¿Cómo sigue avanzando la construcción de esta promesa para Colombia? Hablamos con viceministres de esta cartera y conocimos otras experiencias internacionales para entender los avances y los retos de un ministerio que se puso la difícil misión de combatir la desigualdad en Colombia.
El pasado jueves dos de noviembre, la vicepresidenta y ministra de la igualdad Francia Márquez hizo de anfitriona en Cúcuta para decenas de funcionarios públicos que llegaron de países cercanos como Ecuador, Chile o Costa Rica, y de otros más lejanos como Suráfrica, Suecia y Nigeria. Acompañada de sus viceministres y demás funcionaries que comienzan a integrar el Ministerio de la Igualdad, la lideresa social fue cálida en su recibimiento, pero también habló duramente de las situaciones de desigualdad que enfrenta nuestro país, y de las caras diferenciadas de esa desigualdad.
Esta era la razón que congregaba a varias delegaciones en un hotel de la capital de Norte de Santander: hablar de las experiencias, aprendizajes y retos que la lucha por la desigualdad ha dejado en otros países. Delegaciones de Brasil, Costa Rica, Suecia, Ecuador, Alemania, Suráfrica, Nigeria, Perú, Chile, Honduras, entre otras, atendieron el llamado para este Intercambio de Experiencias Internacionales para la Igualdad y la Equidad, en el cual pudieron contar su propia experiencia con la creación, desarrollo y ejecución de entidades estatales equivalentes al nuevo Ministerio de la Igualdad que tenemos ahora en Colombia.
Este organismo, que no ha estado exento de polémicas desde su creación, pasó de ser una promesa de campaña de Gustavo Petro y su fórmula vicepresidencial, a una realidad en junio de este año, con el Decreto 1075 de 2023 que dio paso a su creación. Desde el inicio quedó clara la tarea titánica que se proponía el ministerio: combatir todas las formas de desigualdad en el segundo país más desigual de Latinoamérica según Oxfam, y con una sociedad que muchas veces funciona alrededor de las dinámicas que produce esa desigualdad. A pesar de que hemos aumentado nuestra clase media, y de que hay menos desigualdad en ámbitos como salud y educación, según cifras del Banco Mundial, el 10% de la población más rica en Colombia recibe 11 veces más que el 10% más pobre del país, por dar un ejemplo de las brechas que seguimos viviendo.
En medio de este contexto, el Ministerio de la Igualdad naciente pretende atacar todo lo que genere desigualdad en el país. Para eso creó cinco viceministerios y 20 direcciones que piensan ocuparse de poblaciones muy diferentes entre sí: desde las madres cabeza de familia, pasando por habitantes de calle, el campesinado colombiano, les barristas, personas con discapacidad, migrantes, trabajadoras sexuales, entre otras, cuya vida se haya desarrollado en medio de la desigualdad. Una tarea más que ambiciosa, para la que se crearían cerca de 744 nuevos puestos en este organismo, lo cual ha levantado críticas debido a la posible burocracia o ‘el derroche’ que podría generarse con este ministerio.
Hay un dicho en nuestro país que puede aplicar a la gran pregunta que suscita este nuevo ministerio: ‘el que mucho abarca poco aprieta’. Es decir: ¿Cómo podría lograr el Ministerio de la Igualdad todo esto que se propone en el papel, y cómo va a trabajar de manera interconectada con otras instituciones para lograr objetivos reales para reducir las brechas de desigualdad que a veces parecen tan inamovibles en Colombia? En MANIFIESTA hablamos con algunes viceministres sobre sus objetivos iniciales y escuchamos las experiencias de otros países en su lucha contra la desigualdad, para entender los retos más inmediatos que se le avecinan a una cartera que, por ahora, sigue siendo una promesa en construcción.
Mujeres y juventud: dos votos del Gobierno Petro atendidos en dos viceministerios
Cuando Diana Gómez Correal, la nueva viceministra de las mujeres, se presentó en el evento de intercambio en Cúcuta, provocó algunas risas cuando dijo que sentía pánico por la responsabilidad de su cargo. A pesar de que luego suavizó sus palabras con una broma, la viceministra quizá es la más consciente de la responsabilidad que acarrea un viceministerio como el que arrancó a dirigir, y de lo difícil que resulta hablar de igualdad para las mujeres en Colombia.
El año pasado, el informe ‘Mujeres y hombres: brechas de género en Colombia’, de ONU Mujeres, la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer (CPEM) y el DANE, arrojó datos preocupantes sobre las desigualdades que viven las mujeres más empobrecidas en Colombia. Por ejemplo, que entre 2019 y 2021 fueron asesinadas 2.877 mujeres (la cifra no se refiere exclusivamente a feminicidios). O que el 51,8 por ciento de las mujeres en el ámbito rural no tiene ingresos propios. También que el panorama de los trabajos de cuidado no remunerado sigue aumentando para las mujeres, que hasta hace un año dedicaban en promedio 7 horas y 44 minutos al día en estas tareas. Asimismo, encontraron una tasa de 67 mujeres ocupadas por cada 100 hombres ocupados en 2022.
Conscientes de las múltiples opresiones, violencias y desigualdades que pueden vivir las mujeres en Colombia, este viceministerio tendría cinco direcciones que buscan atender estas problemáticas de forma integral: una dirección que prevenga y atienda violencias contra las mujeres, otra que se ocupe de la autonomía económica de las mujeres, otra para garantizar nuestros derechos, una enfocada en madres cabeza de familia, que en Colombia constituyen más del 44% de la composición de los hogares colombianos, y una dirección para las Mujeres en Actividades Sexuales Pagas, que al anunciarse provocó tensiones profundas entre los sectores de mujeres regulacionistas y abolicionistas de la prostitución.
Pero Gómez explica que no solo se trata de estas cinco direcciones, sino de seis ejes transversales que las atravesarían: «La idea es estructurar el accionar del viceministerio en torno a seis pilares, que recogen de mejor manera las necesidades que tienen las mujeres». Para la viceministra el presupuesto del viceministerio, que aún no tiene claro cuánto sería, no se repartiría de manera porcentual entre direcciones, sino que iría destinado a esos seis pilares. Petro y Márquez, cuenta ella, quieren priorizar los pilares de violencia contra las mujeres, autonomía económica y el proceso de territorialización.
La definición del presupuesto, y el enfoque de este para 2023 y 2024 sigue en marcha en el viceministerio de las mujeres, así como en los demás. Algo parecido respondió Gareth Sella, viceministro de la juventud, cuando le preguntamos por el presupuesto con el que contaría, entendiendo que solo hay voluntad política cuando hay presupuesto asignado. Sella mencionó los 500.000 millones de pesos con los que, ya se conoce, arrancaría el MinIgualdad. Pero como Gómez, explicó que este presupuesto no se ha repartido entre los viceministerios.
Este viceministerio contará con una dirección que fomente oportunidades para la juventud, una de barrismo social y con una dirección de Jóvenes en Paz, el programa que acaba de ser creado por este gobierno, a través de decreto, el cual busca que les jóvenes que estén en riesgo de vincularse con organizaciones criminales, se beneficien con un monto mensual de un millón de pesos. Este programa ha causado muchas críticas por parte de la oposición, por tener un enfoque asistencialista y por pagarle a les jóvenes por ‘no matar’, como dijo Petro cuando anunció el programa.
Frente a este programa Sella quiere enfocarse en dos cosas: «Primero detener la estigmatización hacia las personas que van a participar en el programa», pues el viceministro siente que los medios y la oposición están poniendo en riesgo a estos jóvenes. «Vamos a pedir un montón respeto por la gente, por la vida, aquí no estamos hablando de números y cosas inventadas y gente que no existe, sino que estamos hablando de personas con nombres y con apellidos que tienen todo el derecho a tener oportunidades diferentes (…)».
El nombramiento de Sella causó polémica en su momento porque no contaba con las calificaciones suficientes para el cargo, y porque hizo parte de los Escudos Azules durante el Paro Nacional. En 2021 Sella perdió la visión en uno de sus ojos por cuenta de la brutalidad policial. Al preguntarle cómo su cargo podría hacer la diferencia para una juventud libre de abuso policial, Sella respondió que desde este viceministerio buscarán diversificar está discusión y la llevarán a nivel nacional «a donde pertenece: a la calle, a la gente». Incluso mencionó la participación en una posible reforma policial junto con los mismos policías: «Pensamos que muchos de los que componen la misma institución son jóvenes empobrecidos y populares, y que no se puede hacer de espaldas a ellos (…)».
Aparte de estos dos ministerios, hay tres más: el viceministerio de las diversidades, enfocado en población LGBT y población con diversidad funcional, a cargo de Juan Carlos Florián; el viceministerio para las poblaciones y territorios excluidos y la superación de la pobreza, a cargo de Luz María Múnera, que incluirá acceso a agua potable, población en habitabilidad de calle, población migrante; y el viceministerio de los pueblos étnicos y campesinos, que se enfocará en población afro, raizal, indígena, campesina, entre otros, y quien aún no cuenta con una cabeza.
La gran apuesta por la interseccionalidad
La interseccionalidad, sus distintos significados y aplicaciones fueron una parte central del encuentro entre delegaciones y un punto pivotal de discusión entre funcionaries del MinIgualdad, quienes desde sus viceministerios piensan buscar un funcionamiento localizado e interinstitucional con este enfoque. Es decir, uno de los grandes objetivos de este ministerio va a ser pensarse una lógica institucional interseccional, tanto para el diseño de programas, la asignación de presupuesto y el trabajo conjunto con otras entidades del estado. Un Estado interseccional, como se mencionó en algún momento. ¿Será posible en Colombia?
«Yo creo que la interseccionalidad es muy fácil de explicar», asegura Gómez. «Tú coges a una mujer de Cúcuta y le preguntas por su vivencia de vida y la contrastas con una mujer de una zona específica de Bogotá o del Caribe y ahí tú fácilmente puedes identificar que hay unas particularidades concretas». Para esta, lo más importante que tiene que entender Colombia sobre la interseccionalidad, uno de los retos que quiere asumir el MinIgualdad, es que «Existen necesidades concretas dependiendo de los contextos y de las historias de vida y colectiva de las personas».
En el evento de intercambio estuvo presente Mara Viveros, una de las académicas colombiana feministas más reconocidas y que más ha desarrollado reflexiones en torno a la interseccionalidad y la raza. Para esta, explicó en Cúcuta, la interseccionalidad es «una nueva forma de comprender, interpretar y resolver también en términos de políticas públicas los problemas ligados a las desigualdades». Para la académica, esta herramienta «busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las relaciones de poder y de la especificidad de las experiencias de opresión pero también de privilegio (…)».
Gómez recuerda que esto de la interseccionalidad como enfoque institucional no es nuevo, y que ya ha habido ejercicios previos a la existencia del MinIgualdad. «Aquí hay que decir que ha habido intentos de política de acciones interseccionales, en los gobiernos locales, departamentales (…)».
Beber de otras experiencias de igualdad
El encuentro en Cúcuta, apoyado por la Embajada de Alemania, fue único en el país, el cual fue epicentro de un intercambio para hablar de las iniciativas, organismos, entidades o programas que otros países, sobre todo en Latinoamérica, han desarrollado desde hace décadas para combatir la desigualdad en sus territorios, y para fomentar oportunidades de cambio.
Durante la jornada se expusieron casos como el de Brasil, el cual cuenta con el Ministerio de la Igualdad Racial, en un país donde más del 56% de la población se declara negra o mulata. O el caso del Instituto Nacional de las Mujeres en Costa Rica, que lleva más de 25 años fortaleciendo, con su líder como ministra, el marco legal y jurídico para las mujeres en el país, atendiendo directamente VBG y fortaleciendo la participación política de las mujeres y una ruta de género 2022-2026 en el país.
Asimismo se expuso el caso de Ecuador con la Coordinadora Nacional de Mujeres Negras, Conamune, la cual existe desde finales de los años 90 y hoy es la entidad con más trayectoria en el fortalecimiento político de las mujeres negras en el Ecuador. O el caso de Chile y su Ministerio de Desarrollo Social y Familia, que en más de 70 años ha logrado la reducción de la pobreza (Chile tiene uno de los índices más bajos de pobreza de la región), una institucionalidad social fortalecida a partir de presupuesto asignado y políticas de igualdad sectoriales.
Países más lejanos como Suecia, hablaron de su Division para la Igualdad de Género, la cual ha logrado a través de los años la infraestructura sólida para la igualdad de género, consenso interinstitucional en ciertas políticos y resultados positivos que se siguen monitoreando.
Entre los aprendizajes más transversales está la apuesta por el trabajo interinstitucional entre varias entidades para la efectividad de los objetivos y programas, la asignación de presupuesto con un enfoque interseccional, el financiamiento de una política de igualdad, la importancia de cómo se mide la desigualdad en el territorio, y el diseño de esas mediciones, la formación constante de agentes públicos, el monitoreo de logros, entre otros.
A partir de este intercambio, el MinIgualdad ya cuenta con un panorama más global de lo que se ha hecho, y de lo que no se debe hacer, a la hora de trabajar por la igualdad en Colombia, un reto ambicioso que pondrá a prueba a esta cartera.