El problema con You es que empatices con Joe Goldberg

El pasado 15 de octubre, Netflix estrenó la tercera temporada de You. Cerca de 100 millones de espectadorxs alrededor del mundo vieron la primera y segunda temporada durante el primer mes de lanzamiento. Desde su estreno en 2019, la exitosa serie basada en la saga de libros del mismo nombre, de la escritora estadounidense Caroline Kepnes, ha estado entre las más populares de la plataforma. En Colombia, la tercera temporada no baja del top cinco de programas más vistos desde que fue lanzada hace un par de semanas. Yo misma he contribuido a mantenerla en el top, como parte de la audiencia. 

En un principio, la premisa de un hombre joven, intelectual, y apuesto y obsesionado con una mujer a quien persigue hasta lograr el objetivo de que ella se fije en él, no llamaba mi atención en lo absoluto. Estaba –estoy– cansada de encontrar en Netflix tantas producciones dedicadas a feminicidas. A asesinos en serie o violadores en las que, por supuesto, las mujeres somos las víctimas… En la realidad o en la ficción me hastía encontrarnos violentadas y asesinadas en la pantalla de mi televisor. 

Pero la tendencia, los comentarios de personas cercanas, el “No sé qué ver hoy” y el “Recomendado para ti” hizo que empezara a ver la serie. Y aquí estoy, tres temporadas después, entretenida con ella. Una de mis mejores amigas me reprochó hace poco por ello: “No puedo creer que veas eso, a mí me pareció muy violento”. Me preguntó también si no me conflictuaba como feminista que series como You fueran tan populares y estuvieran disponibles para la mayoría de personas. 

Gracias a su reproche-pregunta quise escribir sobre las reflexiones que me deja You. Sobre todo como parte de una audiencia no experta. Como una mujer feminista que es fan de la serie y que ha problematizado algunas reacciones que ha tenido la audiencia desde la primera temporada. 

Lo primero es que admito sin vergüenza que elegí ver una serie que cuenta la historia de un feminicida. Una en la que hay violencia explícita contra mujeres. Mi amiga tiene razón en eso y tiene el derecho a dejar de verla por violenta. Ahora, no creo que por considerarme feminista yo deba abandonar la serie. Esta columna de opinión no es una invitación a dejar de ver la producción. Creo que parte del poder de la ficción recae en la licencia que tiene de crear – y recrear– personajes y narrativas detestables. Como Joe Goldberg y todo lo que sucede en You.

Así, uno de los aspectos que más rescato de la serie es que me mostró a través de la ficción a un feminicida de carne y hueso. De esos que registramos cada mes en MANIFIESTA. En las experiencias anteriores, generalmente en series o documentales de True Crime, veía otra faceta del feminicida. Cuando ya había cometido el delito y era un ser despreciado por la sociedad. Esa persona en la que las banderas rojas ya son muy evidentes porque, claro, ya ejerció la violencia mayor contra la víctima. 

En este caso, el protagonista es Joe Goldberg, interpretado por Penn Badgley, un bibliotecario neoyorkino de unos veintitantos años. Apuesto, culto, caballeroso y quien además se considera feminista (es en serio). El personaje es el “buen chico”. El tipo de hombre que te encontrarías en la biblioteca o librería de tu ciudad o pueblo. Un tipo en el que muchas podríamos fijarnos. Precisamente es una imagen más humana. Por lo general, los feminicidas no llevan un cartel en la cara que los identifique como tal, tampoco son monstruos que vienen de otro planeta, ni personas enfermas. En América Latina, dos de cada tres feminicidios son cometidos por la pareja o expareja sentimental de la mujer. En el conteo que llevamos en MANIFIESTA #LibresNoMuertas, el 46 por ciento de los 172 feminicidios que hemos registrado este año fue cometido por parejas y exparejas.

Muchas veces cuando nos enteramos de quién es el feminicida, parte de su círculo cercano no lo puede creer y es común escuchar o leer comentarios como: “Él no pudo hacer eso”, “Nunca lo vi perder el control, no era violento”. Y esto tiene que ver todo con Joe. Durante la primera temporada, como espectadora anhelaba con mi corazón que el personaje no cruzara más líneas de violencia. Pese a tener una personalidad obsesiva, deseaba que no fuera el feminicida. De hecho, en la serie casi nadie sospecha de que sea un peligro para las mujeres porque, por ejemplo, defiende a su vecina de la violencia física que vive a manos de su pareja y otra vez: parece un buen hombre. 

Sin embargo, son muchas las banderas rojas que Joe deja ver desde el principio: es obsesivo al punto de acosar a sus víctimas, incluso deja de trabajar o de tener una vida funcional por ello. Interviene sus teléfonos celulares, lee sus mensajes y escucha sus llamadas, investiga a su círculo cercano, entra a sus casas para robar alguna prenda íntima. En la tercera temporada incluso roba un tampón usado de la nueva mujer con la que está obsesionado. Fuerza los encuentros con las mujeres y además siempre cree que ellas, solo por existir en el planeta tierra, le están coqueteando. Es muy perturbador y claro, es supremamente violento. 

Las protagonistas de cada temporada suelen caer rendidas ante su encanto. Por supuesto, una quisiera gritarles que corran por sus vidas –aunque el que debería esconderse y correr siempre debe ser él, el victimario– en un afán por salvarlas a través de la pantalla. Ellas, por su parte, suelen conocer su faceta más violenta cuando ya es muy tarde. Él, al ver que las mujeres no le agradecen por ‘haber hecho tantas cosas por ellas’, las castiga matándolas. No hay ningún arrepentimiento posterior, y luego de unos meses Joe se obsesiona con alguién más. Así sucesivamente.

Con los personajes que me impactan suelo hacer un ejercicio en redes sociales: hago una búsqueda para saber qué opina y comenta la gente, cómo le juzgan o le ven tanto hombres como mujeres, si el personaje les genera empatía o no y por qué. Hice eso también con Charles Sobhraj de The Serpent. –Que por cierto, es maravillosa y la recomiendo a ojo cerrado–.

Lo que más me impactó durante las tres temporadas es que en redes sociales, sobre todo en Twitter, no eran pocas las mujeres que comentaban: “Ojalá alguien me ame como Joe”, “necesito a un tóxico como Joe”, “quiero un amor como el de Love y Joe”. Love Quinn es el objeto de obsesión de Joe durante la segunda temporada y con quien termina casándose en la tercera, cuando antes de que la asesine, ella le revela que está embarazada y, además, él se da cuenta de que también es una asesina. Y lo encuentra repulsivo. Porque, como si fuera poco, es tremendo dedo acusador. Lo que más se le facilita, antes de asesinar, es juzgar. Y en Love, una mujer, sí encuentra la violencia completamente reprochable, pero en él mismo no.

Otro de los comentarios, también de una mujer, apelaba a que Joe era perfecto, pero que su único defecto en la tercera temporada había sido la infidelidad. ¿Por qué le genera repulsión únicamente la infidelidad?, ¿qué razón hay detrás para que estas mujeres no encuentren detestables los celos enfermizos, la obsesión, los feminicidios en sí mismos?, ¿por qué anhelan a un hombre violento? Ellas no son los personajes ficticios de la serie que se enteran tarde de todo, sino las espectadoras omnipresentes. Las que saben desde el inicio lo violento que es Joe, son parte de la audiencia. Es muy problemático que varias mujeres y adolescentes precisamente anhelen a un feminicida en sus vidas reales, y que la empatía por el personaje no se quede solo en el plano de la ficción. 

Ignorar las violencias simbólicas y psicológicas que ejerce Joe, porque manipula a todas las mujeres que se cruzan por su camino, antes de los feminicidios ¿tiene que ver con la idea de amor que a las mujeres nos han impuesto materializar bajo un sistema patriarcal? Es probable. El patriarcado nos ha inculcado lazos obsesivos, posesivos y violentos, como los que desarrolla Joe con cada mujer de la que él cree estar enamorado. La invitación en esta columna de opinión es a evitar la idealización de un feminicida. Ninguna merece lazos dolorosos que pueden terminar costándonos nuestra tranquilidad, nuestra agencia, nuestra salud mental, física y hasta nuestra  vida, pues el feminicidio es solo la última expresión de la violencia de género que pasa antes por celos, malos tratos, golpes a las paredes o cosas y violencia física o sexual, algunas de estas violencias las ha mostrado Joe durante todas las temporadas.

***

Sigue a Tatiana en Twitter, y sigue a MANIFIESTA en Instagram,Twitter y Facebook.

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

También te puede gustar