Foto tomada por: Jimena Madero.
En la primera semana de nuestro especial #MujeresEnCuarentena, queremos ahondar en el concepto del cuidado: desde la forma en la que este virus nos obligó a priorizar los cuidados, hasta cómo la división desigual de quién hace estas labores generó uno de los mayores impactos de la vida de las mujeres en cuarentena.
‘Si me cuido, cuido a lxs demás’.
Esta ha sido la consigna desde que empezó la pandemia a inicios de este año. Gobiernos, medios de comunicación, vecinxs y amigxs lo repiten como un mantra. Porque nuestro propio cuerpo se nos volvió un arma potencial de contagio La única manera de poder amortiguar las cifras de cientos de muertes diarias provocadas por el virus es cuidarnos, a toda costa: quedarnos en casa, evitar el contacto con otras personas, usar tapabocas, alcohol y todas esas dinámicas que hemos venido incorporando a lo largo de estos meses.
¿Pero quiénes pueden cuidarse? ¿Acaso todxs podemos hacerlo?
Esta emergencia sanitaria nos obligó a poner el concepto del cuidado en el centro y darle, por una vez, la importancia que siempre ha tenido, y que desde siempre hemos subrayado las mujeres feministas. Esto porque el autocuidado hace parte de nuestras prácticas, y porque a su vez los cuidados, un concepto que implica muchísimas labores destinadas a cuidar la vida y los entornos, han sido una obligación para la vida de la mayoría de mujeres desde hace varias generaciones.
Es por esto que los feminismos hemos insistido una y otra vez en que sea el cuidado la dinámica que rija el mundo. Que deje de ser un pendiente en lo doméstico y lo privado, y que comience a ser una labor compartida con lo público. De lo contrario, estos trabajos van a seguir invisibilizados y los vamos a tener que seguir haciendo nosotras… Y sin un rebalanceo de estas tareas, no puede haber una verdadera revolución para las mujeres. ¿Puede ser este momento crítico de la humanidad una oportunidad para apostarle a esa revolución?
Por estas razones la primera semana de nuestro especial #MujeresEnCuarentena está enteramente dedicada al concepto del cuidado, que en esta pandemia ha tomado muchas formas. No solo nos referimos a las labores de cuidado del hogar, sino al cuidado como centro de las políticas públicas en países que han sido ejemplo durante la emergencia como Noruega, liderado por Erna Solberg, una mujer. Ese cuidado que también está en lo micro con el autocuidado, un concepto tan familiar para las feministas y que ha cobrado protagonismo mediático en los últimos meses.
El cuidado en pandemia también ha tomado la forma de mujeres que cuidan a otras mujeres víctimas de la violencia doméstica, de los malabares que han tenido que hacer los hogares monomarentales, donde una sola madre está asumiendo educación,crianza y trabajo, todo al mismo tiempo, así como las iniciativas de tejido comunitario que sostienen a sus barrios porque el subsidio prometido del Estado no llegó, o la importancia que están intentando darle a la labor del cuidado varias mujeres en el Distrito con la primera implementación de un sistema de cuidados distrital, o también la crisis de las empleadas domésticas cuya masiva pérdida de empleo refleja lo invisibilizado que está su trabajo para la sociedad.
La pandemia ha hecho más visibles crisis estructurales, arraigadas en el sistema, que afectan de manera específica y diferenciada la vida de las mujeres. Pero la pandemia también ha traído consigo una oportunidad para mostrar la manera solidaria en la que se organiza la ciudadanía la forma en la que se organizan las mujeres para lograr objetivos comunes y para poner sobre la mesa temáticas que son urgentes y no pueden dar más espera. El cuidado, y una reforma en la manera cómo entendemos y minimizamos este concepto, es una de ellas. Esta #SemanaDelCuidado de nuestro especial #MujeresEnCuarentena le apunta a eso: a señalar, desde muchas aristas, lo esencial de los cuidados para una sociedad, y la importancia de que entre todxs los asumamos.