Un Mundo Distinto para las artistas: el auge de las frontwomen en la escena local

La primera edición del Estéreo Picnic fue en 2010 y de ocho artistas solo una mujer se paró en la tarima. Fue Li Saumet, la frontwoman o líder de Bomba Estéreo, quien en ese entonces tenía sonando Fuego en todas las emisoras. De ese 2010 hasta ahora, las mujeres han recorrido un largo camino dentro de la escena local alternativa colombiana. Hoy por hoy festivales como el Estéreo Picnic cuentan con un 38% de paridad (un aumento del 26.5 frente a la primera edición). Incluso festivales distritales como el Festival Centro han logrado ser paritarios.

Entre más pasan los años vemos a más mujeres conformando carteles de toques y festivales en nuestra ciudad, nuestro país y el mundo entero. Este aumento es apenas justo, aunque falta un largo camino por la paridad. Y en el caso de nuestro país y sobre todo la capital, también es el resultado del trabajo conjunto de promotoras, sellos, lugares, productoras de eventos y colectivas que hacen veeduría. Y claro, mujeres artistas. Varias personas dentro de esta industria y parte de este ecosistema creativo le han apostado al crecimiento de la participación femenina en los circuitos musicales. Los carteles de los festivales son una muestra evidente de ello. 

Gracias a ese incansable trabajo —aún inacabado—, y al crecimiento del movimiento feminista en todos los espacios de las artes, es que podemos ver en esta nueva edición del Festival Estéreo Picnic a casi 12 artistas frontwoman locales. Esta es una cifra muy diciente que nos habla del auge del liderazgo de las mujeres que comandan proyectos musicales en nuestro país.

En MANIFIESTA nos hicimos preguntas sobre esta cifra y lo que significa: el aumento de la participación, y sobre todo el liderazgo de las mujeres en la escena local. ¿De qué manera las mujeres están abriendo su camino en la música nacional para convertirse en frontwomen de proyectos y de qué manera han tenido que enfrentar una industria que sigue siendo patriarcal? ¿Cómo ha aflorado la conversación sobre la paridad en los escenarios y de que manera ha reaccionado el público frente a este auge?

‘No somos la cuota de un cartel’

La artista afro bogotana antirracista Lalo Cortés, hace parte del circuito musical local desde hace 6 años. Empezó trabajando con TSH Sudaca y luego con artistas ahora referentes como La Muchacha y Briela Ojeda. Ahora tiene su proyecto homónimo propio y figura como una frontwoman sobresaliente de la música nacional que se va a presentar en esta edición del FEP. También lo hará Pilar Cabrera, cantante y compositora desde hace siete años. 

Ambas están de acuerdo en algo: esta transformación o auge sucede porque por fin existe un sentir de que las mujeres están dejando de ser una cuota. “El medio está entendiendo y deconstruyéndose, porque estamos en una etapa de deconstrucción”, afirma Lalo. “Están entendiendo que somos artistas como nuestros compañeros hombres. Que merecemos el mismo valor por parte de la industria, no somos algo que hay que cumplir en el cartel”. Por su parte, Pilar afirma que “Los proyectos liderados por mujeres están dándola toda, son propuestas increíbles que merecen las programaciones de todos los festivales”. 

También Juanita Sanchez, manager de bandas compuestas mayoritariamente por hombres y gestora del garage de La Roma comenta algo similar. “Sí he evidenciado desde otras promotoras el aumento de participación de mujeres en eventos que realizan, tanto nacionales como internacionales”. Juanita notó el aumento de mujeres locales en esta edición del FEP, así como nosotras. “También he visto cómo productoras como Bioma han trabajado para gestionar eventos de forma equilibrada frente a la presentación de mujeres y hombres en escena”. 

Juanita incluso menciona escenarios públicos como los de Rock al Parque. “Durante el último Rock al Parque también evidencié el aumento de participación de mujeres en el festival. Siento que, de a pocos, las promotoras nacionales grandes y pequeñas han ido abriendo estos espacios para la inclusión de artistas mujeres”.

Ser frontwomen mientras se rompen los estigmas

Tan solo escribir la palabra ‘frontwoman’ en este artículo genera un tachón rojo en Word. El computador sugiere que la palabra correcta es frontman, como si fuera un genérico en el que todes caben, pero no. Pese al considerable aumento de su participación, las exigencias y vivencias de las mujeres que son protagonistas de las tarimas también se ven atravesadas por su condición sexual y de género en distintas ocasiones. 

Pensemos, por ejemplo, en todas las críticas que recibió Rihanna durante su presentación en el Super Bowl, quien aún embarazada, montada en una plataforma flotante, con un vestuario y bailarines impecables, pareció no ser suficiente para un público que quería verla haciendo más. Siempre más: más artilugios, más baile, más escenografías, más. Así constantemente hemos evidenciado este tipo de críticas hacia Beyoncé, Shakira, Björk, etc. Aún cuando sus puestas en escena están más que montadas.

Esto rara vez sucede con los hombres líderes de bandas o proyectos musicales. Incluso en algunas ocasiones, como The Strokes en la edición pasada del FEP, o León Larregui en el Festival Cordillera, estos frontman se han subido a tarima en aparentes estados alterados de conciencia sin acordarse de sus propias canciones. Aún así han sobrevivido a la crítica sin mayor sanción social. Incluso en algunos casos esa actuación se considera parte de su performance.

Bibiana Rojas, frontwoman de Martha Rivera, quien se encuentra en la industria hace 15 años y ha participado de otros proyectos como Amarillo, Licuadoras Luminosas y Las Extintas, cuenta que “Son evidentes las exigencias únicamente por ser mujeres”. Considera que “En circuitos más grandes con público expansivo es más probable que eso pase en los escenarios locales”. En el primer tipo de escenarios ha encontrado mayores exigencias respecto al tipo de show o a su forma de vestir, en comparación con sus compañeros hombres. 

Aunque piensa que en lo independiente hay más flexibilidad, Pilar dice que también encuentra distintas exigencias, incluso autoimpuestas. “Se siente a nivel familiar a veces, son exigencias que tenemos desde chiquitas. Encontrar el camino propio de exploración artística es todo un proceso porque alcanzan a colarse nuestras dudas”. 

Pese a esto, el fortalecimiento de vínculos entre las mismas artistas y su constante apoyo entre agrupaciones procura la existencia de un espacio seguro entre ellas y al interior de cada banda. Uno de los elementos más importantes en los que varias artistas coinciden  para poder garantizar ello es la horizontalidad de los procesos, independientemente —claro está— de su sexo o género. Lalo comenta que lo más importante para construir una agrupación es que “Todos le están apostando y no hay una jerarquía de valor. Sí, hay una líder pero no hay una posición mayor. Es una inversión de todos, eso da seguridad y marca una pauta positiva para la creación. Tener la posibilidad de hablar y sentir que todos están siendo valorados por igual”. 

Bibiana añade que, pese que Marta Rivera es una agrupación en la que ella es la compositora y trabaja con dos hombres, “La metáfora que usamos dentro de la banda es pensarnos como familia, hacemos el chiste de tíos y primos, compartimos un espacio en el que a todos nos gusta estar. No tenemos la ambición de ser la banda más grande del mundo y esa tranquilidad ha funcionado también para nuestros egos”. En el caso de Licuadoras luminosas hay más diálogo y componen todos, cuenta ella. “Y con Las extintas es más sencillo porque somos dos, es más fácil ser horizontal en ese diálogo”. Pilar resalta el respeto por las ideas y las voces. Añade que es algo que “Peleo interna y externamente por ello, el mansplaining es algo muy agresivo. Tengo la fortuna de tener un equipo abierto a discutir y transformarse, pero a veces eso no es tan común”.

Estos espacios seguros a los que le están apostando varias agrupaciones de la escena local configura dinámicas dignas de resaltar. Cuando todes son partícipes de un espacio horizontal, en el cual se valoran de la misma forma diferentes ideas y procesos, también se logran borrar brechas que se imponen a la hora de trabajar con el otro. Todas las artistas que consultamos aseguran que, gracias a esta horizontalidad, nunca han encontrado ninguna diferencia radical entre trabajar artísticamente en exclusiva con mujeres u hombres, pese a sus diferencias, en el procesos creativo. En esa seguridad de la horizontalidad, todes encuentran un lugar para coexistir en la música. 

La participación en escenarios: solo el principio

Los procesos de estas artistas han nutrido en gran medida la participación de mujeres más jóvenes. Estas siguen el ejemplo de trabajo colectivo que se ha difundido en la colaboración mutua entre artistas, así como de mujeres que trabajan en todas las aristas de la industria musical local. Con estas sendas recorridas, hay nuevas generaciones de artistas que ven posible ser mujer o disidencia en la música colombiana. Pero faltan cosas por mejorar.

Lalo comenta que en ocasiones ha vivido el machismo en la música. Como por ejemplo, cuando “Se asume de las mujeres que tienen que estar relacionadas de alguna manera afectiva con alguien para estar donde están. La gente pensaba que era pareja de Sudaca para estar ahí y no por merito propio. ¿Por qué asumen que de entrada el hecho de que haya una mujer en una banda implica que esté en una relación sentimental?”. Asimismo,  también ha tenido vivencias relacionadas con ser una mujer afro antirracista. “Yo no he sufrido violencias por ser mujer particularmente. Pero sí por ser una mujer negra. Tiene que ver más con temas de racismo que por machismo. Me he encontrado con: fetichización, objetualización, estigmas y estereotipos que se replican todo el tiempo”. 

Pilar añade que, si bien, ahora no ha sucedido, tuvo que vivir “Pagos menores sin razón aparente”. La violencia psicológica la ha sentido más durante los últimos años, pues aunque ha aprendido a hacer respetar sus ideas, en ocasiones “Han intentado minimizar mis propuestas sin ninguna razón constructiva”. 

Juanita también apunta a que como manager sus bandas han llegado a muchos espacios donde realmente la participación de mujeres es poca o nula. Pero como gestora “He presenciado varias frontwomen en escena desde diferentes géneros musicales como indie, hardcore, punk, rock y rap, con una constancia de una vez cada mes o dos meses. Aún así los eventos son liderados en su mayoría por frontmen”.

Las mejoras siempre traen más mejoras. Por ello este aumento de mujeres en los circuitos no es el un límite que nos hable de igualdad de condiciones en el campo. Evidenciamos que aún queda mucho trecho por recorrer. Para ello las artistas y gestoras proponen algunos puntos que deben empezar a ponerse ya en la discusión para seguir mejorando.

Por ejemplo, entender que las artistas son un espectro completo y que la clasificación o diferenciación sinsentido hacen que existan brechas, es para Lalo vital, pues concluye que “Romper con esos estigmas va a generar una inclusión real”. 

Por otro lado, el mejoramiento de la financiación para el sostenimiento de proyectos es, para Bibiana, algo que debe ser observado con lupa desde ya. Esa observación concuerda con un fenómeno de desaparición de bandas de mujeres que nombra Juanita desde la gestión. Desde que es asistente ha notado que “las bandas de mujeres se terminan más rápido, desisten por falta de garantías económicas, pues aún falta apoyo en la gestión. 

Es necesario que la industria nacional meta la ficha aún más a las artistas mujeres. Creer en ellas, en sus proyectos, en el público que tienen, y acordar garantías económicas que sean acordes a lo que cualquier artista nacional merecería. Detrás de estos proyectos musicales hay ensayos, transportes, instrumentos, tiempo, dedicación y empeño. No valorar este tipo de cosas y pensar que solo por incluirlas en los eventos es más que suficiente para “darlas a conocer”, da cuenta del trabajo que hace falta por realizar”.

Así, con todo este trasfondo y con un trabajo arduo e inagotable es como con el paso de los años notamos que siempre fue necesaria su aparición en escenarios y que este aumento no es una simple casualidad, sino un duro proceso que ha llevado décadas de construcción y que aún hoy está lejos de ser ideal.

Estos ajustes con miras hacia el futuro son necesarios en este ensayo y error en la construcción de una sociedad equitativa para todes y especialmente, en este caso, para les artistas del futuro que son quienes definitivamente vivirán las consecuencias —buenas y malas— de las decisiones que tomamos hoy. Es solo gracias a esta colectividad que realmente podremos ver un mundo distinto para todes.

***

Recuerda seguir a MANIFIESTA en InstagramTwitter y Facebook.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

También te puede gustar