Quienes rechazan el aborto en Colombia se han organizado para exteriorizar su condena y tratar de disuadir a pacientes que buscan acceder a ese derecho. Por temporadas suelen apostarse frente a las clínicas y organizaciones que ofrecen el procedimiento de forma segura y legal. Las historias de integrantes de Oriéntame, una fundación que ofrece servicios de salud sexual y reproductiva, muestran cómo esas acciones rayan en el hostigamiento y afectan una labor amparada en las leyes.
*Este reportaje fue publicado originalmente en MUTANTE y realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte de su iniciativa de Salud reproductiva, derechos reproductivos y justicia en las Américas
“Me atacan mucho. Nos gritan que somos ‘hijas del mal’, y nos han echado agua al salir de la sede”, dice Alba Victoria. Es marzo de 2023 y hace tres años que esta mujer es médica general de la Fundación Oriéntame de Dosquebradas, un municipio de poco más de 200.000 habitantes del departamento de Risaralda, en el Eje Cafetero. Para Alba Victoria haber conseguido ese trabajo significó un logro que la hizo feliz aunque su madre no lo tomó bien. Sabía que su hija tendría que atender abortos y el tema, por sus creencias religiosas, las distanciaba a pesar de la buena relación entre ambas. “Mire madre, es mejor que esas mujeres vengan a mí y que no lo hagan de forma clandestina y mueran sin ayuda”, recuerda que le dijo.
Oriéntame es una organización privada, sin ánimo de lucro, que desde 1977 presta servicios de salud sexual y reproductiva, con énfasis en la prevención y el manejo integral del embarazo no deseado. Tiene 11 sedes y puntos de atención ubicados en Bogotá, Barranquilla, Cúcuta, Medellín, Dosquebradas, Villavicencio, Ipiales y Valledupar. A lo largo de los últimos siete años, la tranquilidad en dichas clínicas y del personal que ahí trabaja se vieron alteradas por acusaciones falsas y desinformaciones sobre la asistencia médica e integral que realizan en el marco de manifestaciones y vigilias de grupos religiosos y sectores antiaborto.
Durante la Cuaresma de este año, tiempo que para el cristianismo es de preparación para la Pascua, Oriéntame convocó especial atención por parte de grupos que integran la campaña 40 Días por la Vida – Colombia. Esta iniciativa organiza vigilias de ayuno y oraciones por el fin del aborto frente a lugares como Oriéntame, clínica reconocida por atender casos de interrupción voluntaria del embarazo durante las primeras 24 semanas de gestación, sin importar el motivo, y más allá de ese tiempo en tres situaciones: cuando la vida o salud de la madre está en riesgo, en casos de violación, incesto o procedimientos de fertilización no consentidos, y en situaciones de incompatibilidad del feto con la vida por fuera del útero.
40 Días por la Vida es una organización internacional presente en 63 países que surgió en 2004 en el estado de Texas, Estados Unidos, cuando un grupo de personas se reunió a rezar como respuesta a la creación del centro de interrupción del embarazo de Planned Parenthood. En Colombia, estas vigilias contra el aborto se realizan no solo en Cuaresma y ocurren en ciudades como: Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Cúcuta, Ibagué, Manizales, Medellín, Montería, Pereira, Tuluá, Tunja, Villavicencio y en Dosquebradas.
Una mañana de marzo de 2023, Alba Victoria llegó a Oriéntame a primeras horas del día. Estacionó su moto junto a la de una enfermera colega. Un señor no identificado con un grupo en particular, paseaba cerca de ellas por la acera con un caldero pequeño de agua, que recordaba al agua bendita. A su lado, un perro pastor alemán le marcaba el paso. Al identificar a Alba Victoria y a la enfermera como empleadas de Oriéntame, el hombre se acercó a salpicar agua a sus respectivas motos.
La vehemencia de las manifestaciones y acciones antiaborto ha adquirido tintes diferentes y varía de vigilia a vigilia y de ciudad a ciudad. En Dosquebradas, por ejemplo, grupos de mujeres de la campaña 40 Días por la Vida – Colombia rezan en un local ubicado al frente de Oriéntame. Sacan a la calle una estatua mediana de la Virgen María, gigantografías con imágenes de fetos acompañadas de un texto que dice: “Hagamos Conciencia”, y que también contienen información sobre las semanas de gestación: “7 semanas: su corazón está latiendo. ¿Lo sabías?”, “8 semanas: comienza a mover sus manos y pies. ¿Lo sabías?”, “11 semanas: ya tiene huellas digitales. ¿Lo sabías?”.
La tensión presente en estas calles de Dosquebradas también se traslada a las redes sociales de grupos como 40 Días por la Vida – Colombia. En un posteo en Instagram, del 20 de febrero de 2023, aparece la fotografía de una mujer embarazada frente a la clínica de Oriéntame con el mensaje: “La vida y la muerte en una misma foto. ¿Tú, de qué lado estás?”. Otra publicación dice: “Oramos por los trabajadores de los centros de abortos, por su conversión, sanación y para que se les abran caminos de bendición con un nuevo trabajo”.
Ver publicación en Instagram de @40diasporlavidacolombia
Y de los mensajes pasan a la acción. “El susto de estos días nos hizo cerrar las puertas y rejas de la clínica en horario de atención. Sólo abrimos cuando las pacientes se anuncian en recepción y tocan el timbre. Desde que se despenalizó el aborto, en febrero de 2022, se ve más radical la presencia de personas y grupos antiaborto y religiosos”, dice la médica Alba Victoria. Se refiere a la fecha en que la Corte Constitucional emitió la sentencia C-055 de 2022 con la que eliminó el delito del aborto del Código Penal si se realiza hasta la semana 24 de gestación en todos los casos y mantuvo las tres causales de otra sentencia de 2006.
En el barrio de Dosquebradas donde está ubicada Oriéntame, la calle es tan estrecha que la tensión convive entre quienes van a la clínica y quienes están al frente, en el local donde está el grupo antiaborto. “Para el equipo de profesionales de Oriéntame, esta Cuaresma fue difícil, pero más lo fue para las pacientes”, cuenta Alba Victoria. Relata que algunas de ellas fueron abordadas por personas del grupo antiaborto a la entrada de la clínica o en la panadería de la esquina. “Nos damos cuenta cuando alguien sale o entra a la clínica por los gritos que se escuchan allá afuera”, relata la médica, que explica que parte de su tarea “es acompañar y empoderar a las mujeres que vienen buscando una consulta”.
Según una investigación realizada en 2016 por Oriéntame, las vigilias afectan emocionalmente a las mujeres que acuden a la clínica, pero ello no implica necesariamente cambiar de decisión. “Sin embargo, las oraciones, los carteles y actitudes de los manifestantes de las vigilias profundizaron la angustia y la ansiedad de experimentar un embarazo no deseado y decidir abortar”, señala el documento.
Ante las acciones de los grupos antiaborto, las medidas de seguridad de las cinco profesionales de salud de la sede de Oriéntame de Dosquebradas se reforazaron. No dejan que una sola de ellas cierre la clínica; siempre van acompañadas. Para el regreso a sus casas van en grupo o son recogidas por familiares. Alba Victoria trae ese miedo desde antes de trabajar en Oriéntame. Recuerda que cuando era médica general del Centro de Detención de Mujeres de La Badea, en Dosquebradas, su apoyo al aborto le trajo consecuencias. Remitía a sus pacientes reclusas que buscaban interrumpir el embarazo a hospitales con indicaciones médicas. La oposición de las autoridades de la cárcel fue tal que la echaron. “No volví más por las autoridades y por la amenaza que recibí a mi futuro profesional”, señala.
Alba Victoria cuenta que desde 2022, con la despenalización del aborto hasta la semana 24, se afianzó la idea de que los procedimientos de aborto aumentarían. Sin embargo, “no cambió ni aumentó exponencialmente la demanda por el hecho de que ahora sea legal”, explica la médica. Mientras cierra el portón de la sede de Oriéntame y traba las rejas, Alba Victoria dice con ironía: “Por aquí se rumorea que no va a haber más natalidad en Colombia porque todas van a abortar”.
La oposición al aborto no solo se refleja en las vigilias y oraciones frente a centros como Oriéntame, también ha saltado a la política. En octubre próximo se realizarán las elecciones regionales de gobernadores y alcaldes. En el caso de regiones como el Eje Cafetero, el aborto también podría estar presente, pero no para defenderlo. “Hay varios candidatos. Ninguno va a defender el aborto. Saben que les resta votos en esta parte del país constituida por una economía cafetera muy aliada a la religión católica. Se observa un discurso conservador y de doble moral sobre consumo de drogas, aborto y derechos”, explica la investigadora en periodismo y literatura, Adriana Botero de la Universidad de Manizales.
Al cumplirse un año de la sentencia de la Corte Constitucional que despenalizó el aborto, varias organizaciones hicieron un balance del tema y constataron que las barreras para acceder a la interrupción segura del embarazo persisten, especialmente para quienes viven en zonas rurales afectadas por el conflicto armado. “El aborto no seguro o la interrupción del embarazo sin asistencia médica es una de las cinco principales causas de mortalidad materna en todo el mundo y ocasiona la muerte de al menos 22.000 mujeres y niñas cada año”, señala Médicos Sin Fronteras. Añade, citando estimaciones de la Federación Colombiana de Obstetricia y Ginecología (Fecolsog), que en Colombia se realizan anualmente 400.400 abortos, a través de métodos no seguros.
El bien y el mal
Lo que les sucede a Alba Victoria y sus colegas en Dosquebradas también les ha pasado a sus compañeras de Oriéntame, en el barrio Teusaquillo, de Bogotá, donde se encuentra la sede más antigua de la fundación.
Luisa Fernanda Álvarez, quien fue coordinadora de logística en Oriéntame durante 29 años, recuerda la sensación que tuvo una mañana, al iniciar su jornada laboral. “Al ver esas imágenes de fetos como destrozados y carteles haciendo alusión a la ‘muerte’, yo me preguntaba: ‘¿Es eso lo que la sociedad colombiana piensa de los profesionales de la salud sexual y reproductiva?’”.
Daniela Cortés, enfermera jefe en Oriéntame en Teusaquillo, considera el actuar de los grupos antiaborto “un poco agresivo”, sobre todo cuando se acercan a las pacientes. “Yo veo a muchas (pacientes) dolidas y afectadas porque esas personas las hacen sentir como si estuvieran cometiendo un crimen cuando simplemente están decidiendo por sí mismas (…) No creo que estoy obrando mal, tampoco creo que las pacientes estén obrando mal, pero entonces ellos sí generan esa sensación”.
Diana Carolina Ramos, médica en Oriéntame hace 14 años, recuerda algunos episodios que consideró agresivos y la hicieron sentir afectada por los grupos antiaborto, pero dice que con el paso del tiempo ahora se siente más tranquila. “Se nos acercaban a decir tú sabes lo que estás haciendo, ustedes son asesinos, ustedes están matando bebés o mirar cómo se les acercaban a las pacientes para tratar de cuestionarles o de hacerles sentir mal”.
En varias ocasiones las directivas de Oriéntame han acudido a las autoridades, a través de derechos de petición para solicitar una “zona de seguridad para la protección, respeto y garantía de los derechos de las mujeres (…) que se han visto amenazados por las manifestaciones del grupo 40 Días por la Vida, según se lee en uno de los documentos.
Oriéntame refiere que han lidiado con las vigilias frente a sus clínicas desde 2015, durante “al menos 80 días al año”. Denuncian “actos de violencia y discriminación”, “afectaciones a la convivencia” y señalan a los integrantes del grupo de “interferir en la entrada y salida de las mujeres que acuden a las clínicas”. Aunque se han enviado gestores de convivencia de la Alcaldía y agentes de Policía, su presencia “ha sido insuficiente por cuanto no ha sido permanente ni ha tenido efectividad”, indica Oriéntame en un oficio enviado a varias autoridades de Bogotá.
Esta fundación ha realizado más de 30 peticiones y ha respondido las consultas de las autoridades. “Recibíamos comunicaciones oficiales y formales, pero no acciones concretas de medidas de seguridad a nuestra clínica”, dice su directora, María Mercedes Pérez. Por ello, la Fundación optó por organizarse internamente, en una actitud de autoprotección. Fue creando a lo largo de los años, medidas de seguridad propias, informales. “Pusimos cámaras de video internas y había promotoras que verificaban las salas de la clínica por posibles personas infiltradas”, cuenta Luisa Fernanda, la exresponsable de logística de Oriéntame.
En respuesta a estas quejas, la campaña 40 Días por la vida – Colombia se pronunció a través de una de sus líderes más visibles, Pamela Delgado. Fue por ocasión de la vigilia de 2018. “Notamos que para la industria del aborto nos estamos volviendo en un problema y están viendo cómo detener nuestra misión”, señala en un documento en el que responde a las autoridades el derecho de petición de Oriéntame. Reclama que “las entidades gubernamentales promueven ‘el aborto legal y seguro’, lo hacen a viva voz, pero no veo que promuevan alternativas al aborto de manera institucional”. “Oriéntame dice, puntualmente, que nosotros hostigamos a las mujeres, las forzamos a no abortar, las perseguimos, las fotografiamos, usamos drones, aseveraciones que son falsas y pretenden desvirtuar nuestra acción. Pero esto nos da fuerza para continuar con más ánimo defendiendo la dignidad humana desde la concepción”, añade.
Y año tras año la situación cambia poco o nada. A finales de 2022, al inicio de la investigación, entrevistamos a integrantes de grupos antiaborto y líderes autodenominados “provida” que accedieron a contar sus posturas y su trabajo. “Muchas personas se acercaban a nosotras en esas vigilias, preguntando qué podían hacer, diciendo que tenían muchos hijos y hambre, pero es mínimo el número de quienes dicen que quieren abortar. Nos vino la preocupación de dejarlas solas. Algo que las feministas acusan a los ‘provida’, diciendo que quieren que nazca el niño y no se les da nada de atención. Y eso es totalmente falso”, dice Mary Carmen, integrante de la Coalición Por la Vida – Mamás 40, iniciativa constituida oficialmente en 2017 y que es cercana a la fundación estadounidense Coalition For Life, creada en 1998 en Houston, Texas, y que lanzó la campaña 40 Días por la Vida.
Quisimos conocer más sobre sus posturas y formas de actuación relacionadas con las vigilias, pero no volvieron a responder a nuestras consultas.
«Tú decides, yo te acompaño»
En Oriéntame, el plantel de profesionales ha ido creciendo y se han incorporado generaciones de jóvenes feministas que se hicieron eco de la ‘marea verde’ y la defensa del aborto como derecho.
Es el caso de Jéssica Garzón, una de las psicólogas de Oriéntame que con 30 años se reconoce feminista desde muy joven. “Hoy trabajo desde una perspectiva feminista, es algo que ha atravesado toda mi vida”, cuenta. El activismo feminista comenzó a devolver a las profesionales de la salud sexual y reproductiva la dignidad de su trabajo, a darles visibilidad. “Esos grupos convirtieron a nuestro equipo de salud en heroínas que salvan vidas”, dice Luisa Fernanda.
No obstante, Jéssica también sintió la hostilidad de las acciones de los grupos antiabortos. Comenzó a trabajar en Oriéntame en octubre de 2019 y sufrió un impacto similar al de sus compañeras. Su primera semana de trabajo fue durante la vigilia de 40 Días por la Vida, entre el 26 de septiembre y hasta el 4 de noviembre de aquel año. Jéssica recuerda que en la entrada de la clínica, una voluntaria de la campaña la abordó y le pegó un papelito en el pecho que decía: “Si estás embarazada, ya no estás sola”. “Me generó una situación incómoda y dolorosa porque se apela a ideas de culpabilidad y a dicotomías entre el bien y el mal”, reflexiona.
Dentro del consultorio de Oriéntame, Jéssica viste una camiseta que dice: “Tú decides, yo te acompaño”. El primer paso en la ruta de consultas con las pacientes es el diálogo y buscar deconstruir ideas de culpa y miedo. “La religión pasa a tener un papel fundamental en las cosmovisiones que las mujeres traen sobre la decisión de interrumpir un embarazo”, explica Jéssica.
En Colombia, como en otros países mayoritariamente religiosos, se perpetúan estigmas sobre las mujeres, sus cuerpos y el destino de ser madres, pero hay otras lecturas. “Los textos de la Iglesia católica son dialogantes, no hay visión única y cerrada sobre el tema del aborto. La mayor dificultad es la narrativa de la culpa y viene de una cultura religiosa. La condena hacia las mujeres que abortan tiene que ver con creencias culturales, familia, escuela y doble moral. Eso hizo que el aborto se convirtiera en estigma”, analiza Sandra Mazo, activista católica, feminista y directora de la organización Católicas por el Derecho a Decidir Colombia.
Jéssica Garzón abre una suerte de póster desplegable y otros documentos que comparte con las pacientes. Hay información, frases orientadoras, explicaciones y reflexiones sobre Derecho Canónico, lo que significa el amor de Dios, y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Uno de los mensajes dice: “Eres libre de tomar tus decisiones/ Dios te ama/ No preguntes afuera/ Pregúntate a ti misma, con conciencia y no por miedo o culpa”.
Por otro lado, el Código Canónico que regula las normas jurídicas de la Iglesia y obligaciones de sus fieles también es material durante las consultas en Oriéntame. “En el cánon 1323 y 1324 existe un atenuante al aborto que disminuye la pena de excomunión”, explica Jéssica. Lee en voz alta: “Cualquier mujer que elija no ser madre por temor a una vida incierta, por necesidad o para evitar un grave perjuicio, queda excluida de la excomunión”.
Jéssica y sus colegas del área de psicología de la clínica trabajan con la Biblia y textos religiosos de una forma interpretativa y en un lenguaje metafórico que abre la mirada a una revisión de pasajes adaptados al siglo 21, adaptados al contexto y realidades de las mujeres latinoamericanas hoy. No obstante, los desafíos culturales siguen latentes, incrustados en la sociedad. “Hablamos del miedo y la culpa que vienen de visiones de poderes patriarcales. Hoy un cura difícilmente diría a sus fieles que la Iglesia perdona a las mujeres que abortan. Eso sería muy fuerte”, concluye Sandra Mazo.
El ecosistema «Provida»
La Red Provida es una iniciativa sin fines de lucro que oficia de gran sombrilla a la cual se vinculan organizaciones que comparten el mismo fin de “defender la vida” y “prevenir el aborto”. Cada una realiza actividades en diferentes áreas. Mientras que 40 Días por la Vida organiza campañas frente a clínicas que ofrecen la interrupción del embarazo, Coalición por la Vida – Mamás 40 recibe en hogares a mujeres gestantes durante el embarazo para acompañarlas hasta después del nacimiento. Esta última iniciativa funciona en una casa que se encuentra en Teusaquillo, el mismo barrio de Oriéntame. Las mujeres gestantes que se acercan o que reciben información al ser abordadas en vigilias acceden a una ecografía de forma gratuita. También reciben una explicación sobre la evolución del embarazo que las orientadoras del grupo recrean con muñecos en miniaturas para mostrar “cómo está el bebé”. “Nuestra misión es transformar la maternidad en crisis en una maternidad tranquila y feliz”, dice Mary Carmen, una de las integrantes de Mamás 40.
En el lugar también se recogen donaciones, se realizan talleres sobre desarrollo integral y maternidad, costura y chocolatería. Se parte de la idea de que las mujeres gestantes pueden salir adelante por ellas mismas. “Les damos la caña de pescar y no el pez”, sintetiza Ivone del Pilar Laborde, una de las responsables de la fundación.
En el campo de la incidencia política las organizaciones “provida” en Colombia se aglutinan en Unidos por la Vida, que actúa en propuestas que requieren de articulación en ese nivel de gestión y también con cuestiones de corte más jurídico.
Estos grupos se han ido organizando y están creciendo alrededor del rechazo al aborto y la defensa de la familia tradicional. Al respecto, Sandra Mazo de Católicas por el Derecho a Decidir, analiza: “Está la bancada religiosa en el Congreso que si bien no es mayoría, se fortalece. Las acciones de Unidos por la Vida se fueron transformando y posicionando de manera pública en partidos políticos con nombres propios y con la derecha de Colombia. Incluso promueve un proyecto de ley para crear una bancada ‘provida’. Son unos 58 congresistas que están con esa iniciativa. Otros son: Colombia Justas Libre, un partido religioso; el partido MIRA, entre otros”.
Unidos por la Vida funciona como una plataforma de participación ciudadana que nació en 2006 a raíz de la sentencia de las tres causales para acceder al aborto. Y volvió a tomar fuerza con la sentencia de 2022, de despenalización del aborto hasta la semana 24 de gestación. Esos grupos consideran que la Corte Constitucional se extralimitó en sus funciones. “Una legalización implica que pase por el Congreso y en Colombia la decisión no pasó por el Congreso”, nos dijo Andrea Garzón, una de las líderes de Unidos Por la Vida.
Incluso impulsaron dos iniciativas –lideradas por congresistas y excongresitas “provida”, y apoyadas por grupos religiosos y antiaborto– para recolectar firmas con el fin de convocar a un referendo para revocar lo ya aprobado, pero ninguna de las dos alcanzó el umbral necesario y el tema quedó archivado. Se buscaba la protección constitucional de todas las personas que están por nacer (desde la fecundación); el derecho a la vida como un derecho inviolable, que el ser humano sea considerado tal desde la concepción y, por último, la ratificación del derecho a la objeción de conciencia de todo colombiano.
Para Sandra Mazo, de Católicas por el Derecho a Decidir, los riesgos de retrocesos sobre derechos sexuales y reproductivos se mantienen. “La agenda de estos derechos siempre está en peligro”, señala. “Esta cruzada contra el aborto lleva el tema a una discusión pública desde la manipulación mediática generando inestabilidad y confusión. En lo que realmente tenemos que apostar como movimientos que defienden los derechos sexuales y reproductivos es en brindar mayor información sobre la sentencia y trabajar para su efectiva implementación”, finaliza Mazo.
La escena se repite en el barrio de Teusaquillo, de Bogotá. Frente a la clínica de Oriéntame unas mujeres, que defienden la autonomía de las mujeres para decidir sobre un aborto, avanzan al son de tambores y panderetas. Hay en un clima festivo, vestidos artísticos y colores verdes, quieren rodean a la clínica en un gesto de abrazo simbólico. Frente a ellas, grupos antiaborto levantan pancartas, imágenes de fetos en formación, rosarios que se escurren entre manos. La pugna seguirá. Es una correlación de fuerzas, de campos en disputa para las luchas que restan.
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