Todo lo que debes saber sobre el proyecto de ley que le apuesta a la educación sexual integral

En el colegio cristiano donde estudié nos entregaron anillos de castidad antes de graduarnos de once. Desde que entramos a bachillerato, cada paseo, convivencia, clase de ética y valores o despedida de grado era el espacio para recordamos que la sexualidad consistía en una tríada entre nosotras, Dios y nuestras parejas. También nos mostraban fotos de cómo se ve el papiloma humano o la sífilis. De no haber llegado a la universidad pública no sé en qué se hubiera basado mi educación sexual. Y no porque en la universidad dieran cátedra del tema, sino porque tuve que entender a qué me enfrentaba como adulta heterosexual. 

Así nos toca a les jóvenes de colegios cristianos, privados, públicos o rurales: a los ‘trancazos’.

La educación sexual en colegios, o más bien su ausencia, volvió a ser un tema popular en el país por cuenta del proyecto de ley 229 de 2021, cuyo objeto es fortalecer la educación integral en sexualidad (EIS) en Colombia. Fue redactado por varios congresistas jóvenes en el periodo legislativo pasado, como parte de la iniciativa ‘Los jóvenes tienen la palabra’. Esta convocó a quienes participaron en el Paro Nacional para hablar de sus necesidades y traducirlas en leyes. 

La ex representante a la Cámara por el partido Alianza Verde, Juanita Goebertus, es una de sus autoras. El proyecto revivió hace algunas semanas por cuenta de sucesores naturales de la discusión: Susana Boreal, Alejandro García y Dorina Hernández, jóvenes representantes a la cámara de la bancada de gobierno. La iniciativa se aprobó en primer debate de la Comisión Sexta de la Cámara pero no ha podido avanzar más. ¿Por qué?

La bancada cristiana, conservadora, el Centro Democrático, algunos congresistas de la U y Cambio Radical querían que se archivara en su segundo debate. La reacción fue suspender la sesión para evitar que se hundiera. Lo paradójico, señala el congresista Alejandro García, es que algunos de estos partidos fueron coautores del proyecto. Por ejemplo, Gabriel Santos, del Centro Democrático, participó en la construcción del mismo. Hoy, quien lidera los ataques es su copartidaria, la senadora María Fernanda Cabal. Por redes muestra su descontento frente a tres aspectos, que son la base del proyecto.

Cabal no está de acuerdo con que se le hable a los niños de preescolar de sexualidad. Además argumenta que el proyecto viola la autonomía de los colegios privados y dice que le quita a las familias la potestad de educar a les menores en el tema. Es por esto último que empezó a mover el #ConMisHijosNoTeMetas, al que se han sumado sectores antiderechos en los últimos días. Es el caso de Red Familia Colombia, una organización sin ánimo de lucro que, en alianza con la plataforma internacional CitizenGo, está recogiendo firmas contra la iniciativa. Ya llevan más de 12.500.

Mientras estos argumentos crecen en el sector que se opone al proyecto, y empiezan a revivir con fuerza teorías como la de la ‘ideología de género’, tan presente para el NO del plebiscito, un informe reciente de la iniciativa de ley revela cifras como estas. En 2019 se registraron 117.633 nacimientos de madres entre 15 y 19 años en el país, según el DANE.

En MANIFIESTA quisimos entender por qué le han querido prender fuego a una apuesta que busca proteger los proyectos de vida, salud y bienestar de niñas, niños y adolescentes, y que además no sería el primero en regular este tema. Por ello consultamos a expertas que, desde mucho antes de que estallara la polémica, trabajan para llevar educación sexual de calidad a las regiones en un país conservador que le sigue haciendo resistencia a educar para la vida.

No es un proyecto nuevo

“Esta no es una discusión técnica, ni una discusión jurídica, ni de evidencia. Esta es una discusión meramente política y emocional, que tiene interés electoral y que mueve al pueblo”. Así opinó sobre la oposición al proyecto Mariana Sanz de Santamaría, directora de Poderosas, en la Silla Vacía

Poderosas nació en 2018 cuando esta abogada llegó a Barú a dar clases de inglés y ciencias sociales, y a enfrentarse a la realidad educativa de estudiantes ubicades en un territorio no central. Allí gestó un grupo con sus estudiantes, las ‘baruleras poderosas’, para hablar sobre autorreconocimiento, consentimiento, maternidades deseadas y embarazo adolescente. También de identificación de abuso sexual y demás violencias basadas en género, en contraste con sus derechos sexuales y reproductivos. Así nació Poderosas, una apuesta por llevar educación sexual integral a territorios.

El carácter político del debate al que se refiere Mariana es más evidente si tenemos en cuenta que este proyecto de ley no está inaugurando nada: ya existe un ordenamiento jurídico sólido que obliga que se dicte la cátedra de educación sexual en instituciones públicas y privadas en todos los niveles educativos. Además, la Ley General de Educación de 1994 ordena que la educación sexual promueva el autoconocimiento, la afectividad y el respeto.

A esta norma se suman tratados internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Colombia y complementaria de nuestra constitución. También la Ley de Convivencia Escolar de 2013 y otras.

“Lo que se está planteando ahora desde el Congreso es que ese proyecto que está en camino sea un respaldo político para la norma existente, que se desconoce y que no se implementa”, explica Lina Corredor, coordinadora de Poderosas en Urabá en 2021 y experta en EIS. “Que no se implemente tiene que ver con la falta de comunicación y articulación entre instituciones del sector salud, del sector educación y del sector de garantía de derechos”, agrega.

Lina trabajó como educadora en el municipio de Carepa, Antioquia, en 2019. “Allá se tiraban la pelota entre Secretaría de Educación, Secretaría de Salud y las directivas de los colegios, por el tema de la autonomía de las instituciones”, explica. Concluye que la educación sexual se ha convertido en una papa caliente que se pasan entre entidades, colegios, padres, madres, cuidadores y acudientes.

En 2013, la Universidad de los Andes publicó un estudio sobre la implementación del Programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía (PESCC). Esta es una iniciativa del Fondo de Población de Naciones Unidas y el Ministerio de Educación que pretende transitar de la educación sexual tradicional a una con enfoque integral. Es decir, que contemple la sexualidad desde procesos biológicos, psicológicos, sociales y culturales. Según Uniandes, solo el 17 por ciento de los colegios públicos en Colombia había implementado el PESCC para ese año.

Esto quiere decir que sin importar que la norma exista desde 1994, las instituciones educativas en Colombia no están asumiendo la responsabilidad de educar para la sexualidad. O lo están haciendo desde conceptos como la abstinencia, cómo me tocó a mí. O refiriéndose de manera general e incompleta a la anticoncepción, amparadas en su autonomía, como si fueran pequeñas repúblicas independientes.

El representante Alejandro García explicó en una entrevista con Mutante que este trae cuatro propuestas novedosas. La primera es instalar el concepto de educación integral en sexualidad que, como se ha dicho, trasciende el acto sexual. La segunda, brindar más herramientas de formación para educadores. También establecer líneas más claras de denuncia ante violencias que se dan en los entornos escolares. E involucrar a toda la comunidad educativa, incluidos familias y acudientes.

“Viendo las cifras tan escandalosas que tiene este país en embarazo infantil y adolescente, abortos clandestinos, enfermedades de transmisión sexual, violencias sexuales, incluso en feminicidio o suicidio por bullying, podemos decir que las medidas para arreglar estos temas no han funcionado”, nos explica la representante Susana Boreal, ponente de la iniciativa.

“No puede ser que les jóvenes no tengan información, o que la encuentren en amigos y amigas, en internet. Es muy importante enfrentar estos problemas hablándolos. Este proyecto de ley lo que permite es eso, un enfoque mucho más amplio, con más herramientas, que capacite a niños, niñas y adolescentes de acuerdo a su edad. Pero también a profesores y personal de salud”, agrega la representante.

¿Quiénes satanizan?

Varios de los artículos que sustentan la esencia del proyecto han sido el caballito de batalla de la oposición. “Pretenden dirigir la identidad sexual de nuestros niños de todas las edades”, dijo María Fernanda Cabal en un tuit, refiriéndose al literal que habla de eliminar estereotipos, normas y roles que condicionan a niñas y niños.

Sobre la apuesta por la cátedra desde los primeros grados, Cabal afirmó que “Un niño de preescolar debe recibir educación en lenguaje, matemáticas, dibujo (…) no en asuntos sexuales para los que no está preparado”. Y defendió la autonomía de colegios privados, pues cree que se les impondrá la cátedra pasando por alto la opinión de padres de familia.

Aparte de Cabal, bancadas supuestamente aliadas al Pacto Histórico también han mostrado un rechazo que raya en la paranoia. Luis Miguel López es uno de los representantes conservadores que más guerra le ha hecho al proyecto. Según El Colombiano, algunos de los congresistas de este partido incluso quieren solicitar asesoría de Javier Milei, diputado argentino antiderechos y líder de Avanza Libertad, un partido negacionista de los crímenes de la última dictadura en ese país. Por el lado de los liberales, la senadora Karina Espinosa ha alertado sobre el ‘peligro’ de “despertar antes de tiempo” la sexualidad de les niñes.

Sumado a estos argumentos, que recuerdan las razones desinformativas que usó la derecha para sembrar el pánico de la ‘ideología de género’, el debate en redes se ha vuelto personal, violento y revictimizante. El pasado 17 de noviembre, la representante Susana Boreal publicó un tuit en respuesta a un usuario que comentó en una de sus publicaciones pedagógicas sobre el proyecto. “Esperemos que usted supere el trauma de la violación que su papá le hizo”.

“Desde la campaña he sufrido muchísima violencia política, por ser mujer, joven y porque nunca había estado en política”, nos dice la representante. “Este proyecto despierta emociones por aquello que dice la gente sobre la ideología de género, que estamos promoviendo prácticas masturbatorias y demás ideas sin sentido. Pero toda la violencia política que he sufrido ha sido a raíz del machismo”, agrega.

La vocación de educar en sexualidad

“Si hay una agenda antiderechos detrás, los argumentos no valen, pero toca insistir. Cuando hablamos de educación sexual integral estamos hablando de competencias que se deben desarrollar: emociones, proyecto de vida, relación con el cuerpo. Educación sexual no es solamente hablar de tener sexo”, dice Juana Oberlander, directora de Fundación Enlaza. Esta lleva EIS con enfoque de género a entornos rurales.

En 2019, Enlaza creó La Pecera Lab, un laboratorio de innovación para identificar cómo estaban les niñes del campo y la ciudad en esta materia. Los talleres de La Pecera se llevaron a cabo en Anapoima y Soacha. Con esa experiencia, luego de identificar las brechas entre un entorno y otro, hoy le apuestan al piloto de un programa de educación sexual integral para primaria y en la ruralidad. “Todos los lineamientos, todos los textos técnicos sobre educación sexual dicen que tiene que empezar desde que son chiquiticos. Los miedos, tabúes, falta de herramientas para tomar decisiones sobre nuestra propia vida y nuestro cuerpo se construyen muy temprano”, afirma Juana.

Al respecto, Lina Corredor agrega que el argumento de la edad – no hablar con niñes de sexualidad porque ‘les arruina la inocencia’– ignora que se trata de educar para la vida. “La educación sexual en edades tempranas no tiene que ser vista como se da en bachillerato. Hablar de sexualidad en primaria no es perversión, es autoconocimiento, autocuidado, cambios en el cuerpo”, explica.

Hay otro gran vacío en los argumentos de la ultraderecha que tiene que ver con el enfoque territorial. “En Bogotá, por ejemplo, los indicadores de embarazo adolescente han mejorado muchísimo. En la alcaldía de Peñalosa se logró articular al sector educación con el sector salud. La estrategia era a través de una aplicación que permitía agendar citas ginecológicas. Pero eso en un pueblo, en una vereda, es imposible porque la atención en salud es pésima”, explica Juana. Nos recuerda que en territorios se suma el problema de la intimidación por parte de grupos armados, los cuales muchas veces son la autoridad y no comparten que les niñes reciban estos conocimientos.

En Poderosas Colombia la conciencia de que cada contexto es distinto guía su trabajo. De hecho, un diagnóstico de 2021 sobre su programa de formación en Urabá indica que antes de llevarse a cabo, el 81.25% de les jóvenes de las instituciones educativas beneficiarias no utilizaba métodos anticonceptivos.

“Nos hemos centrado en tener presencia constante en tres territorios focalizados: Cali, Urabá antioqueño y Barú. Para nosotras, el trabajo educativo debe ser un proceso gradual y sostenido”, expone Daniela García, coordinadora pedagógica de la organización. 

Los contras de este proyecto de ley

Desde su experticia, Lina Corredor y Juana Oberlander apoyan el proyecto y esperan que sea aprobado cuanto antes. Pero consideran que hay dos temas por resolver. “Siento que es un timing muy acertado para el proyecto. Sin embargo, deja ver un desconocimiento profundo de las regiones, de los contextos y de las comunidades educativas”, opina Lina.

Explica que en el Urabá les profesores no tienen la formación necesaria para dar esta cátedra. “Al proyecto le hace falta especificar quién va a formar a les educadores en Colombia, qué institución se va a responsabilizar y de dónde va a salir la plata. Si va a ser Ministerio de Educación, esa pelota va a rebotar hasta el gobierno en cuanto a currículo, a lineamientos. Y el gobierno va a decir ‘recuerden lo que pasó con las cartillas de Gina Parody, que nos las tumbaron’. Y ahí está el riesgo: los antiderechos tienen una capacidad de gestionar espacios de réplica que dan resultados políticos”.

Juana complementa diciendo que si el proyecto se aprueba en el marco de una discusión propositiva, la gran victoria será que les docentes se vean obligades a hablar de sexualidad, pues hoy organizaciones como Enlaza deben pelear espacios muy reducidos en el pénsum académico. “Pensar que podemos estar al nivel de la clase de matemáticas es… Wow. Pero en este momento tengo miedo de que la discusión nos devuelva en el tiempo. Desde lo de Gina Parody hemos venido trabajando en silencio. Nadie quiere terminar en una polémica donde nos acusen de morbosos. Avivar la discusión siempre es peligroso”.

*Si quieres conocer las iniciativas mencionadas en el texto y otras que se dedican a la EIS en Colombia, te invitamos a la redes sociales de Poderosas, Fundación Enlaza y Tirando por Colombia.

***

Sigue a MANIFIESTA en Instagram,Twitter y Facebook.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

También te puede gustar