Mi mente regresa a ese 19 de junio: son las 5:40 pm y puedo respirar tranquila. Quizá es porque intento disimular mi ansiedad. Camino con mi amigo Cuervo por las calles de un barrio popular, después de que los medios hicieron oficial el triunfo de Gustavo Petro. Sentimos emoción y desconcierto.
La alegría inunda la calle. Los carros pitan. Colombia tiene un nuevo presidente, un presidente de izquierda. Se escuchan gritos: “¡Adiós al Uribismo!” y “¡Colombia despertó!”. Mi mente me traslada al Paro Nacional, a la alegría que se daba en las jornadas de movilización, a la alegría que sentimos en ese momento de permitirnos soñar con un mejor país. Yo estoy alegre y me sorprende mi propia alegría.
Me toma por sorpresa porque soy una mujer acostumbrada a la derrota. Por eso sentí emociones mezcladas ese día. La primera persona a la que llamé fue a Gareth Sella, uno de los tantos sobrevivientes de lesión ocular por parte del Esmad, y mi amigo y compañero de lucha. Gareth estaba más emocionado que yo. Esa noche me dijo que todo había valido la pena. Y nos expresamos lo mucho que nos queremos.
Valía la pena hacerlo: esta vez estábamos del lado del triunfo y la celebración, algo que no nos había pasado. Es la primera vez que este país vivirá un gobierno de izquierda elegido popularmente. Y aunque la emoción y la confusión de ese 19 de junio todavía se sienten vivas, tengo claro que existen muchas expectativas de diferentes sectores, incluidos quienes hicimos parte activa del Paro Nacional. ¿De qué manera se ha transformado lo que exigimos en las calles durante esos meses de 2021 y qué garantías esperamos y exigimos les manifestantes de este nuevo gobierno?
**
El Paro cambió la vida de muches en el país. En parte porque no nos podíamos devolver del nuevo entendimiento que adquirimos del amor, la empatía y el cuidado del otre. Y por otro lado, porque vivimos en carne propia lo que significa la persecución policial en este país. Una que cobró al menos 44 vidas de manifestantes a manos de la fuerza policial, según el registro del Paro que realizaron Temblores ONG e INDEPAZ, quienes también registraron al menos 4852 casos de violencia policial.
Para muches la represión del Paro no cesó en esos meses, sino que tomó la forma del hostigamiento y la persecución. Desde 2021 se registran al menos 259 jóvenes privades de la libertad por manifestarse en el Paro. Incluso la semana previa a la segunda vuelta, 43 jóvenes fueron capturades debido al mismo motivo.
Por esta razón, cuando escuché a Petro decir en su discurso: “Cuánta gente que murió o está presa. Cuántos jóvenes que no están solo porque tenían amor. Le solicito a la Fiscalía que libere a nuestra gente. Liberen a los jóvenes”, sentí que nuestro presidente electo se sumaba al grito nuestro: en la cárcel no se puede vivir sabroso.
Petro también le dio la palabra a la mamá de Dilan Cruz, quien alzaba en sus brazos la foto de su hijo que siempre carga a todas las conmemoraciones, para que no olvidemos la brutalidad policial mortal de la que fue víctima en noviembre de 2019.
Por primera vez, después de un año de persecución y hostigamientos, el gobierno aceptó la existencia de montajes judiciales contra manifestantes del Paro. En ese momento pensé que por fin se iba a poder trazar un puente entre la movilización social y quienes nos gobiernan. El discurso de Petro, y sus exigencias inmediatas me hicieron recordar el valor del diálogo y de la palabra. Esa con capacidad de legitimar, negar, cuestionar y darle materialidad a aquello que se nombra.
Sus palabras conectaron con el sentir colectivo de ‘les nadie’, esa población a la que Francia y Petro les prometieron garantías durante su campaña. La misma población que salió a manifestarse y que esta vez espera hacer parte del mandato de Colombia como nunca antes había pasado. Con su elección nos sentimos más tranquiles. Ahora creemos que los movimientos sociales tendrán la garantía de no ser exterminados. Al contrario, es probable que se fortalezcan y se protejan.
A pesar de creer en la auto gobernanza y el poder popular, mis amigues y yo, que hicimos parte activa de la lucha en las calles durante el Paro, estamos a la expectativa de lo que pueda suceder en este gobierno. Sobre todo, estamos convencides de que si este gobierno progresista comete errores, la derecha va a volver a tomarse el poder con consecuencias que vivimos estos cuatro años: la destrucción del tratado de paz, el asesinato a líderes sociales, la persecución sistemática a la protesta social y el aumento de la desigualdad.
Sobre todo, esperamos que una de las acciones de este gobierno que llega sea consolidar estrategias para que las personas presas por manifestarse puedan recobrar su libertad, bajo una figura que no implique amnistía ni indulto. Acogerse a una de estas figuras significaría perdonar una sentencia y legitimar el discurso del gobierno de Duque, que afirma que la protesta social es un delito. Les jóvenes manifestantes no somos terroristas.
Asimismo, esperamos una reflexión pública, fomentada por este gobierno, sobre la cárcel como mecanismo de control. También sobrenecesaria que es una reforma a esta institución. De estos encuentros deben surgir mandatos populares claros y el gobierno debe estar dispuesto a cumplirlos a través de la expedición de resoluciones presidenciales teniendo en cuenta el Acuerdo Final de Paz del 24 de noviembre de 2016 y el marco normativo de paz vigente.
Más allá de las personas presas por protestar, este país necesita garantías para salir a protestar. No podemos seguir asociando las marchas con la violencia policial y la muerte. Muchos sectores que le apuestan a la movilización en las calles estamos convencidos de que esto solo se logra de manera integral: desde un marco de justicia social, invirtiendo en educación y teniendo reformas sociales, políticas y económicas efectivas y populares.
Sabemos que este es un gobierno de transición, pero debe dejar sentadas las bases de una serie de reformas que nos lleven al bienestar colectivo. Quienes nos manifestamos exigimos una reforma policial que contemple puntos fundamentales como la eliminación del fuero militar que promueve la impunidad, el desmonte del Esmad para que se garantice la no repetición de estos crímenes y la eliminación del servicio militar obligatorio. Consideramos que estos puntos son lo mínimo con lo que debería cumplir este gobierno, y que las reformas que se hagan deben construirse junto a las voces de las víctimas, quienes defienden los derechos humanos y la juventud que ha estado en las calles.
Como parte de la Primera Línea, seguiremos con atención todas las decisiones y movimientos que se realicen desde este gobierno. Ser primera línea es proteger al pueblo y tener una actitud crítica frente al poder, venga de donde venga. Si el ‘Gran diálogo nacional’ de Petro no se cumple, una forma de elevar la voz es la calle y usaremos nuestro derecho constitucional de manifestarnos, con la esperanza de no tener que exigir justicia ante la muerte violenta de otro de nuestros compañeros.
Tengo muchas expectativas frente a este gobierno, sobre todo por parte de Francia Márquez, quien recoge las voces de muchos sectores sociales que han sido silenciados. Su mandato es una oportunidad de diversificar las voces y potenciar el poder de las mujeres. Asimismo, como una mujer convencida de que el arte es fundamental para transformar la sociedad, celebro el nombramiento de Patricia Ariza como ministra de cultura: una mujer crítica, autónoma y creadora de teatro popular.
Soy una joven que lucha y que espera que este gobierno tenga la capacidad de escuchar las propuestas de la juventud. No quiero que me ignoren nuevamente, como lo hicieron en el gobierno de Iván Duque. Gracias a nuestra lucha en las calles “Colombia despertó”, y el reflejo de esto lo vivimos el pasado 19 de junio con la elección de Petro.
Si hay un momento para excederse en optimismo es este. Por ahora, permitámonos soñar con los pies en la tierra y la voluntad para construir otro país. Así lo he sentido en las miradas, las conversaciones y los debates públicos. Muchas personas dicen que es el tiempo de la paz y la verdad. Yo espero que esa paz incluya dejar de ver al Esmad asesinando jóvenes, y que las familias de las víctimas de violencia policial obtengan justicia. Que esa paz traiga libertad a quienes hoy están en la cárcel por marchar. Solo así podremos vivir sabroso.