2020 ha sido un año de distanciamiento social y soledad corporal. Ante la disminución de encuentros físicos debido a la pandemia, y el aumento de interacciones virtuales entre círculos cercanos y no tan cercanos, internet se volvió el canal principal de nuestros relacionamientos durante estos meses y empezó a convertirse en un canal probable para conectar de manera sexual e íntima con otrxs, pues el deseo sexual para muchxs no para así el mundo entero se detenga.
En medios de comunicación empezaron a abundar los contenidos que daban no solo recomendaciones para tener sexo con medidas de bioseguridad, o de cómo empezar a tener otro tipo de prácticas sexuales a través del internet o incluso sin sumar a otra persona, en ejercicios y exploraciones solitarias.
A finales de marzo de este año, al inicio de esta crisis sanitaria, el Ministerio de Salud y Protección Social le sugirió a lxs colombianxs mantenerse en casa y minimizar el contacto con otrxs para reducir la propagación de la covid-19. En el comunicado, el Ministerio afirma que el autoerotismo es una opción: “Existen formas de obtener placer sexual que no implican contacto directo con otras personas”, aconsejaron en su momento. También mencionaron las citas virtuales como una alternativa para la contingencia.
¿Sin embargo, qué implica para las mujeres la decisión de iniciar una vida sexual activa a través de canales digitales? En un país donde cada 30 minutos una mujer o niña es víctima de violencia sexual, ¿cómo podemos tener la certeza de que internet es un lugar que minimiza estas violencias, en vez de ser otro canal a través del cual se transforman y transmiten las violencias basadas en género?
En un documento de 2017 que presenta la violencia en línea contra las mujeres en Colombia realizado por la Fundación Karisma, una organización de la sociedad civil que trabaja en la promoción de los derechos humanos en el mundo digital, se afirma que en Colombia nos encontramos con “un vacío significativo cuando de estadísticas se trata”. Además de esto, establecen que “las actuales normas en materia de violencia contra la mujer aún no cuentan con estrategias de abordaje y control en entornos digitales definidas por el Estado. Y esto supone un reto importante, porque las TIC, en especial internet, se están configurando en un nuevo campo de tensión para las mujeres”.
En un país donde cada 30 minutos una mujer o niña es víctima de violencia sexual, ¿cómo podemos tener la certeza de que internet es un lugar que minimiza estas violencias, en vez de ser otro canal a través del cual se transforman y transmiten las violencias basadas en género?
La violencia en línea se puede definir como “el envío de correos electrónicos amenazantes o de acoso, mensajes instantáneos o la publicación de información en línea. Tiene como blanco a una persona específica, ya sea contactada directamente o difundiendo información personal suya, causándole angustia, miedo o enojo”.
Algunas de las manifestaciones que enlista la Fundación Karisma en su informe son: “el ciberacoso exhibido a través la difusión de rumores, la publicación de mensajes denigrantes, entre otros; la divulgación sin consentimiento de fotos con contenido íntimo sexual; la revelación de información personal como ubicación, contactos, etc. (doxxing); la sextorsión o chantaje con una imagen de contenido sexual de la víctima; amenazas de violencia física o de muerte, etc”. Además está también la ‘pornovenganza’, que se refiere a una agresión por parte de la pareja o expareja de la mujer a través de la publicación de contenido íntimo sin su consentimiento, como una forma de revancha.
Según un estudio de 2019 de Amnistía Internacional, las mujeres son más maltratadas y acosadas en Twitter a través de amenazas directas e indirectas de violencia sexual o física, hostigamiento selectivo y violaciones a la privacidad como el doxing, mencionado anteriormente.
Sin embargo, organizaciones como Karisma ven posible atender el problema con el marco legal vigente. Así, una de las opciones es considerar la violencia digital como violencia psicológica, pues implica una afectación al bienestar mental y emocional. Un sondeo que hizo Amnistía Internacional en varios países en 2019 descubrió que en todos los países, el 61 por ciento de las mujeres que dijeron haber sufrido abusos o acosos virtuales tenían problemas de baja autoestima o de pérdida de confianza en sí mismas. El 55 por ciento dijo que había experimentado estrés, ansiedad o ataques de pánico tras las agresiones. El 63 por ciento afirmó que padeció problemas de insomnio y el 56 por ciento de las mujeres no pudieron concentrarse durante períodos largos como consecuencia de las violencias virtuales sufridas.
Aparte de la violencia sicológica, dentro del Código Penal colombiano hay algunos delitos que pueden cobijar la violencia digital, por ejemplo: el acceso abusivo a un sistema informático (artículo 269A), la violación de datos personales (artículo 269F) y el acoso sexual (artículo 210-A). Sin embargo, los primeros dos delitos fueron concebidos desde un enfoque corporativo. Debido a esto muchas veces no logran cobijar los ataques digitales contra las mujeres.
el 61 por ciento de las mujeres que dijeron haber sufrido abusos o acosos virtuales tenían problemas de baja autoestima o de pérdida de confianza en sí mismas.
Desde MANIFIESTA exigimos el derecho que tenemos las mujeres a llevar una vida sexual libre y placentera a través del mundo digital, sin sentir miedo por las amenazas que las pueden estar aguardando en las plataformas virtuales. Creemos firmemente que una de las maneras de lograr esto es a través de la información, para llevar una vida sexual digital si no segura, al menos cuidadosa, intentando reducir la posibilidad de que los agresores accedan o difundan el contenido para sufrir cada vez menos afectaciones en nuestra salud mental, emocional y física. Por eso, con ayuda de expertas y blibliografía, realizamos esta guía MANIFIESTA para vivir una vida sexual digital libre de posibles violencias contra las mujeres, para que la pandemia no se convierta en un obstáculo de nuestro deseo.
Es importante aclarar que los riesgos siempre van a estar latentes, pero que podemos implementar cuidados que nos ayuden a reducirlos.
Para Viviana Quintero, psicóloga experta en la protección a la niñez en línea, lo más importante es el consentimiento. “Si hablamos de sexting entre adultos, este no tiene mayores implicaciones, pero sí deberíamos tener la confianza suficiente para tener una conversación sobre consentimiento sexual. Digamos: ‘Te estoy compartiendo este material, pero solo a ti y solo en este momento y no para que lo compartas o lo distribuyas’. Es una conversación que deberíamos tener antes de”.
Entonces, esta práctica no puede realizarse si no hay un consentimiento explícito por parte de las personas involucradas. Aunque parezca obvio, lo mejor es hablar sobre la intención que hay detrás de enviar imágenes o videos. Aunque a algunas personas les parezca incómodo hablar de ello antes, este es el primer paso.
Después de dejar claro en qué condiciones es enviado el material, es necesario asegurarse de utilizar aplicaciones más seguras que las que utilizamos para comunicarnos normalmente y en otros contextos. Es decir, hay que evitar WhatsApp, Zoom o Meet para practicar sexting. Existen aplicaciones de mensajería instantánea más seguras, como: Signal, Telegram y Wickr Me. Por ejemplo, Signal está encriptado de extremo a extremo y protege las conversaciones frente a terceros y frente al propio servicio. Tiene una opción para eliminar automáticamente los mensajes después de un tiempo, y solo se debe dar el número de teléfono, no pide ni nombre ni mail. Según este kit de autodefensa feminista #UNO, Signal es una de las aplicaciones de mensajería más seguras en este momento.
Para videollamadas que incluyan contenido, se puede utilizar Jitsi Meet, que es una aplicación de videoconferencias cifrada. Además, en el teléfono celular se pueden asignar contraseñas seguras, como aconseja el kit mencionado: que tengan al menos ocho caracteres, que incluyan mayúsculas, minúsculas, números y símbolos, que no estén basadas en información personal, que la contraseña sea diferente para cada aplicación. Así, si te roban una contraseña, no se compromete la seguridad del resto de aplicaciones. Ya que memorizar tantas contraseñas seguras puede ser difícil, hay un gestor de contraseñas seguro que permite almacenar las contraseñas de cada uno de los servicios digitales: KeePassX que es compatible con Windows, Mac OS X GNU/Linux.
Además de los consejos anteriores, es importante siempre apagar el Bluetooth/NFC cuando se esté enviando material íntimo. Los navegadores de internet que permiten opciones de seguridad y además no guardan datos ni el historial de búsqueda son Orfox y DuckDuckGo. Asimismo, el navegador Tor Browser Bundle incrementa el anonimato en la red.
Un antivirus como Avira o Avast permite detectar malware y permite borrar remotamente los datos si el celular fue robado o se perdió. Se puede adquirir también un VPN o una Red Privada Virtual. Es decir, un túnel seguro entre el computador o celular y la internet que protege el tráfico de internet de espías, interferencias, censura y agresores.
Recuerda que al momento de tomarte una foto o un video íntimo, es mejor que no se vea tu cara ni que se vean lunares o tatuajes que permitan identificarte. El fondo de la imagen o video debe ser, en lo posible, neutro para así evitar posibles localizaciones de quien quiera hacerlo.
Si la otra persona te traiciona y filtra contenido íntimo tuyo, esa persona está cometiendo una acción que en el capítulo séptimo del código penal es un delito: la violación de la intimidad y puede enfrentarse a penas de entre uno y cuatro años de cárcel e incluso puede ser multada también por la Superintendencia de Industria y Comercio. El proveedor de servicios de internet por el que se transmitieron o difundieron las imágenes recibe la petición de bajar el contenido. Sin embargo, no sobra recordar que una vez el material ha sido subido es muy difícil controlar la cantidad de copias que se saquen y empiecen a circular en internet.
Uno de los puntos más importantes para llevar una vida sexual activa en la web: recuerda que si llegas a ser víctima de violencia sexual en línea, no eres culpable. Puedes escribirnos a través de nuestras redes para remitirte a un contacto que te brinde ayuda psicológica o, si así lo deseas. Asimismo, puedes escribirle a Karisma a través de su iniciativa Acoso.Online, que atiende y asiste casos relacionados con esta problemática.
¿Qué pasa con el sexting en menores de edad?
Si eres menor de 18 años, no deberías practicar sexting. ¿Por qué? Según Viviana Quintero, en Colombia, el material sexual que involucra personas menores de 18 años y que sea almacenado, difundido o transmitido se considera como material de explotación sexual y es un delito. La Fundación Karisma por su lado advierte que “si alguien toma y envía fotos de un menor de edad desnudo o en actos sexualmente sugestivos incurre en el delito de producir y distribuir pornografía infantil: incluso si es el mismo joven quien las toma”. Por su parte, Quintero alerta sobre las posibilidades de inseguridad virtual: “En la actualidad no hay medidas disponibles que garanticen 100 por ciento la seguridad a la hora de practicar sexting. Hay un porcentaje de falla en estos métodos y no es un riesgo menor. Es algo a contemplar”.
Si eres menor de edad y alguien difundió videos o imágenes íntimos sin tu consentimiento, esa persona está cometiendo un delito: posesión y difusión de material de explotación sexual con menor de 18 años. Esa persona puede enfrentar penas de hasta 24 años de cárcel. Cifras de Inhope muestran que en el 2019, el 91 por ciento de las víctimas de posesión y distribución de material de abuso sexual infantil fueron niñas menores de 13 años de edad.
Recuerda que si sufriste alguna de estas agresiones en línea no eres responsable, es el victimario el que debe responder.
***
El próximo viernes 9 de octubre estaremos con Viviana Quintero y María Juliana Soto de Acoso.Online conversando en nuestro primer encuentro de #ConversasMANIFIESTA acerca de si es posible para las mujeres llevar una vida sexual digital placentera y cuidadosa de las violencias de género que enfrentamos en nuestra vida diaria. Acompáñanos y participa, lo haremos a través de nuestra cuenta de Instagram. Sigue a Tatiana Peláez Vanegas en Twitter.