Hace seis meses y un día, el pasado primero de mayo, Santiago Murillo salía de la casa de su novia Estefanía Silva, ubicada en Ibagué. Era de noche y se repetía la dinámica represiva por parte de la Policía en la tercera jornada de Paro Nacional, cuando aún no sabíamos que la violencia estatal iba a durar varios meses e iba a dejar muchas víctimas mortales.
Santiago se dirigía a su casa, que quedaba a 29 minutos caminando desde donde Estefanía. Por la violencia que escuchaba en noticias y en las calles, llamó a su padre, que manejaba un taxi, para que lo recogiera. Pero a Miguel Murillo se le había descargado el celular. En la esquina de la librería Panamericana, a dos cuadras de su propia casa, contaría Miguel Murillo después, el mayor de la Policía, Jorge Mario Molano, le disparó un proyectil a Santiago en el pecho y le quitó la vida.
Los gritos de la madre de Santiago, Sandra Milena Meneses, se volvieron virales en redes sociales. Esas que permitieron que el horror de esos días llegara con toda su crudeza a millones de personas en vivo y en directo. “¡Llévame contigo, amor!”, gritaba a las afueras de la Clínica Nuestra de Ibagué, donde trasladaron a Santiago. Esa noche, entre la incredulidad y el agobio, Estefanía sacó fuerzas y grabó un video: “Durante el paro de hoy, un policía activo le disparó en el pecho a mi novio, Santiago Murillo (…) Sigamos luchando por los que murieron a manos de los policías. Justicia para Santiago Murillo”.
Santiago, de 19 años, hizo parte entonces de las diez personas asesinadas a manos de la Policía entre el 28 de abril y el primero de mayo que registró la Defensoría del Pueblo, y de las 31 víctimas de violencia homicida en los primeros seis días del Paro que registró Temblores ONG. Una cifra que se ha olvidado con el tiempo, en un país que acostumbra a registrar muertes violentas casi a diario.
Así como esta cifra, que ascendió a un total de 43 víctimas de homicidio a manos de la Policia Nacional en el contexto del Paro Nacional de acuerdo con Temblores ONG, el dolor de familiares como Sandra Milena Meneses o de parejas como Estefanía Silva también fue quedando en el olvido para el país. “No creo que haya algo que repare el daño que me hicieron y que le hicieron a la familia de Santiago”, asegura ella, quien luego de atravesar tres semanas sin comer luego del hecho, buscó ayuda profesional para tratar su salud mental, una búsqueda que fracasó acá en Colombia con su EPS Medimás. Por fortuna, una tanatóloga la atiende gratis desde México.
“No hay nada que pueda recuperar a Santiago. Solamente que se hiciera justicia real y que pudieran reformar a los policías”, responde ella. En este momento, el caso de Santiago está en manos de la justicia ordinaria. La Fiscalía pide 33 años de cárcel para el policía que accionó el arma y la audiencia preparatoria para el juicio será el próximo 25 de noviembre.
La historia de Estefanía: su dolor acrecentado por la impunidad, su búsqueda por atender su salud mental en un país que revictimiza a quienes sufren de violencia estatal, su corazón roto que mucha gente desestima porque no es una familiar directa sino ‘simplemente la novia’, es solo una de las tantas historias de dolor que dejaron las pérdidas humanas del Paro. Hablamos con ella para entender cómo ha sido su duelo, en qué estado está el proceso de Santiago, las consecuencias de la violencia estatal en la salud mental de quienes perdieron a seres amados en el Paro Nacional y el amor más allá de la vida.
Han pasado seis meses desde el asesinato de Santiago, ¿en qué va el proceso legal?, ¿los responsables individuales y la policía están respondiendo ante la justicia?
El 2 de mayo, la justicia penal militar se llevó a los dos policías: el mayor Jorge Mario Molano, el que le disparó a Santiago y el que estaba al lado, que es Pablo Andrés Parra. Los retuvieron un par de días, pero luego los soltaron. La juez penal 088 de Ibagué dijo que era tarea de la Corte Constitucional decidir si se iba a justicia ordinaria o no y la Corte dijo que el caso debía ser trasladado a la ordinaria. A principios de junio, cuando vino la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), salió la orden de captura para Jorge Mario Molano de parte de la Fiscalía. Lo metieron a la cárcel La Picaleña, pero lo trasladaron luego a Facatativá.
El papá del asesino quería comprar las pruebas de balística para que el hijo saliera inocente. Eso salió en las noticias y todo el mundo se enteró. La prueba arrojó que era la pistola y las balas de Jorge Mario Molano. El pasado 16 de septiembre fue la audiencia y la Fiscalía pidió 33 años de cárcel para él. Sin embargo, el abogado de Molano estaba pidiendo tres meses de tiempo para aprovechar el vencimiento de términos, pero no fue aceptada la petición. Este 25 de noviembre es la audiencia preparatoria para el juicio. Luego de eso, toca esperar la fecha del juicio. Yo creo que ayudó mucho la presión de varios medios de comunicación y la visita de la CIDH
En varias ocasiones has comentado que antes del #1M estabas muy intranquila, presentías que algo malo iba a pasar. ¿Por qué crees que te sentías así?
Siento que tengo un don de presentir cuando algo malo va a pasar conmigo o con alguien cercano que yo quiero mucho. Yo tenía una conexión muy fuerte con Santiago. Era tan fuerte, que presentía cuando algo malo le iba a pasar a él. Una semana antes le dije y él me decía: “No, todo va a estar bien”. Es feo haber presentido eso y no haber podido hacer nada. Siempre pienso: si hubiera hecho algo diferente, pues no hubiera pasado. Es algo que me parece muy difícil.
¿Crees que el contexto nacional influyó en ese presentimiento?
Como vivo cerca a la Universidad del Tolima, casi a cinco cuadras, he vivido las protestas muy de cerca. Siempre he recibido gases lacrimógenos que entran a mi casa y me afectaba ver a los muchachos así, heridos. (…) Yo le decía a Santiago que no saliera por la noche porque me daba miedo que le pasara algo. Y como le pasó a él, a cualquiera le podría pasar. Estar caminando por ahí y que le disparen a uno, sin saber que es el último segundo de la vida y sin hacer nada. Es que él no estaba haciendo nada, solo estaba caminando.
Estefanía, en redes sociales has compartido la manera en que tu salud mental, emocional y física se han visto afectadas por la pérdida y el duelo. ¿Cómo vives este proceso?, ¿Qué ha sido lo más difícil?
Cada persona es diferente y yo vivo el duelo a mi manera. Desde el principio hice un relato contando todo desde que pasó. Fue muy fuerte. Duré tres semanas sin comer y lloraba todos los días. No tenía ganas de nada, ni siquiera me bañaba. (…) En mi caso, el duelo es muy físico. Es como si estuviera enferma, y la gente cree que uno está exagerando porque no lo ha vivido (…).
La gente no sabe cómo tratar con alguien que está atravesando un duelo. Llegan a decirte: ‘Ay, ánimo. Sé fuerte’. Lo dicen de buena manera, pero yo lo tomaba mal. Empecé a buscar un profesional, pero los psicólogos que encontré en Ibagué no son especialistas en duelo. Busqué por internet y encontré a una tanatóloga que vive en México, que acompaña el duelo de una persona. Es una ayuda porque te da herramientas para sobrellevar el proceso. Aquí en Colombia solo encontré una que me cobraba y yo no tenía plata.
Después de lo que pasó con Santiago, ¿tu EPS ha respondido de manera adecuada?, ¿Qué barreras has encontrado cuando has querido atender tu salud mental?
Mi EPS, Medimás, no sirve para nada. La barrera es no tener dinero y no encontrar el apoyo. Pienso que debería haber ayuda especial o gratuita para las personas que están desesperadamente pidiendo ayuda para su salud mental.
Hablas de un duelo muy físico. ¿Cómo se ha manifestado?
No me dan ganas de hacer nada, ni de comer. Si escucho alguna canción, me pongo a llorar. Estoy sensible. También hay una parte espiritual (…) creo que el alma de Santiago y la mía están conectadas. Él ya no está físicamente, pero desde el día siguiente a su muerte, yo lo sentí. Él se presenta por medio de su olor. Cuando yo estoy muy mal lo puedo oler. Eso me da un poco de paz, me ha mantenido en pie para seguir luchando. Esto me impidió también seguir estudiando. Yo estaba estudiando artes plásticas y visuales, pero tuve que dejarlo porque no podía concentrarme en algo y hacerlo bien: cosas simples que normalmente haría no podía hacerlas, o no puedo.
¿Qué papel ha jugado tu círculo más cercano: familia, amigues, en todo el proceso de sanación?
Mi mamá siempre ha estado ahí para mí. Al otro día de la muerte de Santiago, nos estaban persiguiendo. Íbamos a tomar un taxi y nos persiguió una moto y una camioneta. Días después también nos vigilaron frente a la casa. Pusimos una denuncia, pero no se sabe nada. Eso empezó a generar un miedo en mi vida tan horrible hasta tal punto que no podía salir a la calle porque me daban ataques de pánico. No podía ni respirar, sentía que me iba a morir. Durante estos meses no he salido. Estos últimos días sí, a sacar a las perritas.Era un miedo también de que mi mamá saliera y le pasara algo.
De mis amigos, la única que estuvo fue una amiga los primeros días, pero ya después todos se desaparecieron. Uno cree que en el peor momento lo van a acompañar y resultó que no, que sacaban el culo, que no podían venir. Con la única que yo cuento es con mi mamá.
¿Podemos hablar de un proceso de sanación?
(…) El proceso de sanación aún no ha llegado. Es algo que va a ir surgiendo poco a poco, cuando acepte lo que pasó. Es difícil aceptar que Santiago no va a volver. Yo siempre he pensado que todo es mentira, que él va a volver. Cuando me sienta preparada para aceptar esto (…) voy a sobrevivir con este recuerdo de todo lo que pasó hasta el día que me muera. Es algo con lo que tengo que aprender a vivir. Todavía no me siento preparada, siento que todavía estoy mal. No sé cuánto tiempo tarde en sanar o en sentirme mejor.
¿Qué consideras que necesitas para sentir que de alguna manera has sido reparada?
La Fiscalía pidió muy poquitos años. Colombia está perdida, si fuera por mí, que le dieran cadena perpetua. Que el asesino esté realmente en la cárcel, no que lo pongan en un cuarto aparte para que los otros no lo toquen. Porque a veces hacen eso con los policías y no debería ser así. Deberían ponerlo a sufrir, a trabajar duro. Porque son 33 años, pasa ese tiempo, lo liberan y va a seguir haciéndole daño a las personas. (…) Yo ya perdí el sentido de la vida, pensar que Colombia va a mejorar… yo pienso que lo mejor es salir de este país ya, eso no va a cambiar.
¿Has hablado con la familia de Santiago o amigos de él sobre esto?
Sí lo hemos hablado. Sentiríamos un poco de alivio al saber que condenan al asesino, pero eso no va a devolver a Santiago. Da un poco de paz saber que encarcelan a alguien tan malo y que no le va a volver a hacer daño a las personas. Pero si salen y vuelven a hacer lo mismo, ¿Ahí uno qué hace?
¿Consideras que la Policía necesita una reforma?, ¿Qué tipo de reforma?
Lo más importante es que la Policía no se deje comprar. Eso siempre pasa. Por ejemplo: les dicen: ‘Le doy tanto y mate a esta persona o desaparézcala’. Eso no debería pasar. (…) No me parece que les entreguen un arma y que la porten en momentos en los que no deben. Ellos no están educados de la manera en que deberían en el tema de derechos humanos y eso sería un proceso muy largo. Quisiera que se humanizaran más porque actúan como máquinas de matar. Ese señor que le disparó a Santiago supuestamente tiene hijos, si fuera su hijo, ¿Lo mataría? Es que no se ponen en los zapatos de los demás. Ese es el problema, que no pensamos en cómo puede estar el otro.
¿Cuál ha sido el papel de otras mujeres, cercanas o no, en tu proceso de duelo?
Mi mamá y la tanatóloga han sido el apoyo constante. Tienen las palabras correctas. Muchas veces llegan personas odiosas diciéndome que yo no amaba a Santiago. Cuando hice el escrito me preguntaban que por qué hasta ese momento, que si quería plata. Eso es lo que menos quiero.
Todo el mundo entiende el dolor de una madre cuando pierde a su hijo, pero a mí me cuestionan el amor que siento por él y el dolor de haberlo perdido por ser la novia. Dicen que no lo amaba o que pronto me voy a conseguir otro. Subestiman mi pérdida. La gente no sabe cómo son las cosas y ya lo he dicho, a Santiago lo amé, lo amo y lo amaré en esta vida y en la otra, eternamente. Así la gente no me crea, porque la gente hoy en día no cree ni en el amor verdadero ni en el amor eterno, pero yo sí lo creo. Me dicen incluso que soy la exnovia, pero él todavía es mi novio y lo será eternamente.
La tanatóloga me hace sentir mejor, ella cree también en las energías. En que las personas que se van ya están con nosotros de alguna forma. Me ayuda gratis, además. Y mi mamá siempre está para mí (…).
¿Has sufrido algún tipo de estigmatización luego del asesinato de Santiago?
Muchos ciudadanos de acá apoyan más a la Policía. Siempre me hacían bullying en las publicaciones, comentaban apoyando a los policías y me atacaban a mí también. Yo tengo carteles de Santiago en la puerta de mi casa, colgados. Un día llegaron tres personas supuestamente de parte de la Alcaldía y me dijeron que quitara los avisos o sino me tocaba pagar. Resultó muy raro porque no tenían uniforme, carné o identificación de la alcaldía de Ibagué, ¿Quién los mandó?
Muchos jóvenes como Santiago fueron asesinados este año durante el Paro Nacional, ¿Qué lectura haces de que manifestarse en este país nos esté costando la vida?
(…) Cuando empecé a ver que a los muchachos los asesinaban me afectaba mucho, me dolía demasiado la forma en la que los maltrataban. Por ejemplo, el caso de Elvis fue muy fuerte. Yo escuchaba a los familiares y decían que cogieron al muchacho a patadas en la cabeza y que él salió hablando como un niño especial. Ese caso fue horrible, así como el de Santiago Ochoa y el pelado que fue quemado. Esta situación es horrible y espero que cuando se escoja el nuevo presidente, pueda cambiar un poco esta situación. Aunque nada puede devolver a las personas que ya no están (…).
¿Cuáles sientes que han sido las consecuencias de la violencia estatal y policial en tu vida, aparte de la pérdida de Santiago?
Desde que pasó esto con Santiago me he metido más en el tema y me he interesado por defender y de hacer visible no solo el caso de él, sino los demás casos.
Estefanía, ¿Cómo deseas que sea tu vida en un futuro?
No sé cómo será, con Santiago teníamos planes. Uno de los planes que tenía él era tener una marca de chaquetas pintadas a mano y eso ya lo estábamos hablando días antes de que él muriera. Yo quiero terminar la marca porque quiero que sea un homenaje para él, también porque yo sé pintar. Lo hago para que todos recuerden a Santiago y porque cada sueño que teníamos tengo que cumplirlo, así sea sola, con él en mi corazón siempre.
No se que será de mí en un futuro, pero ahí poco a poco vamos.