Hace unos meses, mientras tomaba un descanso del trabajo, decidí ver una serie surcoreana buenísima para no pensar mucho: Recuerdos de juventud. Se trata de unos hombres jóvenes que buscan ser famosos en este país. Me llamó la atención una escena en particular. Una mujer de 20 años aproximadamente, va a tener sexo por primera vez con su compañero. Luego de varias situaciones, ella decide que no tendrá sexo con él hasta que no tenga completo el esquema de vacunas contra el Virus del Papiloma Humano.
¿Qué, qué? Pausé el capítulo, y devolví la escena. ¿Cómo así que los hombres se pueden vacunar contra el VPH? Pensé que me había confundido, pero no. Unos episodios después, el joven se acerca a un centro de salud, acompañado de dos amigos para recibir la vacuna. Los tres salen con su dosis y con esa alegría exagerada tan propia de las series coreanas. Esa escena revivió recuerdos de mi adolescencia, sobre todo esa confusión que sentí en séptimo u octavo. Escuchaba y veía campañas en el colegio y en la televisión para que las niñas como yo se vacunaran desde los nueve años contra el virus.
¿Para qué? No entendía. Los años pasaron y nunca escuché la misma propuesta para mis compañeros. Tampoco recibí suficiente información para entender el propósito de la vacuna.
Después de ver esta serie, me obsesioné ahondando en las disparidades de género que hay con la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano. Resulta que hay varias. Primero me puse a buscar artículos e información en las páginas del gobierno de Colombia sobre la vacunación. Solo decía: “para mujeres y niñas entre 9 y 26 años”. Después seguí con otros países de América Latina y América del Norte. La situación es bastante similar. A pesar de que la Federación de Alimentos y Drogas de Estados Unidos (U.S. Food and Drugs Administration) autorizó entre 2009 y 2011 la vacunación contra el VPH para niños y hombres.
El suministro de esta vacuna es un caso perfecto para explicar cómo las mujeres somos las que seguimos cargando mayoritariamente con la responsabilidad de la salud sexual y reproductiva en una relación heterosexual. Mientras tanto, los hombres siguen sin asumirla. No lo dice mi percepción o la de mis amigas sino la disparidad en el número de vacunas aplicadas a mujeres y a hombres. Por ejemplo, entre 2014 y 2015, en China se hizo un estudio con 240 personas en el que 39.7 por ciento de las mujeres estaban vacunadas. Y solo un 4.7 por ciento de los hombres lo estaba). No encontré números que indiquen la disparidad en Colombia. Pero sí hay una evidencia tangible en nuestro país: las campañas masivas exclusivas para nosotras. También la poca cantidad de estudios sobre la vacunación en los hombres, en comparación con las que existen enfocadas en mujeres.
¿De dónde viene tanta desigualdad con el suministro de la vacuna del Virus del Papiloma Humano?
Los hombres adquieren, transmiten y sufren el VPH también
Este virus ha sido identificado como la mayor causa de cáncer de cérvix o cuello uterino, vagina y vulva, de pene, boca, faringe y ano. El VPH, que también genera verrugas genitales o en otras partes del cuerpo como la boca o la faringe, se transmite piel con piel o a través de la saliva, sobre todo durante relaciones sexuales. No todos los tipos de VPH son necesariamente cancerígenos. De hecho, está demostrado que la mayoría de infecciones son de bajo riesgo y desaparecen por sí solas. Tener defensas altas, una alimentación saludable y actividad física son importantes para evitar que el virus se desarrolle.
La forma más efectiva de protección contra el VPH, especialmente contra las secuelas graves o verrugas, es la vacunación. Esta se ha enfocado desde 2006 en niñas y adolescentes entre los 9 y los 26 años. ¿Cómo funciona? Según uno de los laboratorios que lo produce, Merk, “Cuando un individuo es vacunado, el sistema inmunológico estimula la producción de anticuerpos contra los tipos de VPH que contiene la vacuna”. Las dos vacunas más utilizadas a nivel mundial son Gardasil 9 y Gardasil. Ambas protegen contra diferentes cepas de VPH existentes. El número de dosis varía entre dos y tres. Sus efectos no varían mucho de los efectos de las vacunas anticovid: dolor de cabeza, dolor de brazo, fiebre, fatiga, náuseas, urticaria en las primeras 72 horas.
Y acá es donde entra la info que no sabíamos: las vacunas de Gardasil 9 pueden ser usadas en mujeres y hombres, de acuerdo con los lineamientos de entidades como la FDA ,el Centro Europeo de Enfermedades y el Instituto Australiano de Salud y Bienestar. Aunque estudios como el del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades sugieren que la vacuna triple puede tener efectividad de un 89.4 por ciento en niños y hombres y 98.9 por ciento de niñas mujeres antes de iniciar actividades sexuales frente a las cepas cancerígenas, un equipo de The New England Journal of Medicine estableció en 2011 que la probabilidad de que mujeres y hombres activos sexualmente contraigan el VPH es bastante similar. Sin embargo, los estudios y las campañas de prevención han recaído, desde los años 70 hasta la actualidad, en las mujeres.
El argumento técnico principal es que las cifras del cáncer de cuello uterino han tenido históricamente tasas de contagio y mortalidad muy altas. Esto es cierto: tan solo en 2020, alrededor de 604.237 mujeres fueron diagnosticadas con este cáncer. Esto es un 6.5 por ciento de los casos de cáncer a nivel mundial. Al menos el 90 por ciento de estas mujeres viven en países de ingresos medio-bajo. No obstante, el énfasis en este tipo de cáncer ha llevado a una sobreidentificación del VPH como una enfermedad de mujeres. Lo anterior, aún cuando se ha evidenciado que los hombres juegan un rol muy importante en la adquisición y transmisión del virus. También que son susceptibles a contagiarse de cáncer de pene, ano y orofaríngeo (garganta).
La feminización del VPH implica, como señalan las científicas Ellen Daley, Cheryl Vamos, Erika Thompson y su equipo, es una historia compleja en la que se intersectan ciencia, política, economía y género. El control del cuerpo de las mujeres a través de tecnologías para la planificación sexual y la estigmatización de las mujeres afroamericanas en condición de pobreza durante los años 2000, es un antecedente. No extraña entonces que los experimentos en hombres sobre la vacuna del VPH empezaran diez años después de los primeros realizados con mujeres. Desde 2011, año en el que se autorizó la aplicación de la vacuna del VPH en países de ingreso medio-alto, los planes de vacunación se centraron en vacunar a niñas y adolescentes. Esto, a partir de campañas de difusión masiva y articulación entre los gobiernos e instituciones educativas. El objetivo: reducir las posibilidades de que las niñas pudieran desarrollar en un futuro, cáncer de cuello uterino.
Vacunación contra el VPH en Colombia
En Colombia ha habido una reducción de este cáncer, aunque sigue siendo alta. Pasó de 30 mujeres contagiadas por cada 100.000 habitantes en 1998, a 14 por cada 100.000 en 2014. Para entender mejor este tema en el país, tuve la oportunidad de entrevistar a dos mujeres que han trabajado este tema en Colombia. Daniela Daza, antropóloga y a una funcionaria de la Liga contra el Cáncer. Ambas sugieren que debido a que la política pública de vacunación contra el VPH ha estado enfocada en las mujeres, este virus solo se asocia a una enfermedad específica (el cáncer de cuello uterino). También a un género: el femenino. Esto ha hecho que niños, hombres y disidencias sexuales y de género tengan menos acceso a la información. Y que se responsabilicen menos sobre el autocuidado y el cuidado de otrxs.
Las vacunas son gratis para mujeres entre los 9 y los 17 años en Colombia bajo los lineamientos del Ministerio de Salud de 2012. Las vacunas para niños y hombres, de los 9 a los 45 años, cuestan alrededor de 143.000 pesos cada dosis (para un total de 429.000 pesos). Este mismo precio está para las mujeres de 18 años a 45 años. Si los hombres también contienen y transmiten el virus, y si se puede evitar mayores números de contagios y de muertes de personas con una equidad de género en el plan de vacunación ¿Por qué los gobiernos, en especial el colombiano, no vacunan a los hombres jóvenes? ¿Por qué, si hay evidencia a nivel mundial de que esta estrategia puede ser efectiva más allá de los costos materiales, no se implementa?
Sobre esto, la funcionaria de la Liga Contra el Cáncer afirma que inicialmente se creía que la vacuna solo era efectiva contra el cáncer de cuello uterino. En ese sentido, en términos de costo y efectividad, implementar la vacuna en mujeres parecía la opción más viable. Esto de paso extendería la protección a sus compañeros hombres en el caso de relaciones heterosexuales. Pero con el tiempo se ha identificado que la vacunación beneficia a todxs. Aún más importante: que puede prevenir contagio y muertes por cáncer. Esto es más importante si se tiene en cuenta que las cifras de cáncer orofaringeo en hombres han estado en aumento a nivel mundial.
Para la funcionaria, la falta de extensión de la vacunación a los hombres, está ligada con una falta de voluntad por parte de los hacedores de política pública de integrar la vacunación con equidad de género en Colombia. Si existiera esta opción, dice ella, “Habría mayor visibilidad de la vacuna y se demostraría que no es un problema solo de las mujeres, se podría incluir a la población LGBTI+…además podríamos repuntar en las cifras de vacunación”. Repuntar, porque las cifras de vacunación contra el VPH bajaron de un 98% en la primera dosis, y un 88% en la segunda dosis para 2013, a un 14% y un 5% respectivamente para 2018.
Las cifras bajaron después de la difusión masiva por medios de comunicación y Youtube de testimonios y videos de niñas desmayadas, viviendo con dolor en su cuerpo y sufriendo crisis de parálisis en El Carmen de Bolívar luego de recibir su segunda dosis de la vacuna contra el VPH en 2014. Este caso en particular fue la razón por la que durante muchos años dudé de vacunarme.
En el caso de las niñas de Carmen de Bolívar, el gobierno nacional concluyó con un análisis científico que las niñas habían sufrido de ‘psicogenia masiva: “La propagación de síntomas sin ninguna causa que generan angustia en los miembros de un grupo”. Daniela Daza, analizó el caso de las niñas de El Carmen en 2017. Para ella, la cuestión central de este caso es que el estado no cumplió con el parámetro de informarles a ellas y a sus familias sobre las vacunas, y con los efectos secundarios o ante el diagnóstico de psicogenia masiva, las abandonó. Con esta situación, el programa de vacunación contra el VPH quedó visto con sospecha, ninguno de los medios que cubrió de forma amarillista la noticia de las niñas ayudó a comunicar información sobre la vacuna, ni tampoco volvió a preguntarse por las niñas de El Carmen.
¡Que el Estado nos garantice a todxs la vacuna contra el VPH!
A los 27 años decidí ponerme la vacuna. Mi compañero aún no la tiene, tampoco sabía que podía ponérsela. Amigos que la tienen, no sabían para qué es y cómo los puede proteger a ellos. Aunque al menos saben que puede proteger a su pareja. Amigas mías la tienen, conscientes de lo que puede implicar para ellas no tenerla, otras aún no han decidido ponérsela por el miedo a los efectos secundarios.
Mientras me chuzaban, pensaba en lo injusto que es que el Estado, nuestros amigos, y compañeros asuman que todo el cuidado sexual y reproductivo va por nuestra cuenta siempre, incluido el de ellos. La pulla debe ser por alcanzar la vacunación paritaria con información clara y de calidad. Esta carga, que para mí es más fácil llevar porque puedo pagar una vacuna y pude decidir ponérmela con bastante información, no es tan fácil para otras niñas y mujeres, niños y comunidades diversas que no tienen acceso a información ni recursos para hacerlo, si son mayores de 17. Además, deben enfrentarse a juicios morales sobre su sexualidad, muchas veces no iniciada y no explicada. Porque hablar de sexualidad en Colombia en una institución educativa sigue estando vetado.
Desde hace varios años, diversos estudios y recomendaciones a nivel mundial sugieren la importancia de fomentar la vacunación con equidad de género e informada. Esto puede reducir la incidencia en los distintos tipos de cáncer vinculados al VPH.
Asimismo, es fundamental que las instituciones y organizaciones realicen investigaciones y actividades de incidencia en población LGBTI sobre los efectos a largo plazo del VPH en esta comunidad. Esto sumado a seguir trabajando por condiciones dignas para la población entera, pues el virus tiene más posibilidad de desarrollarse en personas con defensas bajas. Vacunarse contra la COVID-19 puede abrir una ventana de oportunidad para que podamos acceder a otros tipos de vacunas como esta.
Pónganse la vacuna si pueden hacerlo. Puede que salgan con la felicidad de los tres amigos coreanos de la serie que vi. Tal vez esto que me dijo la funcionaria de la Liga, les anime: “que una vacuna te pueda prevenir estos 6 cánceres es tremendo, ningún otro cáncer se puede prevenir”. Eso sí, infórmense, es parte de lo que deberíamos hacer cuando dejamos poner algo en nuestro cuerpo. Está bien dudar, la ciencia no es ni será nunca neutral. Pero ponderemos nuestras decisiones con información y fuentes confiables.
Por si se animan: el 28 de agosto de 2021 habrá, en las instalaciones de la Liga Contra el Cáncer de Bogotá, una jornada de vacunación gratuita para niñas y jóvenes de los 9 a los 17 años. También vacunarán (con costo) a personas de todos los géneros.
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