a jugarla y así encontrar una entrada económica haciendo algo para lo que llevaba años preparándome”. Pero la idea de vivir del fútbol, al menos en Colombia, se desdibujó rápidamente. 

Lucía pensó que la Liga duraría todo el año, pero fueron menos de seis meses. En el segundo semestre se presentaron problemas. “Es difícil pensar en una lucha anual por la Liga Femenina”, dice. A pesar de ello, asegura que este torneo ha tomado fama por su nivel y es una plataforma para jugar profesionalmente en otros países internacionales. Ahora Lucía es del CD Antofagasta de Chile.

Jackie Fonseca juega para Equidad, pero cuando acaba la Liga termina su contrato con el club. Por eso afirma lo difícil que es no jugar el semestre que viene, en especial para las que viven de este deporte. “La cancelación es consecuencia del desorden de los entes del fútbol. Un día dicen una cosa, al otro dicen otra. La frustración es porque no sabemos qué va a pasar con nosotras”, afirma.

Como Lucía, considera urgente fortalecer la Liga porque, además de quedarse sin trabajo gran parte del año, el escenario es cada vez más competitivo: “Qué bonito sería para el América, por ejemplo, llegar con el mejor nivel a la Libertadores luego de la Liga”. 

La Liga es solo uno de los problemas

Jackie está convencida de que hace falta definir un plan de desarrollo para el fútbol femenino. Así no existiera la Liga,  para ella las formas de discriminación estructural siguen sin resolverse: “Se trata de que todas las jugadoras profesionales tengan contrato. Si se convocan 30 jugadoras, unas pocas van con contrato, otras van como amateur y otras en proyección. Así se hacen acuerdos para pagar menos de un mínimo y no es lo correcto”. 

Según Jackie, 2020 fue el único año en que la Dimayor exigió contratación por pandemia, pues todas debían pagar salud. El resto de años, los acuerdos entre clubes y la Dimayor en materia contractual han sido movedizos. Esto genera que varias jugadoras profesionales ganen menos de un salario mínimo, sin seguridad social, en una Liga Femenina.

María José García, abogada y vicepresidenta de la Asociación de Futbolistas Colombianas, explica que el bache en la contratación de las jugadoras –aunque también pasa en la liga masculina– está dado por una figura llamada ‘jugador aficionado a prueba’ que viene de la Ley 181 de 1995, actual Ley del Deporte. Esta permite la participación de amateurs en la Liga, sin contrato pero con auxilios que no superan el millón de pesos. Con esta figura se deja de regular la vinculación de jugadoras profesionales y se saca provecho de sus ansias de disputar el torneo. Según María José, es una práctica muy común. 

Para la abogada, regular la Liga en lineamientos es complejo. Sobre todo depende de los clubes que funcionan como empresas: sociedades anónimas que buscan rentabilidad económica. ¿Si no existe rentabilidad, para qué invertir? es lo que se preguntan varios clubes. “Se podría empezar por juntar a quienes tienen la voluntad”, dice María José.

Mientras la Selección Colombia Femenina sigue juntando triunfos en la Copa América, la Liga continúa siendo un gran limbo. Jugar una vez al año no garantiza la estabilidad económica de las futbolistas. Falta ver si las estrategias de la Dimayor para convocar, convencer y organizar se articulan con el sentir de muchos sectores que esperan ir a los estadios a ver a las mujeres cuyo sueño es jugar.

*El nombre ha sido cambiado a petición de la futbolista.

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