Twitter: el escenario del debate público también es donde más agreden a mujeres periodistas

Cortesía de ‘Ser periodista en Twitter’.

El informe realizado por Sentiido y por la organización argentina Comunicación para la Igualdad con respaldo de la UNESCO, expone la violencia digital a la que están expuestas las mujeres que ejercen periodismo, las consecuencias de esa violencia en sus vidas y el impacto que esto tiene en la democracia de varios países de América Latina.

A través de minería y análisis de datos, la plataforma Sentiido se unió a la organización argentina Comunicación para la Igualdad con respaldo de la UNESCO para analizar las cuentas públicas en Twitter de mujeres y hombres periodistas en Argentina, Colombia, México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Las investigadoras encontraron que las periodistas son atacadas principalmente por sus opiniones en temas políticos o temas de coyuntura. Encontraron también que los periodistas sufren agresiones por la misma razón, pero la violencia recibida es diferente. Las mujeres son víctimas de expresiones discriminatorias por su género y de agresiones misóginas con connotaciones sexuales. 

En todos los datos analizados dentro de la investigación, las periodistas fueron atacadas por sus expresiones críticas hacia grupos que actualmente están en el poder. Ellas reciben un 20 por ciento más de expresiones sexistas y un 20 por ciento más de menciones que ponen en duda su capacidad intelectual en comparación con sus colegas hombres.

Para la ONU, las mujeres periodistas enfrentan un riesgo intrínseco a su profesión, pero también riesgos relacionados exclusivamente con su género, su raza o etnia. Las mujeres se ven obligadas a lidiar con el aumento del abuso en línea, que la mayoría de veces es misógino. De acuerdo con la UNESCO, la violencia en línea contra las periodistas ha crecido desde 2012 e incluye estrategias o campañas de desprestigio con referencias sexuales, amenazas de violencia sexual, amenazas de muerte o la publicación de fotos privadas. La consecuencia es la censura de género, pues muchas periodistas se sienten obligadas a abandonar los medios digitales o redes sociales.

De hecho, una de las conclusiones de este informe es que el 28 por ciento de las mujeres que fueron víctimas de violencia basada en las TIC han reducido deliberadamente su presencia en línea. Muchas han perdido la libertad para desplazarse en condiciones de seguridad o presentan consecuencias a nivel psicológico, físico, sexual o económico. La investigación concluye que la violencia de género en línea constituye un ataque a la libertad de expresión de las mujeres, de las personas trans y no binarias y representa un debilitamiento de la democracia, pues hay evidencia de que las víctimas se retiran temporal o definitivamente del debate público.

¿Qué pasa con Twitter? En este momento es la red más política y donde se lleva a cabo el debate público actual. Tiene 328 millones de usuarixs activxs. Sin embargo, desde su creación en 2006 solo hasta hace cuatro años incluyó secciones en su política que prohibían el discurso de odio o el hostigamiento. Hasta este año limitó el acceso vía Twitter a enlaces externos (sitios web) con contenidos que inciten al odio, a la violencia, a la desnudez no consensuada y a la explotación sexual infantil. Aunque representa un avance en la protección de lxs usuarixs, la empresa tiene una posición muy clara: defiende la libertad de expresión y afirma que las expresiones no toleradas serán las que inciten de forma explícita o directa a la violencia, no las demás. 

La situación para las periodistas colombianas es preocupante. La Fundación Karisma encontró que en Colombia hay un vacío significativo en las estadísticas de violencia de género digital. La fundación realizó en 2015 un ciclo de conversación con 25 periodistas y descubrió que las profesionales reciben una violencia específica en el contexto de la violencia vinculada al periodismo, pero se expresa a través de agresiones relacionadas con sus relaciones familiares o personales, descalificaciones sobre su apariencia física y su capacidad intelectual, y comentarios sexualizados.

Estas mujeres cerraron cuentas en redes sociales, tuvieron que tomar precauciones frente a qué publicar (autocensura), pidieron cambios de sección en los medios en los que trabajaban o se alejaron del periodismo temporal o permanentemente. Es decir, las consecuencias de las violencias de género online son tangibles fuera de la red, en la vida offline. El otro aspecto que resaltaron las mujeres es que sintieron indiferencia frente a las agresiones sufridas en el entorno familiar y laboral. Además, las plataformas en las que recibieron las agresiones no les dieron respuesta a sus denuncias. 

En Argentina, Amnistía Internacional revisó la violencia de género digital en el contexto del debate por la legalización del aborto. Entrevistó a 1.200 mujeres y los resultados mostraron que una de cada tres mujeres argentinas ha sufrido violencia en las redes sociales. De ellas, el 26 por ciento ha recibido amenazas directas o indirectas de violencia psicológica o sexual y un 59 por ciento afirmó haber recibido mensajes sexuales y misóginos.

En México, nueve millones de mujeres han sufrido al menos un incidente de violencia digital en alguna de sus diferentes formas, sobre todo por Facebook (61 por ciento de las agresiones). En el 86 por ciento de los casos, los agresores eran desconocidos. 

La investigación Ser periodista en Twitter fue coordinada por Sandra Chaher (Comunicación para la Igualdad, Argentina) y Lina Cuellar (Sentiido, Colombia). Contó con el apoyo del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

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