Mujeres en Palestina: así resisten ante la ofensiva israelí 

La intensificación del conflicto entre Israel y Palestina, la ocupación y el genocidio las ha llevado a encontrar diversas formas de sostener la vida, incluso arriesgando su propia integridad. Sus prácticas se han mantenido durante 75 años para evitar que su cultura se pierda. 

“No se puede ser neutral, debemos hacer algo. Cada pequeña cosa cuenta”, dice Aya* al otro lado del teléfono. Su hogar está en un barrio palestino en Jerusalén, del lado de Cisjordania. Este es uno de los territorios que aún conserva el pueblo palestino a pesar de la ocupación que, durante 75 años, han llevado a cabo las fuerzas israelíes con el fin de desplazarlos y apropiarse de sus territorios. Aya, de 50 años, es la creadora del movimiento Piensa en los demás en Palestina, Think of Others in Palestine en inglés.

El pasado siete de octubre, las milicias de Hamás lanzaron un ataque sorpresivo desde la Franja de Gaza hacia el sur de Israel, y el ejército israelí respondió de forma desproporcionada en una arremetida militar sin precedentes. Desde entonces, Aya ha liderado cerca de 1.000 jóvenes y mujeres voluntarias para realizar colectas y enviar medicamentos a Gaza. Su equipo, además, le brinda alimentación y acompañamiento a las familias desplazadas y a los niños y niñas huérfanos por cuenta de la guerra. 

“Todo el tiempo recibimos advertencias de perder nuestros trabajos o no se nos permite expresar lo que sentimos o pensamos en solidaridad con la gente de Gaza”

Según las Naciones Unidas, desde el 7 al 30 de octubre la arremetida militar israelí ha dejado 1.800 desaparecidos, 15.273 heridos y 8.005 fallecidos. Estas cifras contrastan con las del Ministerio de Sanidad Gazatí, la autoridad en temas de salud en la Franja de Gaza, que asegura que han recibido 2.000 denuncias de personas desaparecidas. Incluidos 1.100 niños que aún están bajo los escombros. Además, el Ministerio registra, al 31 de octubre: 8.525 palestinos y palestinas asesinados. De estos 3.542 son menores de edad; 21.543 heridos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén oriental, y el desplazamiento de 1.4 millones de personas, quienes han salido de sus propias casas por los ataques y bombardeos.

Aya, quien es profesora de inglés originaria de Hebrón, una de las ciudades de Palestina, conoce de cerca los estragos de la guerra. Por eso desde 2008, cuando creó Piensa en los demás, ha hecho diversas gestiones para atender la crisis humanitaria. “Todo el tiempo recibimos advertencias de perder nuestros trabajos o no se nos permite expresar lo que sentimos o pensamos en solidaridad con la gente de Gaza”, cuenta. “Pensé que este movimiento podría ser lo más útil. Empezamos en los ataques anteriores, que fueron menos difíciles que los que estamos viviendo hoy. En ese momento pudimos enviar camiones llenos de medicina y alimentos, reunimos dinero de todos los habitantes de Cisjordania y Jerusalén para enviarlo. Hoy seguimos haciéndolo y gestionando”.  

Mar Mediterraneo en Jaffa, la ciudad palestina alrededor de la cual los israelies comenzaron a construir Tel Aviv. Foto cortesía de Stephany, habitante de Jersualén.

Cada año Israel bombardea la Franja de Gaza, desde la operación “Plomo Fundido” en 2008. También mantiene incursiones militares en otras ciudades de Palestina. En julio de este año, por ejemplo, las tropas israelíes entrenaron a Yenín, al norte de Cisjordania, dejando ocho palestinos muertos y cerca de 50 heridos. En mayo de 2021, la policía israelí atacó la mezquita Al-Aqsa. Esto generó un enfrentamiento armado contra Hamás que dejó al menos 200 palestinos y más de 10 israelíes fallecidos. Este tipo de ataques en Palestina se repiten al menos cada semana. La actual escalada violenta del conflicto es el quinto que se ha dado entre Israel y Palestina: primero estuvo la Nakba, que traduce “catástrofe” en árabe, de 1948. Luego la primera intifada, o rebelión de los palestinos contra Israel, entre 1987 y 1993. Después la segunda intifada entre 2000 y 2004. Y la Guerra de Gaza en 2014, en la cual el ejército israelí desplegó varias operaciones en la Franja de Gaza, entre estas la ‘Operación Margen protector’, que acabó con la vida de  2.205 palestinos y 71 israelíes.

«Podría volver a Estados Unidos pero no me veo renunciando tan fácilmente y dejando a mi gente sola en la batalla. Mi vida está aquí, mi trabajo y el de mi esposo está aquí. Además, pienso: ¿Qué pasa con el resto de mis amigos que no tienen opciones para irse? Mi papel como mujer es protegerlos y proporcionarles lo que pueda: amor, seguridad, fuerza y valentía«.

Al igual que Aya, las mujeres en Gaza y Cisjordania están convencidas de que no se puede ser neutral en medio del conflicto y que se deben emprender acciones de apoyo y resistencia. “No tiene sentido si quieres ayudar y te sientes impotente porque siempre puedes hallar la manera de ayudar a la gente”, agrega Aya. Desde 1948 cuando se dio la Nakba, y más de 700.000 personas fueron desplazadas por el ejército israelí, apoyado por Reino Unido, las mujeres palestinas han encontrado diversas formas de organización comunitaria para resistir a la guerra, para sostener la vida y mantener el tejido social.

Sus formas para hacerle frente a la militarización y el despojo parten de la defensa del territorio y de sus hogares, y la reivindicación de la vida ante la desaparición diaria de vecinas, vecinos, coterráneos y hasta su propia familia. “La vida que estamos viviendo no es fácil. Podría volver a Estados Unidos pero no me veo renunciando tan fácilmente y dejando a mi gente sola en la batalla. Mi vida está aquí, mi trabajo y el de mi esposo está aquí. Además, pienso: ¿Qué pasa con el resto de mis amigos que no tienen opciones para irse? Mi papel como mujer es protegerlos y proporcionarles lo que pueda: amor, seguridad, fuerza y valentía”. Esto dice Aliyah*, una mujer de 36 años que decidió volver a Palestina en 2019 para criar a sus cinco hijos después de vivir varios años en Norteamérica.

Mezquita Al Aqsa, la tercera mezquita más sagrada del islam después de la Mecca y Medina, también llamada la tierra santa. Allí estaba el templo de Salomón. Foto cortesía de Stephany, habitante de Jerusalén.

Hospitales, calles, redes sociales y el hogar: los espacios de resistencia

A diferencia de otros momentos del conflicto entre Israel y Palestina, esta última escalada en la ofensiva militar ha sido transmitida al mundo desde las redes sociales, incluidas mujeres jóvenes palestinas. Estas han encontrado en esto una oportunidad de visibilizar la violencia que están viviendo y las historias de su pueblo. Bisan Owden, Muna ElKurd y Plestia Alaqad transmiten videos diariamente por sus cuentas de Instagram alcanzando cerca de un millón de personas alrededor del mundo. Sus seguidores han sido testigos, día a día, de la crisis humanitaria con los videos, historias, fotografías y estados que ellas publican.

“Hay cosas que pasan en la guerra en Gaza que no se conocen por las noticias. Necesitan ser vividas para entenderlas. Por ejemplo, dicen en las noticias que nos levantamos con el polvo de los bombardeos en nuestros rostros, cuerpos, ojos y camas, oliendo a polvora y sucios. ¿Por qué dormimos con las ventanas abiertas? Porque se van a romper por la intensidad de los bombardeos y los pedazos de vidrio van a caer sobre nosotros mientras dormimos. Esta es una técnica (para reducir la presión sobre los paneles de cristal) y la usamos desde 2008”, publicó Bisan Owden el 8 de octubre, un día después del inicio del recrudecimiento del conflicto.

Sham*, una periodista de 23 años que vive en Cisjordania, cuenta que empezó a trabajar en el primer video de su canal de YouTube inspirada en los videos de las mujeres mártires. “Al igual que yo, mientras planificaban sus futuros esfuerzos creativos, nunca consideraron la opción de ser asesinadas tan pronto. Así que mi papel es funcionar como una prolongación de las voces que quedaron truncadas. Es estar tan presente como pueda para suplir la ausencia de las mujeres de mi mismo tejido”, afirma Sham. “Me gustaría escribir libros bilingües con los que jóvenes adolescentes musulmanes y adultos puedan identificarse, en lugar de todos los libros occidentales para chicas blancas”, agrega. 

“Tenemos que reconocer que la lucha, la guerra y la matanza no acabarán con la existencia de los palestinos”

Las generaciones de mujeres palestinas que la anteceden han encontrado en los hospitales, centros de refugiados y en sus propios hogares la forma de hacerle frente al conflicto. Aliyah y Noor*, empresaria y máster en Relaciones Internacionales, por ejemplo, han asumido la tarea de educar y transmitir la cultura palestina en sus hogares, ubicados en Ramallah, Cisjordania, para que no desaparezca en medio del genocido. “Por supuesto que esto ha sido de generaciones, enseñamos a nuestros hijos a amar a su país y lo que les ocurrió a sus antepasados. Les contamos historias sobre la Nakba y la ocupación. Les enseñamos que Palestina era toda nuestra, todas las tierras, y vivíamos en paz antes de la ocupación”, cuenta Noor de 36 años. 

Por su parte, Aya recuerda que en la última ofensiva militar estuvo durante cuatro meses cuidando a un bebé y a un jóven de 17 años, quienes quedaron huérfanos y se encontraban internados en el Hospital Al-Maqasid en Jerusalén. “Aquí las mujeres traen muchos niños. Las mujeres palestinas paren muchos niños, especialmente en Gaza, al menos cinco, seis, nueve o diez niños. Y vamos a ser el mayor número. ¡Así que las mujeres pueden lograr eso! Y eso es lo que oigo decir a las mujeres: ‘Tenemos que traer muchos niños a Gaza, seremos un número mayor’. También piensan que en caso de que sus niños mueran reciban ayuda. Es otra forma de ver las cosas”. 

Aliyah, Noor, Aya y Sham son parte de las mujeres que actualmente se organizan para sostener al pueblo de Palestina desde su cotidianidad. Sin embargo, en la historia de la ocupación hubo otras mujeres que han desarrollado prácticas para sostener la vida: Issam Abd al-Hadi, quien lideró una huelga de hambre en 1969; Andalib Al-Amad abrió una casa de maternidad para las que habían sido desplazadas durante la Nakba; Suad Amiry fue una de las pocas mujeres que participó en las conversaciones de paz entre el 91 y el 93 y fundó el Riwaq, un centro dedicado a la conservación de edificios históricos palestinos, y Faiha Abdulhadi, activista y poeta quien ha documentado el papel de las palestinas, entre otras mujeres en Palestina. “Tenemos que reconocer que la lucha, la guerra y la matanza no acabarán con la existencia de los palestinos”, afirma Aya.

Haifa, una ciudad Palestina que también han ocupado los israelíes. Ahora ahí viven tanto palestinos como israelíes. Foto cortesía de Stephany, habitante de Jerusalén.

La guerra aumenta las afectaciones contra las mujeres

Para las mujeres en Palestina es importante que se reconozca que las afectaciones sobre sus vidas, sus comunidades y su territorio no se presentan sólo durante la guerra. La ocupación y el apartheid impuesto por el Estado de Israel ha marcado una constante de violencias diferenciadas en su contra en Gaza y Cisjordania. Por ejemplo, suelen ser detenidas en retenes y redadas nocturnas. El tiempo de detención puede variar entre días a meses. Posterior a su detención, muchas de ellas han denunciado que fueron víctimas de abuso sexual, golpes y torturas, según el informe ‘Ocupación, conflicto y patriarcado: Impactos en las mujeres palestinas’ de la Escuela de Cultura de Paz de Barcelona.  

La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA por sus siglas en inglés), publicó un informe en el que alrededor del 10% de los hogares afirman que las mujeres y las niñas evitan las zonas cercanas a los asentamientos israelíes, los puestos de control, las zonas comunitarias y los mercados, así como el transporte público, porque se sienten inseguras. Alrededor del 31% de los hogares de Cisjordania y el 19% de los de Gaza están preocupados por la seguridad de las niñas, mientras que el 24% y el 17% de ambas zonas, respectivamente, se preocupan por la seguridad de las mujeres.

“Lo que enfrentamos aquí como mujeres es opresión, humillación, falta de libertad y mucha opresión en general. Nos controlan. Quieren controlar el aire que respiramos, el agua, la electricidad, la velocidad y fuerza del internet. Tienen el control sobre eso para hacernos sentir miserables, especialmente los fines de semana cuando todo el mundo está en casa, sin ir al trabajo”, cuenta Aliyah, quien se desempeña como profesora de inglés y presta asistencia médica en Cisjordania. 

“La mujeres están levantando la vida, cuidando a quienes están resultando heridos en lugares donde no hay ni siquiera condiciones de salubridad básicas para poder garantizar unas curaciones. Además, en ese contexto están haciendo de sus casas, las casas que quedan en pie porque el conflicto ha sido arrasador, lugares en donde se pueda sostener la vida”

Al control de los servicios básicos y de telecomunicaciones, se suma la vigilancia de la movilidad y la represión de los militares israelíes. “Si dices algo, te pueden meter en la cárcel. Como ocurrió con la actriz árabe Maysa Abdel Hadi. La policía israelí la detuvo en su casa en la ciudad de Nazaret acusada de ‘incitación’ debido a sus publicaciones. Tres días antes, una conocida cantante e influencer de Nazaret, Dalal Abu Amneh, estuvo bajo custodia policial durante dos días antes de quedar en libertad bajo fianza el miércoles. Ahora está bajo arresto domiciliario. Fue acusada de «conducta perturbadora» por agentes de policía, que dijeron que sus publicaciones podían incitar a la violencia entre sus seguidores. El post que atrajo la atención de la policía era una imagen de la bandera palestina con el lema en árabe: ‘No hay más vencedor que Dios’”.

Ramallah, ciudad palestina de Cisjordania. Foto cortesía de Stephany, habitante de Jerusalén.

En las últimas dos semanas, a medida que el conflicto se agudiza, también aumentan las violencias machistas que viven las mujeres de manera diferenciada en los conflictos bélicos, así lo explica Diana Salcedo, directora de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad en Colombia, LIMPAL, un movimiento feminista y antimilitarista que está presente en 40 países del mundo, incluyendo Palestina y otros países de Medio Oriente. “Las mujeres históricamente hemos sido quienes hemos gestionamos la reproducción y cuidado de la vida y tener que hacerlo y gestionar los alimentos de los menores, en medio de conflicto y de un contexto tan desolador, sin duda debe estar marcando no solamente la salud física sino la salud emocional de las mujeres que están viviendo esta situación”, aseguró Salcedo a MANIFIESTA en una transmisión en vivo

La preocupación de la Directora de Limpal es compartida por otras organizaciones como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, por sus siglas en inglés) que alertó que actualmente se estima que cerca de 160 mujeres dan a luz en medio de los combates en Gaza y hay alrededor de 73.000 mujeres embarazadas en la rivera occidental de la Franja. De estas mujeres, “está previsto que más de 8.120 den a luz en el próximo mes”, agregó la Unfpa en un comunicado. Miles de estas mujeres se preguntan cómo darán a luz, y algunas estarían abortando.

Estos datos son preocupantes si se tiene en cuenta que, según el Ministerio de Sanidad Gazatí, al 12 de octubre, “la ocupación israelí atacó directamente a las instituciones de salud y amenazó deliberadamente a todos los hospitales con bombardeos si no eran evacuados, y dejó fuera de servicio 12 hospitales y 32 centros de atención primaria por la falta de combustible”. Además, el Ministerio alertó que ha habido ataques sobre 57 instituciones médicas, el homicidio de 73 integrantes del personal médico y la destrucción de 25 ambulancias.

“La mujeres están levantando la vida, cuidando a quienes están resultando heridos en lugares donde no hay ni siquiera condiciones de salubridad básicas para poder garantizar unas curaciones. Además, en ese contexto están haciendo de sus casas, las casas que quedan en pie porque el conflicto ha sido arrasador, lugares en donde se pueda sostener la vida”, reflexiona la Directora de Limpal.

La juntanza de mujeres por Palestina  

Ante la grave situación de derechos humanos en Palestina y los impactos particulares sobre las mujeres, organizaciones como Limpal (Wilpf, por sus siglas en inglés) y la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM) han hecho llamados para el desescalamiento del conflicto y la unión de las mujeres alrededor del mundo para impedir que más vidas se pierdan. Las Naciones Unidas instó a Israel a poner fin a los bombardeos y la represión. Sin embargo, estos llamados no han sido atendidos por parte de Israel. 

En distintos países se han llevado a cabo colectas de alimentos no perecederos, medicamentos y se han impulsado las donaciones para llevar a Palestina y hacerle frente al bloqueo humanitario impuesto por Israel. En Colombia por ejemplo, la Embajada palestina, la Fundación Islámica Assalam de Mujeres Musulmanas, y la comunidad palestina han liderado estas acciones y han puesto en la agenda pública la situación. Sin embargo, estas ayudas humanitarias no han podido ingresar en su totalidad por el bloqueo del gobierno israelí sobre Palestina. “Las mujeres colombo palestinas desde acá alzamos la voz pidiendo justicia y dando aliento a tantas familias que están allá. Pedimos en cada oración por la vida de cada uno de ellos. La ayuda del Presidente ha sido grande para entender más allá de lo que sale en los medios y que la gente nos apoye”, cuenta Jolud Mustafa Mohammad, una mujer colombo palestina. Sus padres llegaron desplazados a Colombia en el año 1960.  

Las mujeres en Palestina están convencidas de que al unir distintas prácticas de resistencia dentro y fuera de su país podrán, en algún momento, ayudar a que haya un alto al fuego y se respete la soberanía de su pueblo. Para Aya es necesario que se mantengan los llamados a Israel. “La gente tiene que decirle a Israel que su venganza es suficiente. Se están vengando, no están luchando contra Hamás. Netanyahu se está intentando mostrar como el protector de la nación israelí y judía para volver a ganar las elecciones. Esto tiene que ser de interferencia y presión internacional”, dice.

Sham y Aliyah abogan por acciones comunitarias, como seguir usando las redes sociales y fortalecer las redes de apoyo entre los y las palestinas. “Lo que podemos hacer como comunidad es intentar mantenernos fuertes y concienciar mostrando la verdad a los medios de comunicación. No me gusta mostrar imágenes gráficas y videos porque realmente no quiero que los enemigos se sientan orgullosos de lo que han hecho sobre nosotros. Pero está bien, no pasa nada… seguiremos luchando”, recalca Aliyah. 

Belén. Foto cortesía de Stephany, habitante de Jerusalén.

* Los nombres de las cuatro mujeres de Palestina, con quienes habló MANIFIESTA , fueron cambiados a solicitud de ellas con el fin de preservar su integridad. El miedo a las represalias de Israel han llevado a las palestinas y palestinos a autocensurarse y quienes hablan lo hacen solo bajo anonimato.

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